El domingo 31 de mayo del año 2020 Uruguay amanecía estupefacto con la noticia de que tres marinos de la base naval del cerro habían sido ejecutados.
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Las víctimas, oriundas de Rivera y de Tacuarembó, eran Juan Manuel Escobar, Alex Guillenea y Alana Rodríguez.
Los dos marinos que estaban de guardia fueron encontrados por efectivos policiales en el suelo y con heridas de arma de fuego a la altura de la cabeza. El tercero fue hallado tendido en un colchón. Sus edades, eran 31, 25 y 22 años. Los efectivos policiales que trabajaron en la escena constataron que no estaban sus armas de reglamento (tres pistolas 9MM), si bien sí encontraron sus chalecos balísticos.
En su momento la fiscal Mirta Morales explicó que el imputado por homicidio especialmente agravado es una persona que era funcionario de la Armada y cumplió funciones hasta el mes de marzo. Incluso, según dijo la fiscal, el autor del crimen cumplió tareas en el mismo lugar donde se registró el homicidio y que por eso conocía, la operativa que se realizaba y, probablemente, también conocía a las personas que estaban trabajando en el lugar o por lo menos a alguno de ellos. Esta última afirmación hace pensar que el hombre sorteó fácilmente el acceso al lugar y la fiscal agregó que es altamente probable que el ingreso al lugar fue voluntario, es decir, que «se lo dejó ingresar». «Entendemos que, de alguna manera, como sabía la operativa, sabía que había dos funcionarios trabajando y otro descansaba. Solo una persona que conoce la operativa sabe eso», agregó la fiscal.
Politiquería
Mientras se buscaba aclarar lo sucedido, el ex Presidente Julio María Sanguinetti en base a los titulares de prensa, declaraba que «Los que tenemos algunas historias vividas de los tiempos de violencia se nos vino a la memoria lo de mayo de 1972, cuando cuatro soldados que estaban haciendo guardia fueron también asesinados». El evento de mayo de 1972 del que habló Sanguinetti se trató del asesinato de cuatro soldados del Batallón de Infantería Blindado Nº 13 a manos de un grupo de tupamaros. Tuvo lugar en la casa familiar del General Florencio Gravina, comandante en Jefe del Ejército en ese entonces.