El Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó en estos días sobre la creciente fragmentación económica, la desaceleración del crecimiento y la alta inflación. En este contexto el organismo internacional vuelve a posicionar al apoyo multilateral como herramienta para enfrentar los desafíos comunes que plantean las vulnerabilidades de la deuda, el cambio climático y el financiamiento concesionario limitado, especialmente para los países afectados por conmociones que no han provocado. Estas ideas se destacaron en una publicación en el blog de Kristalina Georgieva del propio FMI.
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Las proyecciones siguen siendo de crecimiento magro. En abril, el FMI proyectó un crecimiento mundial del 2,8 % en 2023, frente al 3,4 % de 2022. Se espera que la mayor parte, más del 70 % , provenga de la región de Asia y el Pacífico.
El último pronóstico del FMI para el crecimiento mundial a mediano plazo fue de alrededor del 3 por ciento, muy por debajo del promedio histórico del 3,8 por ciento durante el período 2000-2019. Este dato debe ser preocupante. Pero además pone alerta sobre procesos que pueden atentar el crecimiento y sale a defender su propia institucionalidad que sin dudas se ve afectada por la propia fragmentación económica y la realidad de los países del Este y en particular China.
Por otra parte, al referirse sobre los temas inflacionarios, el Fondo mantiene una posición de defensa de la rigidez y restricción monetaria aun cuando se han visto dificultades para generar resultados a la vez que tiene otras consecuencias. Surge la cuestión sobre la realidad mundial de dificultades, inflación y cómo se mantiene la defensa de recetas en una institucionalidad que quiere mantenerse en un mundo que ha tenido demasiados cambios y muchas dificultades.