¿El caso de la expedición del pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset y el del exjefe de la custodia presidencial, Alejandro Astesiano, afectan a la imagen del gobierno y del presidente Luis Lacalle Pou? Esa parece ser la pregunta que muchos se hacen en este momento.
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El doctor en ciencia política y profesor de la Universidad de la República Daniel Buquet dijo a Caras y Caretas que la imagen del Ejecutivo enfrenta una “situación crítica” por lo que el gobierno podría estar llegando una instancia en la que tenga que optar entre dos estrategias: una podría ser la renuncia de un ministro o funcionario y la otra poner un tema de relevancia política, como podría ser el de la reforma de la seguridad social, para cambiar el foco de atención.
“Yo diría que el gobierno, desde el punto de vista de su imagen pública, está en una situación crítica. Esto es una crisis. Las crisis se superan. Ahora, en algunas crisis, muchos quedan por el camino. No he visto que el gobierno haya tratado el asunto con el nivel que la crisis exige. Creo que arrancaron talenteando, repitiendo algunos eslóganes que venían diciendo y la evolución de la situación los dejó en offside. Entonces, supongo que dirán que la cosa era más grave de lo que pensamos y tendrán que definir cómo la enfrentan”, afirmó Buquet.
Sostuvo que tanto el caso de Marset como el de Astesiano operan de manera similar en la opinión pública. “Dan la idea de que el gobierno no está haciendo lo suficiente para oponerse a la delincuencia y muestra al gobierno facilitando o favoreciendo el accionar de delincuentes”, agregó.
“El gobierno tiene que tomar alguna otra estrategia para enfrentar este asunto que lo afecta y preocupa. La estrategia puede incluir que renuncie algún ministro o alguna figura clave de modo de tirarle la culpa a un fusible. Eso no ha ocurrido hasta ahora”, indicó.
Sostuvo que cuando el Frente Amplio se enfrentó al caso del exvicepresidente Raúl Sendic actuaba como “partido”, algo que no está pasando en el gobierno, al ser una coalición.
“Cabildo Abierto ya ha dicho que es un problema de ustedes, me refiero a los blancos, y nosotros no tenemos nada que ver. Esto lo veremos a lo largo del año que viene. O el gobierno busca una respuesta contundente que deje algunas figuras fuera de toda sospecha y responsabilidad, haciendo renunciar a otras, o vamos a ver un proceso donde los propios miembros de la coalición digan yo no tengo nada que ver con esto a medida que se acerquen a los procesos electorales”, agregó.
Sostuvo que hacer renunciar a un ministro tiene un costo, pero el problema es que cuanto más estire el gobierno la decisión, los efectos son “peores”.
“Pero hay otra estrategia. Si hay un asunto que se expone durante un tiempo en el tope de la agenda, yo puedo meter otro tan poderoso que le baje la relevancia. Creo que la reforma de la seguridad social puede opacar estos escándalos [...] Creo que el tema no estaba previsto que fuera tan rápido, la semana que viene entra al pleno del Parlamento y tal vez apuran el trámite para zafar de los casos de Astesiano y Marset”, reflexionó.
¿El caso Astesiano y el de Marset están desgastando la imagen del gobierno y del presidente?
Yo diría que es un hecho, al menos por una encuesta sabemos que hay un porcentaje de personas que dicen que el caso Astesiano cambió su opinión sobre el presidente. Aproximadamente de un 30 por ciento de los encuestados, 22 por ciento dice que afectó negativamente y un 8 por ciento dice que afectó positivamente. O sea, podemos decir que efectivamente el caso Astesiano por lo menos tuvo un impacto negativo. Estos números no quieren decir que afecten la aprobación. Son preguntas independientes.
Sin embargo, también vimos en distintas encuestas o bien una reducción de la aprobación del presidente no muy grande o bien un aumento de las opiniones negativas. No es que podamos saber a qué se debe, pero dado que justamente el período de la encuesta anterior y de la última divulgada tiene este asunto [Astesiano] en el centro de la agenda, es razonable pensar que está teniendo este efecto.
Por otra parte, el propio gobierno reconoce el potencial impacto negativo con expresiones como las del propio secretario de presidencia, que dice que se está comiendo un garrón. Por un lado se quieren sacar responsabilidad, pero reconocen que eso produce potencialmente al menos un impacto negativo
El caso Marset había quedado un poco por detrás, pero en estos días resurgió con la conversación que se divulgó entre los subsecretarios de Interior [Guillermo Maciel] y Relaciones Exteriores [Carolina Ache]. Los dos casos puede que operen de manera similar en la opinión pública en el sentido que el gobierno no está haciendo lo suficiente para oponerse a la delincuencia y muestra a las autoridades facilitando o favoreciendo el accionar de delincuentes.
¿Cree que hay conciencia total de la ciudadanía sobre estos casos?
Más allá de la gravedad objetiva de los casos, creo que es bastante consensual que se trata de casos graves. De hecho, lo ha manejado el gobierno. Por otro lado, creo que el impacto en la ciudadanía no ha sido radical y tal vez haya sido o esté siendo un impacto progresivo.
Lo que han tenido estos casos, sobre todo por el trabajo periodístico, es una secuencia de nuevos elementos que muestran que la propia actuación del gobierno en algún caso es peor de lo que se había pensado en un principio. No parece haber tenido un impacto radical, repentino, sino gradual.
Inmediatamente después que surgió el caso Astesiano se hizo una encuesta que no mostraba ningún impacto en la imagen del gobierno. Eso hace pensar que la primera noticia de la detención de Astesiano vinculado a un delito particular, tal vez por eso mismo, no tuvo un impacto muy fuerte, sino que el impacto se ha venido produciendo gradualmente a medida que se conocen más detalles u otros elementos delictivos.
Se puede pensar que como esto está en proceso, pueda seguir produciéndose. No se trata de que la ciudadanía cobre conciencia, no lo veo de este modo. La ciudadanía es diversa, incluso hay mucha gente que habrá oído hablar de este tipo de cosas, pero no es un asunto que les interese y habrá otra gente que a medida que se acumule la información le va dando más importancia y entonces eventualmente algunas de esas personas terminan cambiando su opinión sobre el presidente o sobre el gobierno.
Teniendo en cuenta que hace un año el gobierno tenía buena aprobación en el manejo de la covid-19, ¿se está produciendo un cambio en la ciudadanía?
Sí, claro. El cambio ocurrió antes de estos casos. Durante la pandemia y hasta el año pasado, la preocupación por la covid-19, el desempeño del gobierno, la figura del ministro de salud, operaron a favor del gobierno notoriamente. Lo podemos saber cuando se evaluaba al gobierno y en materia de salud era muy favorable.
A partir de este año, una vez que desaparece la preocupación por la pandemia, las preocupaciones usuales, las que tienen que ver con cuestiones económicas y la seguridad, que viene siendo un tema central en la preocupación de la gente, pasan al primer plano.
Hemos visto que las evaluaciones del gobierno en materia de seguridad han venido empeorando coincidentemente con un incremento de los homicidios, que se habían reducido durante la pandemia, allí hay otro frente que el gobierno tiene abierto.
Si bien la inflación y el desempleo son centrales en las personas, no están jugando a favor del gobierno, pero tampoco negativamente. El indicador negativo es el de salarios reales, pero lo tiene neutralizado; lo que más está conspirando contra el gobierno son los casos Marset, Astesiano y el incremento de los homicidios.
¿El gobierno está pasando por su peor momento?
Sí, es claro. Está en su peor momento, pero no es espantoso, ha habido gobernantes en peor situación. El presidente tiene un pequeño saldo positivo, tiene niveles de aprobación razonables. Está en su peor momento, el tema es que tuvo momentos muy buenos, por eso en este momento estaría empatando. Este es su peor momento, lo que no sabemos es cómo evolucionará esta situación. Si esa popularidad va a continuar en descenso o se recupera. Hemos visto en muchos períodos anteriores a los presidentes recuperando, en algunos casos bastante y en otros marginalmente.
El gobierno no ha logrado mostrar una capacidad para responder a esta situación porque se quedó muy concentrado, por ejemplo, el ministro del interior, haciendo un discurso culpando al gobierno anterior. Ese discurso tiene un defecto y es que a medida que los asuntos se van conociendo más, se transforma en una explicación muy débil. Es un momento de mucha incertidumbre. No sabemos cuánto más vamos a saber de Astesiano, no sabemos cómo el gobierno va a buscar oponerse a esa evidencia. Superar este asunto, estamos en una etapa intermedia. Este asunto puede terminar con la renuncia de un ministro. Hasta ahora no ha pasado casi nada.
El gobierno tiene que tomar alguna otra estrategia para enfrentar este asunto que lo afecta y preocupa. La estrategia puede incluir que renuncie algún ministro o alguna figura clave del gobierno de modo de tirarle la culpa a un fusible. Eso no ha ocurrido hasta ahora.
El Frente Amplio cuando tuvo el caso Sendic y tuvo problemas similares, dando explicaciones inverosímiles que buscaban justificar a Sendic, actuaba como partido. Pero en este caso, el gobierno es de coalición, Cabildo Abierto ya ha dicho que es un problema de ustedes, me refiero a los blancos, y nosotros no tenemos nada que ver. Esto lo veremos a lo largo del año que viene. O el gobierno busca una respuesta contundente que deje algunas figuras fuera de toda sospecha y responsabilidad haciendo renunciar a otras, o vamos a ver un proceso donde los propios miembros de la coalición digan yo no tengo nada que ver con esto a medida que se acerquen a los procesos electorales.
Teniendo en cuenta lo que pasa en otros países de América Latina, en donde ya habría ocurrido la renuncia de algún funcionario, ¿cree que el gobierno está actuando demasiado lento?
Es difícil decirlo de afuera. Tengo la tentación de pensar que sí. Este gobierno ha tenido problemas con muchos ministros por distintas razones, algunas que no generan responsabilidad política como el fallecimiento de [Jorge] Larrañaga. El exministro de Turismo [Germán Cardoso] renunció con un escándalo. Hacer renunciar a un ministro no es gratis, pero el problema es que cuanto más lo estirás, es peor. El FA tuvo costos por el caso Sendic. Sendic era una figura de alto nivel. Esos costos tienen que ver con la demora en enfrentar la situación.
Si fuera el Ministerio del Interior, estamos hablando de un aliado muy cercano del presidente. No es lo mismo Bustillo, podría ser un costo menor porque no sería una figura política de primera línea. O pago el costo de reconocer algún error serio y se lo hago pagar a una figura de mi partido, pero evito el costo de que esto siga erosionando nuestra popularidad. Es una decisión difícil, pero cuanto más tiempo pase, si el asunto da para más, si no le hacés pagar el costo a alguien de alto nivel ahora, el costo que se va a acumular en los próximos meses podría ser peor y tal vez se esté demorando el asunto. Capaz que este es el momento de tomar una decisión, pero no hay elementos para hacer estas cuentas ahora.
Pero hay otra estrategia. Si hay un asunto que se expone durante un tiempo en el tope de la agenda, yo puedo meter otro tan poderoso que le baje la relevancia. Creo que la reforma de la seguridad social puede opacar estos escándalos. En la medida que la responsabilidad de las figuras del gobierno sea la falta de prudencia y llevás adelante una reforma de la seguridad social que genera la movilización de actores muy importantes, como los sindicatos, se puede cambiar el foco de atención. Creo que el tema no estaba previsto que fuera tan rápido, la semana que viene entra al pleno del Parlamento y tal vez apuran el trámite para zafar de los casos de Astesiano y Marset.
¿En resumen, se puede decir que el gobierno está acorralado y tiene que tomar una decisión en este momento?
Yo diría que el gobierno, desde el punto de vista de su imagen pública, está en una situación crítica. Esto es una crisis. Las crisis se superan. Ahora, en algunas crisis, muchos quedan por el camino. No he visto que el gobierno haya tratado el asunto con el nivel que la crisis exige. Creo que arrancaron talenteando, repitiendo algunos eslóganes que venían diciendo y la evolución de la situación los dejó en offside. Entonces, supongo que dirán que la cosa era más grave de lo que pensamos y tendrán que definir cómo la enfrentan.
El gobierno está en una situación crítica y está a la defensiva. Si pretende seguir adelante y tener chances para ganar la elección, no puede seguir a la defensiva. En la metáfora futbolera, vos podés jugar a empate, pero después de que te hicieron un gol, no podés seguir así el resto del partido porque vas a perder. La situación de este gobierno es hacer un gol. Se está defendiendo, pero no está logrando remontar el partido.