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Mundo Arévalo | Guatemala |

GUATEMALA

La movilización ciudadana logró derrotar el golpe de Estado contra Bernardo Arévalo

El pacto de corruptos que ha gobernado Guatemala y ha cooptado las instituciones trató de impedir que la voluntad popular expresada en las urnas se materializara.

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Caras y Caretas Diario

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La movilización ciudadana, principalmente indígena, así como el acompañamiento de la comunidad internacional lograron que Arévalo finalmente tomara posesión, sorteando dificultades hasta el último momento. Los retos que tiene ahora por delante el nuevo presidente de este país centroamericano son enormes. Marielos Monzón, periodista guatemalteca, nos dio su perspectiva sobre el momento político de ese país.

El pasado 14 de enero tomó posesión el presidente de Guatemala Bernardo Arévalo en una de las ceremonias más atípicas de los últimos años. Atípica aún en Latinoamérica, que cada vez parece ingeniar nuevas maneras de sorprender en el marco de las democracias del siglo XXI.

La historia de Bernardo Arévalo no comienza con su papel como candidato del Movimiento Semilla, sino que le precede más de medio siglo de historia y trae una fuerte carga simbólica, ya que el hoy presidente de Guatemala es hijo del expresidente Juan José Arévalo quien ejerció su mandato entre 1945 y 1951, y quien tuvo que refugiarse en el Uruguay luego de haber sido el primer gobierno de la Primavera Democrática que finalizó con el derrocamiento de Jacobo Árbenz en 1954, lo que inició una larga noche para el pueblo guatemalteco, que vivió durante décadas la mano dura de gobiernos autoritarios, dictaduras y un conflicto armado interno que terminó con un acuerdo de paz que no fue refrendado en las urnas y no pudo ser implementado de la manera en que fue concebido.

Estos son, de una forma muy general, los antecedentes que traen a la presidencia a Bernardo Arévalo, cuya posesión estuvo en vilo desde que se conoció de la posibilidad real de su victoria en las elecciones hasta el último minuto, cuando a altas horas de la noche, y luego de nueve horas de retraso debido a un abierto sabotaje por parte de legisladores opositores, finalmente pudo recibir el mando de manos del joven diputado Samuel Pérez en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias de Ciudad de Guatemala.

Los intentos por impedir, primero la participación de Arévalo en las elecciones y luego de tratar de evitar su posesión muestran el poder que tienen las fuerzas a las que Arévalo se enfrenta y el nivel de infiltración de las mismas dentro de los aparatos del Estado.

Caras y Caretas habló con la periodista y columnista guatemalteca Marielos Monzón, quien tiene una lectura detallada de todo el proceso que ha vivido su país durante las últimas décadas, pero sobre todo de la forma en que la anatomía política del país ha variado en la última etapa.

¿Cómo ha sido todo el proceso que llevó a Bernardo Arévalo a la presidencia?

Primero, creo que lo realmente valioso del pasado 14 de enero fue la derrota de un golpe de Estado; golpe que se puso en marcha desde el día siguiente de saber que Bernardo Arévalo y Karin Herrera tenían posibilidades de llegar a la presidencia y vicepresidencia de la República.

Lo que se hizo fue usar todo un andamiaje de cortes cooptadas en Guatemala, así como un Ministerio Público en cabeza de María Consuelo Porras completamente al servicio de las mafias, al servicio de lo que hoy se conoce como “el pacto de corruptos”, por medio de la creación de procesos penales sin sustento y una persecución judicial maliciosa en contra del presidente Arévalo y del Movimiento Semilla, a través de la persecución a sus figuras más sobresalientes.

Se ha hecho un mal uso del sistema judicial para tratar de impedir que el binomio electo por voluntad popular tomara posesión, generando una carrera de obstáculos permanente por medio de casos fabricados por la Fiscalía en una batalla muy desigual, ya que es importante ver que este pacto de corruptos tiene a los dueños fácticos del poder en el país, con todo lo que eso significa. Pacto que fue enfrentado principalmente por una ciudadanía activa con un papel fundamental desarrollado por las autoridades indígenas, que se plantaron para defender la democracia y, tras 106 días de paro nacional indefinido, impulsaron la participación amplia de la ciudadanía con movilizaciones pacíficas para defender la voluntad popular en las urnas.

También el papel de la comunidad internacional fue determinante en esta carrera de obstáculos, no para defender al gobierno, sino para defender a la ciudadanía, al pueblo guatemalteco y a su movilización. De esta manera se logró sortear esta situación, pero es claro que esto apenas comienza; sin embargo, es una gran victoria haber logrado conjurar ese golpe de Estado que venía en avance.

Cuéntenos un poco más sobre el llamado “pacto de corruptos”. Hay un fenómeno extendido en Latinoamérica de grupos de poder que han logrado convertir a poderes del Estado en herramientas al servicio de sus intereses. En el caso de Guatemala junto con Naciones Unidas se generó una instancia de investigación para determinar este fenómeno.

Lo primero es que es muy importante identificar que el Estado guatemalteco ha sido capturado y cooptado por redes político–económicas ilícitas y de corrupción criminal; esto no se resolvió luego de la firma de los acuerdos de paz. Aquí pasó un poco como en Colombia recientemente, se lograron algunos acuerdos posteriores a la firma, pero el referéndum se perdió y no fue posible generar los cambios estructurales necesarios para la transformación del país. Debido a eso no se lograron desarticular este tipo de estructuras criminales, que en los acuerdos de paz son llamadas como “cuerpos ilegales de aparatos clandestinos de seguridad”, que estaban enquistadas en el Estado. Esas redes continuaron existiendo en puntos clave y otras se alejaron de la esfera pública y se vincularon de manera directa con las economías ilícitas, generando alianzas entre políticos, exmilitares de la contrainsurgencia, actores privados y economías ilegales. De esta forma lograron cooptar partes muy importantes del Estado.

Respecto a la instancia que mencionas, efectivamente existió, se llamó la CICIG, Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Se instaló en el 2010, pero en 2018 el Gobierno de Jimmy Morales terminó con la comisión, expulsando entre otros a Iván Velásquez, quien hoy es ministro de Defensa del Gobierno de Gustavo Petro en Colombia. Esto ocurrió porque Jimmy Morales hacía parte de este pacto de corruptos y ayudó a fortalecer estas estructuras de cooptación del Estado por parte del crimen organizado. Y una vez cerrada la CICIG se desató en Guatemala una segunda ola de persecución contra defensores de derechos humanos, periodistas, líderes sociales y campesinos.

La CICIG había desarrollado una línea de investigación judicial independiente, junto con un ministerio público independiente en cabeza de las fiscales Claudia Paz y Paz y Thelma Aldana, quienes hoy están en el exilio. A partir de esas investigaciones se empieza a ver a los responsables de las violaciones a los derechos humanos y los actos de corrupción vinculados con empresarios y políticos, pero también con representantes de las economías ilegales, por lo que se forma eso que la ciudadanía llamó el “pacto de corruptos”, que se alían para acabar con la CICIG y perseguir a quienes los investigaban. Ese es el marco en que nos encontrábamos cuando llegaron las elecciones, eso es muy importante entenderlo. En ese marco, con un ministerio público cooptado por las mafias y que persigue a jueces, a magistrados, a periodistas y defensores de DDHH, las elecciones se convirtieron en un instrumento para derrotar este pacto de corruptos. Hablamos de más de 100 personas en el exilio, con más de 50 operadores de justicia, fiscales anticorrupción, magistrados de la Corte, fiscales de DDHH y fiscales generales, y tenemos contados a 26 periodistas en el exilio; en ese marco se da esta elección.

Entonces, al ganar la presidencia, uno de los principales retos consiste en desmontar estas estructuras, pero además construir unas bases nuevas, porque la corrupción es un efecto del sistema que opera en Guatemala, un sistema de desigualdad en que se mantiene a la gran mayoría de gente en la pobreza para sostener los privilegios de un pequeño círculo, y todo esto en un marco de impunidad, lo que es un gran reto ya que es un hecho que se ganó la presidencia, que no es todo el poder; ellos siguen teniendo cooptados los otros organismos del Estado y la institucionalidad, sin dejar de lado que se trata de una oligarquía muy poderosa que también está vinculada a paramilitares, sectores de la ultraderecha contrainsurgente en alianzas con sectores de la economía ilegal, principalmente el narcotráfico.

Teniendo en cuenta el reto al que se enfrenta Arévalo de tener que desmontar la corrupción y el crimen organizado enquistado, ¿hay alguna propuesta que permita avanzar en ese sentido?

Te diría que en principio sí es una necesidad urgente recuperar la independencia del Ministerio Público, y eso pasa por exigir la renuncia de la fiscal general María Consuelo Porras y del fiscal Rafael Curruchiche, que son las caras visibles de la persecución y el golpismo. Eso ya lo anunció el presidente Arévalo desde que fue electo. Él no puede destituir a la fiscal, pero puede exigir su renuncia, a lo que Porras se ha negado de manera sistemática.

Lo primero es la recuperación de la independencia del Ministerio Público, pero de otro lado también es importante permitir el retorno de esos operadores de justicia, como Juan Francisco Sandoval, quien es el anterior fiscal especial contra la impunidad y que ahora se encuentra exiliado en Washington, las dos exfiscales generales o jueces anticorrupción como Miguel Ángel Gálvez, Mónica Aifán o Giovanni Ruano. Es necesario que estos fiscales vuelvan a poner su trabajo en continuar con esta lucha.

De otro lado el presidente ha anunciado la creación de una comisión autónoma que permita tomar medidas con lo que está pasando, y para eso es importante ver que, así como lo que ocurre hoy en Colombia, donde, a pesar de la firma de un acuerdo de paz, no se logra desmontar todas las estructuras que hay enquistadas en el Estado, donde los acuerdos de paz no se han podido implementar de manera adecuada, la llegada de un gobierno democrático y de cambio se enfrenta a este tipo de retos, por lo que es importante aclarar que el Gobierno o el partido Semilla no van a poder lograr esos cambios solos, se va a necesitar una gran movilización y participación ciudadana.

Pero al mismo tiempo, con la lucha por recuperar el Estado, se debe ir avanzando en resolver las necesidades más urgentes que tienen los sectores más postergados de la sociedad, donde existen unas enormes carencias en salud, en alimentación, en el acceso a medicamentos, de tal forma que la democracia tenga un sentido para las personas, que sea un modelo en que se sienten visibilizadas y que por eso quieran salir a defenderlo.

Mientras avanza la recuperación del Estado de manos del crimen, ¿cuáles son los principales retos que tiene al frente Arévalo respecto a la población y sus condiciones de vida?

Hay una cosa importante y es que el paro nacional indefinido logró colocar en la cabeza de la gente que está fuera de los ámbitos políticos o de la superestructura, los problemas reales. Yo creo que ese es el gran mérito de los pueblos indígenas, porque ellos mismos en medio de esa situación en que viven, de discriminación, de segregación y de persecución, porque han sido ellos los primeros perseguidos, le han dicho a la gente: “Miren, los problemas son estos: pobreza, desigualdad, falta de acceso a servicios públicos, la presencia de multinacionales apropiándose de los recursos naturales, pero no es posible terminar con estos problemas si no hay democracia”. Es increíble que pese a que son los pueblos originarios los más postergados por este modelo de democracia, fueron los que le explicaron con claridad a la población que “o tenemos democracia o todos los problemas que tenemos no se van a poder resolver”. Yo creo que ahí hay una primera batalla ganada en el imaginario de la gente. Pero no defienden la democracia a nombre de un partido político o un señor llamado Bernardo Arévalo, sino la democracia como sistema para dar respuesta a esos problemas.

En este sentido, Bernardo Arévalo en su discurso dio señales, entre otras cosas, por medio de lo que él llama como un gabinete que debe estar comprometido en esa dirección, identificando unas líneas de acción centrales como la lucha contra la desnutrición y el hambre, porque en Guatemala 5 de cada 10 niños sufren de desnutrición. También habló del acceso integral de la población a un sistema de salud, para lo que habló de la creación de un sistema de salud universal que también incluya el acceso a los medicamentos, ya que en Guatemala los medicamentos se pagan a precios más altos incluso que en Europa; se pagan precios hasta 40 veces más altos que en otros países de la región, incluyendo el acceso a medicamentos para enfermedades crónicas. Habló también de un sistema educativo que elimine las barreras geográficas y que tenga una pertinencia cultural adecuada con toda la población.

Arévalo también habló de un tema que ha quedado relegado, incluso en el gobierno de Álvaro Colom, a quien podríamos catalogar como un presidente de corte liberal: es el tema del acceso a vivienda digna. Guatemala es un país con una gran capa de población joven, siendo los jóvenes grandes actores sociales, ya que además también se movilizaron, por lo que se propone el establecimiento de facilidades para el acceso a la vivienda por parte de esta población, lo que mejoraría sus condiciones de vida.

También un tema que se convierte en urgente es atacar las causas de la migración en Guatemala, es increíble que más de tres millones de guatemaltecos vivan en Estados Unidos, que no se van porque quieren sino porque en el país no hay oportunidades. Todos estos temas, junto con el necesario enfoque ambiental y el abordaje de una política que tenga en cuenta el tema del calentamiento global y la defensa de los recursos naturales, así como devolverle al Ejército el papel que tiene que cumplir, ya que estos gobiernos corruptos lo han usado para sus propios intereses por medio de las redes de corrupción enquistadas en el Estado.

Guatemala es el primer filtro de las ya conocidas caravanas migrantes en su carrera por atravesar México y llegar a Estados Unidos. ¿Qué perspectiva hay específicamente sobre este tema con el nuevo gobierno?

Efectivamente, Guatemala es el primer gran filtro de las caravanas. Sobre este tema es muy importante ver dos cosas. La primera es que somos un país que expulsa a sus propios ciudadanos, pero también es un país de tránsito de población de otros países; es un doble fenómeno.

Por un lado tenemos la expulsión de la población de Guatemala. Llega a un extremo tan difícil en que la gente prefiere someterse al riesgo de morir, de ser asaltados, de que las mujeres sean abusadas, violadas y de caer en manos de bandas de narcotráfico en México, que quedarse en un lugar donde no tienen con qué comer ni le pueden dar de comer a sus hijos.

Pero de otro lado tenemos a grandes cantidades de personas de otros países que llegan a nuestro territorio por una razón de tipo geográfico, no por ninguna otra. Y aquí quiero hacer un paréntesis para señalar que si Guatemala no entra en una crisis aún más profunda en términos económicos es por las remesas, el primer rubro de ingresos del PBI es el dinero que envían quienes viven en el exterior, y esa es una realidad que no se conduele con el trato que se le da a los migrantes en Guatemala.

Entonces el primer reto está en generar políticas que permitan darle un trato digno a los migrantes que pasan por el país. Es importante cambiar esa política, que es subsidiaria de la política de Estados Unidos, respecto a los migrantes y que se basa en el maltrato. Hay que retomar una política conjunta con Centroamérica y México de dignificación de los migrantes, el presidente Arévalo lo planteó de forma directa: nosotros vamos a retomar una política de trato digno a los migrantes, ya que no podemos continuar siendo la frontera sur de Estados Unidos, dando respuestas militares y policiacas al fenómeno de la migración. Entonces ese es un tema muy importante, Bernardo Arévalo lo tiene claro.

Pero hay otra cosa. Estados Unidos, junto con otros países, hizo parte de la comunidad internacional que defendió la democracia en Guatemala. Eso se agradece, pero no significa que se tenga una carta blanca para seguir los dictámenes de Estados Unidos respecto de las políticas migratorias. Creo que debe haber una dignificación de la migración construida con base en el respeto por los derechos humanos.

De otro lado hay un tema que no tiene que ver con la migración pero que lo quiero abordar. Hay una proliferación de fenómenos autoritarios en la región, nadie esperaba que pudiese salir airoso el proceso del presidente Bernardo Arévalo. Estaba todo en contra, el árbitro, la cancha, los jueces, las reglas, todo en contra. Sin embargo, lo que se dio en Guatemala es un ejemplo de convicción, de resistencia y de resiliencia democrática, que logró poner en los ojos de América Latina la cooptación de la institucionalidad y la aparición de fenómenos autoritarios muy complejos, pero a la vez también mostró el papel de la ciudadanía y de los pueblos de Guatemala. Y hablo de pueblos y no de pueblo porque hay que mostrar el papel que tuvieron los pueblos Maya, Garífuna, Xinca, Ladinos y mestizos en defensa de la institucionalidad y la democracia, que se debe traducir también en la defensa de una democracia con contenido, que le dé respuestas a las necesidades de la población; una democracia vacía, que no da respuestas, es una democracia que no va a ser defendida.

Guatemala tiene un vecino complejo. ¿Cómo se percibe el fenómeno de Nayib Bukele?

M.M.: Es un vecino muy complejo. Existen diferentes modelos de autoritarismo. En Guatemala existe un modelo que yo describo como de tipo medusa; es decir, tiene varias cabezas, es un pacto corporativo de autoritarismo, tiene la cabeza de los políticos corruptos, la cabeza de la oligarquía y el sistema económico tradicional, la cabeza de los que se llaman los nuevos sectores económicos, donde entra una buena parte de las economías ilícitas como los narcos que se aliaron con el paramilitarismo, esa es la forma de nuestro autoritarismo corporativo.

En El Salvador tienes una sola cabeza autoritaria y la ves ahí, es Nayib Bukele. El modelo es diferente aunque los efectos son los mismos, porque, finalmente, un sistema autoritario que viola sistemáticamente los derechos humanos, como lo que ha pasado en Guatemala y como está pasando ahora en El Salvador, no resuelve realmente las necesidades de la población. Se vende el autoritarismo, con otro nombre, como la panacea de la seguridad, donde la gente está dispuesta a perder derechos con tal de vivir segura, que es la forma como se ve, además de un enorme aparato de propaganda y difusión. Pero la realidad es distinta. Claro que ha dado respuesta a algunos problemas de la población, pero la economía de El Salvador está quebrada, el modelo de bitcoins de Bukele no ha dado resultados, eso lo puede contar mejor alguien que esté ahí, pero la base de la imagen proyectada por Bukele tiene como origen una enorme maquinaria de propaganda que maquilla la realidad.

De otro lado está el estado de excepción que tiene impuesto Bukele desde hace más de un año, donde se violan sistemáticamente los derechos humanos. Entonces lo que se vende es que la respuesta a todos los problemas de la gente es el autoritarismo, y en muchas partes de América Latina hay quienes reclaman ese modelo y eso es sumamente peligroso. Pero como componente adicional tenemos ese carácter mesiánico del personaje, algo como lo que vemos también con Milei.

Entonces el fenómeno de autoritarismo de Bukele es muy parecido al de Guatemala en sus efectos, cooptación de las cortes, violaciones a los DDHH, persecución a la oposición de forma feroz, fiscalía general a su medida, cooptación del Congreso y una política de restricción de libertades, lo que ha aumentado el exilio de figuras de la oposición y periodistas, y una política de seguridad vinculada totalmente al Ejército. Entonces ahí ves todas las señales de ese mismo autoritarismo.

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