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Casanova adapta novela de Delgado Aparaín

Otra historia es posible

Con singular pulso narrativo y tratamiento del humor, el realizador Guillermo Casanova estrena Otra historia del mundo, tomando como base una novela de Mario Delgado Aparaín. Un relato cargado de referencias simbólicas le permite componer un retrato crítico de una generación y de una época que dejó heridas sin cicatrizar.

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Por A.L. Esta historia, esta otra historia, transcurre en el pueblo Mosquitos, en alguna hipotética locación fronteriza, durante los últimos años de la dictadura comandada por cívicos y por militares, cuando las voces y las imágenes no eran engullidas vorazmente por redes virtuales y se animaban a desafiar con otro coraje los ramalazos del terror. Y tiene como protagonistas a Milo y a Gregorio, a las dos hijas de Milo y a su madre y a Rina, al coronel Valerio y a su mujer y a su hijo, y también el alcahuete del coronel y al locutor de radio que acomoda el cuerpo hacia donde calienta el sol, y varias mujeres más, y un lote de infames enanos de jardín. Y tiene, calando por cada poro, al miedo, a los demonios (a los dos demonios revolviéndose entre las vísceras), a la represión, a la cárcel, a los cuarteles, a las memorias. Y tiene, vaya acertada osadía, al humor, a la comedia, como elemento que le da unidad y coherencia al relato. Esta historia, esta otra historia, es en realidad una trama de muchas historias, con voces femeninas, con muchas voces femeninas, que devienen heroínas aunque los que fungen como protagonistas son dos varones. Ellas, detrás de los efectos de aquella sociedad patriarcal, uniformada por el terror, son las puntas de lanza de todo o casi todo. Son las que salvan primero a Gregorio y después a Milo. Son las que revuelven todo. Son las que sostienen una historia ficticia, un astuto invento de Gregorio para salvar a Milo, su amigo que cayó preso, hasta que esa mentira vestida de discurso historiográfico cumple su objetivo (un objetivo que usted, lector, lectora, tendrá que descubrir en la sala de cine). Estas historias, estas otras historias sostenidas con un coraje que no es retratado en documentales que abordaron aquella nefasta época, son los motores de Otra historia del mundo, el segundo largometraje de ficción de Guillermo Casanova (El viaje hacia el mar, 2003), que se estrenó esta semana.   Heroicos La novela Alivio de luto, de Mario Delgado Aparaín, es la base de las historias que se cuentan en la película. Casanova se jugó a narrar esas otras vidas heroicas, con un hábil manejo del registro histórico y del humor. Un proyecto ambicioso, que insumió más de diez años de trabajo, y que dirigió el foco hacia las vivencias que marcaron a una generación que hoy bordea los cincuenta, esa generación, como dice Casanova, que a la salida de la democracia fue acorralada por las razzias y también ninguneada y botijeada por la gerontocracia instalada en el poder. “Estoy dispuesto a defender cada punto narrado en la película”, dice el director. Para eso, enfatiza, trabajó con minuciosidad las historias que recuperó de la novela Alivio de luto, hurgó en sus propias vivencias, definió el contexto temporal y geográfico. “Con Mario trabajé el guión en una primera etapa y luego sumé al proyecto a la escritora Inés Bortagaray para construir con profundidad el mundo femenino de la película. Y ese trabajo intenso está en cada tramo de la película. Además refleja mi propio mundo. Si en El viaje hacia el mar aposté a los recuerdos de mi niñez, cuando viajaba con mi abuelo a la Barra de Maldonado, en Otra historia del mundo puse el foco en mi juventud, en ese tiempo final de la dictadura”. La idea primera, la piedra de toque de este proyecto, surgió durante la filmación de El viaje… Luego, tras una charla con el reconocido y recordado crítico de cine Ronald Melzer, Casanova le dio otro impulso al proyecto: era el tiempo, le aconsejó Melzer, de apostar a una realización más ambiciosa. Y en la novela de Delgado Aparaín encontró la historia, las otras historias. “En realidad, en esa novela encontré un planteo complejo, con muchos personajes, con historias que se van superponiendo. Todo un desafío”. Para llevar adelante esta nueva ficción, Casanova hizo una segunda jugada clave: concentrarse en el trabajo actoral. Y para ello convocó a un numeroso elenco de reconocidas figuras locales, como César Troncoso y Roberto Suárez, que encarnan a los personajes centrales (Gregorio Esnal y Milo Striga, respectivamente). “Los actores son todo en una película. Podés tener un buen guion, pero si los actores son malos, la película va a naufragar. Ellos son la clave para que este proyecto llegara a buen puerto”. Y la tercera jugada fue, como ya se anotó, el atinado trabajo con el registro histórico y con el humor para completar una narración cargada de ángulo, de una densa perspectiva personal. Dos elementos que le sirven a Casanova para disparar la interpretación hacia múltiples referencias simbólicas, para lograr decir mucho con acotados recursos discursivos. El resultado es muy efectivo. Otra historia del mundo es un relato a la vez personal y generacional, que compone con fidelidad el ambiente de un pueblo del interior y se enriquece con un ángulo crítico que mete el dedo en varias llagas que no han cicatrizado.

Actores y actrices
Rodada en su mayor parte en locaciones del pueblo San Antonio, en Canelones, Otra historia del mundo cuenta con un elenco de elogiables actuaciones. A las de Troncoso y Suárez, se suman las de Néstor Guzzini, Christian Font y Gustaf. Mención aparte merecen las actuaciones que dieron vida a los personajes femeninos: Alfonsina Carrolcio, Natalia Mikeliunas, Cecilia Cosero, Jenny Goldstein, María Elena Pérez, Susana Castro.

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