Salvo sostener con firmeza que en Uruguay no hay presos políticos, el ministro García no ha podido (querido) sostener el avance de quienes tantísimos años después parecen haber caído en la cuenta que eran familiares de víctimas de la violencia de la guerrilla, o de los que purgan prisión en la cárcel de Domingo Arena por delitos de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado.
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Quizás esté llevando adelante el acuerdo político a lo interno de la coalición multicolor que implica tomar nota de los reclamos de Cabildo Abierto que se ha abanderado con estos temas y parece ser el único reclamo al que el Partido Nacional está dispuesto a acceder, entre otras cosas porque, entre dientes, está de acuerdo.


El ministro de Defensa Nacional dijo en rueda de prensa que la vivienda conocida como «Cárcel del Pueblo», en cuyos sótanos el Movimiento Nacional de Liberación Tupamaros (MLN-T) realizaba secuestros políticos, será habilitada para visitas en los próximos días.
“Es parte de una historia trágica de Uruguay, pero por ser trágica no deja de ser la historia de nuestro país”, sostuvo García. “La historia hay que conocerla sin recortes y sin parcialidades, después cada cual llega a sus conclusiones”, manifestó.
“Es un lugar de la memoria sin duda ninguna”, memoria hemipléjica agregaríamos ya que en ningún momento mencionó que, posteriormente a ser tomada por las Fuerzas Armadas, ofició como uno de los centros clandestinos de reclusión. Así no va a estar muy fácil llegar a conclusiones lo más objetivas posibles.
Para fortalecer el concepto del ministro, los grandes medios de comunicación no dejan lugar a dudas que se refieren al sitio ubicado en la calle Juan Paullier cuando operaba como local de los tupamaros y allí terminan las referencias.
Desde hace años, el establecimiento ubicado en la calle Juan Paullier es jurisdicción del Ministerio de Defensa Nacional.
Previo al informe público el ministro expresó en la Comisión de Defensa del Senado que “en los próximos días vamos a autorizar las visitas a lo que se conoció como ‘la cárcel del pueblo’, ubicada en la calle Juan Paullier, en Montevideo. Ustedes saben que se trata de una casa que tiene una significación histórica que todos conocemos, ya que estamos hablando de parte de una historia muy trágica de Uruguay; pero es parte de nuestra historia. Es una casa que en el año 1972 había sido descubierta por las Fuerzas Armadas. Hubo todo un proceso posterior –que comenzó en los años setenta y pico– para el reclamo de la propiedad de la casa, que terminó, luego de la recuperación democrática, en una decisión judicial que la dejó en manos del Ministerio de Defensa Nacional. Allí está, reitero, lo que se dio a conocer como ‘la cárcel del pueblo’ y nos pareció que es parte de una historia que, sin recortes, hay que conocer; de hecho, hay gente que quiere conocerla. El año pasado recibimos una solicitud para conocer el lugar por parte de una organización integrada por familiares de dos de las personas que fueron secuestradas allí: Pereira Reverbel y Frick Davies. Y entonces dispusimos dar lugar a esa solicitud en el mes de noviembre, en un acto muy reservado, al que fueron los familiares acompañados por el señor subdirector general de Secretaría, doctor Goñi, que hoy se encuentra aquí presente. Fueron a visitar la casa y estuvieron en el lugar, en un acto de introspección y recogimiento.
Cabe decir que tuvimos otras solicitudes; después de analizar el tema y habiendo pasado los tiempos electorales –consideramos que había que separar el asunto de cualquier connotación de tipo político partidario–, nos parece que es momento de autorizar las visitas, de la misma forma en que lo hacen otros uruguayos que concurren un sábado por mes a lo que fue el Batallón de Infantería Nº 13, conocido en su momento como el ‘300 Carlos’. En este caso vamos a utilizar el mismo sistema de agenda previa ya que, como comprenderán, se trata de un lugar de espacio muy reducido que se encuentra debajo de un garaje. La idea es proceder de la misma manera como se hizo con un centro clandestino en el cual se violaban los derechos humanos, como es el caso del citado Batallón de Infantería Nº 13, ya que este también fue otro centro de detención clandestina y violación de los derechos humanos. Por esa razón nos parece que lo que corresponde es que autoricemos las visitas. Nuestra intención es comenzar luego de que pase la semana de turismo o semana santa, para lo cual habilitaremos la agenda correspondiente en las próximas horas”.
De sus breves palabras se desprende que el ministro sabe que el lugar ofició como centro clandestino de detención y si bien es comprensible que en la comisión legislativa no se explayara sobre la información que maneja, no realizó un solo comentario de esa situación en rueda de prensa.
Un “chupadero” de la operación Morgan
Una vez que el lugar pasó a ser propiedad de las Fuerzas Armadas, fue un centro clandestino de reclusión utilizado por las fuerzas represivas en la operación Morgan.
La causa caratulada ‘Daniel Albacete y otros’ refiere a la represión a militantes del Partido Comunista conocida como «operación Morgan», en la que se recluyó en forma ilegítima a un centenar de personas a las que se los sometió a torturas y abusos sexuales. La causa también incluye víctimas pertenecientes a la Unión de Juventudes Comunistas del Uruguay, MLN Tupamaros y otros grupos políticos contrarios al gobierno de la época. El 16 de abril de 2021 fueron procesados con prisión los represores Jorge Silveira, Avelino Ramos y José Nino Gavazzo por delitos de privación de libertad y abuso de autoridad contra los detenidos. La imputación de los delitos sexuales solicitada por Fiscalía fue denegada por entenderse que estos crímenes quedan «subsumidos en los delitos mayores».
Hay cuatro causas judiciales vinculadas a violaciones a los derechos humanos que tuvieron el lugar como mudo protagonista de la barbarie.
Nuble Donato Yic tenía 47 años, era militante del Partido Comunista y fue detenido frente a su domicilio el día 22/10/1975 por integrantes de las Fuerzas Conjuntas. En el momento de su detención estaba convaleciente de un segundo infarto. Fue trasladado por distintos centros de reclusión, (uno de ellos la cárcel del pueblo) permaneciendo en calidad de desaparecido durante cinco meses en los que fue sometido a torturas que produjeron su fallecimiento el 15/3/1976 a causa de un infarto mientras se encontraba detenido en la Batallón de Infantería Nº 2 ubicado en el kilómetro 14 de camino Maldonado.
Juan Luis Berdún es otro de los que denuncia haber pasado por ese lugar ante una ilegitima detención, privación de libertad, secuestro y torturas, causa que se agrega a la de Walter Real Marrero.
La otra causa tiene que ver con la detención ilegitima secuestro y tortura de Carlos Peluffo.
Relato de sobrevivientes
Mirta Macedo narra en su libro Un Día, una noche… todos los días que “la experiencia que dejaba la caída del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) indicaba el uso para fines de tortura, de cuarteles, vagones, depósitos, casas clandestinas. Los primeros grupos de detenidos a partir de octubre de 1975 transitamos diferentes lugares. Primero nos concentraron en la conocida ‘casa de Punta Gorda’, al aumentar el número de detenidos, fuimos trasladados a otros centros clandestinos, que fueron especialmente ‘acondicionados’ para poder ‘trabajar mejor’ -según ellos-. Estos lugares fueron: Una casa requisada al MLN años anteriores, conocida como la ‘Cárcel del Pueblo’ ubicada en la calle Juan Paullier”.
El segundo infierno
Sigue contando Macedo: “Luego de unos cuantos días pasé con un grupo a una vieja casa que la llamaban el 300R o ‘La Cárcel del Pueblo’. En calidad de ‘depósito’ fuimos alojados en sus amplias habitaciones llenándolas por completo. Era una vieja casona con grandes habitaciones y muebles a lo largo de un patio con claraboya, un patio exterior -al fondo-desde donde se podían ver algunos edificios de la ciudad. Había un garaje donde entraban y salían los coches. En ese lugar habían arreglado un espacio para sacarnos fotos. Las paredes de algunas de las habitaciones mostraban grandes agujeros sin poder observar a donde conducían. Habían ubicado a las mujeres en una habitación y a los hombres en el resto de la casa, sentados en el suelo alrededor de las paredes de las habitaciones. Más adelante nos dejaron sentar y descansar en algunos escasos colchones que debíamos compartir. A algunos de nosotros nos permitían realizar movimientos puntuales, por ejemplo cuando llegaba la comida la distribuíamos, aprovechando así para conocer la salud, el estado general de los depositados en la ‘cárcel’.
‘La cárcel’ estaba custodiada por tres guardias de particular que hacían un horario de ‘24 por 24’. Rápidamente emergieron los ‘buenos y los malos’ con perfiles muy claros. La guardia ‘mala’ era consecuente con esta denominación. A su mando, un joven, golpeaba a puñetazos a los hombres permanentemente, causando verdaderos estados de pánico. Por ellos mismos supimos que era un boxeador y años mas tarde lo reencontramos envejecido y taciturno deambulando por las caballerizas del penal de Punta de Rieles. La ‘guardia buena’ permitía un encuentro de segundos a las parejas que allí se encontraban. Nos daban un desayuno por la mañana y dos comidas por día. Pasábamos al baño y nos sentaban o quedábamos parados durante el día. Esta rutina era varias veces interrumpida por los ‘jefes’ que venían a controlar, o a buscarnos para el interrogatorio”.
Los dos demonios
Para Rodrigo Barbano, integrante del colectivo que sistematiza la información sobre el período de la dictadura militar georreferenciando lugares denunciados y causas judiciales a su vez sistematizadas por el Observatorio Luz Ibarburu, la forma en que el ministro García presenta la “Cárcel del Pueblo”, no poniendo énfasis en el período utilizado como centro clandestino de reclusión, fortalece la lógica de la teoría de los dos demonios. Esta afirmación también es confirmada por senadores y diputados de la oposición de la comisión de defensa para quienes no pasó al descuido la intencionalidad en mencionar la casa de Paullier con el 300 Carlos. Para Barbano no es casual la autorización a visitar este sitio en plena campaña por la prisión domiciliaria de los presos en Domingo Arena e imponer la idea de que son presos políticos, como reivindican sus familiares.