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Política

Sobre autonomías y estrategia.

El plebiscito: una prueba de fuego para la unidad de acción

La tensión generada por el plebiscito que impulsa el Pit-Cnt vuelve a abrir un fecundo debate en la izquierda nacional.

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Caras y Caretas Diario

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La situación no es nueva para la izquierda y solo los ajenos o imberbes pueden creer que la tensión generada por el plebiscito que impulsa el Pit-Cnt implica el fin de los días de la izquierda nacional. Sin embargo, el renovado y fecundo debate que genera en el Frente Amplio, en los grupos políticos por fuera de la coalición y en la izquierda social parece resultar oportuno a la hora de la definición de proyectos políticos alternativos.

No hay militante de izquierda, en cualquier ámbito, que deje de lucir con orgullo el triunfo del plebiscito contra la privatización de las empresas públicas de los 90; plebiscito que estuvo signado por discusiones bien parecidas a las actuales en el seno de la izquierda, que incluso llevó al impulso de dos papeletas (la blanca y la rosada).

Cuando en el último congreso del Frente Amplio se hizo una autocrítica sobre el vínculo de la fuerza política con las organizaciones sociales, algo nuevo parecía asomar en el horizonte.

Estaba claro que las organizaciones sociales no estaban obligadas a ser “poleas de transmisión” de la fuerza política, y que esta no estaba obligada a hacer “seguidismo” de las definiciones de las fuerzas sociales. Lo que no quedaba claro, terminado el debate teórico, es cómo se resuelve en la práctica la unidad de acción cuando se enfrenta un problema de características nacionales, ni cuál es el punto del medio entre “el centralismo democrático” en un extremo y el “democratismo disolvente” en el otro; o sea, si la minoría debe actuar en función de las definiciones de la mayoría y cómo se construye confianza cuando de antemano se expone la discrepancia para advertir que se sentirán en libertad de acción, para no aceptar las resoluciones mayoritarias.

Tal vez la mayor diferencia a la hora de las valoraciones con los debates de antaño es que, luego de 15 años de ser gobierno, el Frente Amplio en su conjunto aspira a un nuevo triunfo electoral en 2024 evitando cualquier acción que ponga en peligro ese objetivo, y el plebiscito es uno de ellos, según varios actores.

Caras y Caretas salió a consultar a varios dirigentes del Frente Amplio y de organizaciones sociales. Lo primero que encontramos fue la resistencia de varios a responder, en caso de frenteamplistas, al menos hasta que el Plenario Nacional resuelva. Esto, a pesar de que hubo una primera definición de libertad de acción que los habilitaría. Otros, como el presidente Fernando Pereira, “obligado” a respetar las diferencias internas, agregaron que además de no responder se entendía que ese debate (que corre a lo largo y ancho del Frente Amplio) no ayudaba.

Una cantidad bastante representativa de opiniones sí lo hicieron y las tensiones, podríamos decir, se ubican en la oportunidad política de este plebiscito y en las dudas y convicciones que existen en torno a ubicar como enmiendas constitucionales algunas definiciones en torno a la Seguridad Social.

A todos los dirigentes preguntamos:

1) ¿Sobre qué bases se construye la alianza entre fuerza política y organizaciones sociales? ¿Solo existen diferencias tácticas?

2) ¿Cómo impactan estas diferencias en la acumulación general de las fuerzas progresistas?

3) ¿A qué disciplina deben responder los integrantes de partidos políticos que pertenecen a organizaciones sociales o sindicales?

4) ¿No implica un riesgo aplazar posibles respuestas a la reforma de Seguridad Social, apelando al diálogo social y partiendo de la base del triunfo del FA en 2024?, ¿y si no gana?

Por razones de espacio publicaremos los conceptos más importantes, ya que todos los consultados tuvieron la gentileza de tomarse un tiempo para responder todas las preguntas.

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El senador del MPP Alejandro Sánchez expresó: “Es una diferencia táctica con el movimiento social respecto a cómo enfrentar la ley que llevó adelante la coalición de gobierno, y lo que hay son coincidencias sobre el fondo del asunto. Hay desacuerdos en la oportunidad de colocar estas cuestiones en la Constitución y sobre el momento político de hacerlo.

Hay diferencias con la redacción concreta de los artículos, pero no con la idea de quitar el lucro de la Seguridad Social, con la idea de que hay que revertir la situación de aumentar la edad jubilatoria y con la idea de que hay que priorizar, en definitiva, las jubilaciones mínimas. Yo creo que las intenciones son buenas. El problema es que, como se concretan, genera muchas dificultades, incluso para el movimiento popular, porque indexar jubilaciones mínimas al salario mínimo nacional es juntar dos políticas que no deben estar juntas. ¿Por qué? Porque el salario mínimo nacional es el piso para las relaciones laborales. Estás incorporando una variable de gasto fiscal, entonces cualquier gobierno -el de derecha ni que hablar, pero hasta un gobierno progresista- va a tener que evaluar si tiene los recursos para aumentar su gasto en Seguridad Social para aumentar el salario mínimo nacional. Yo creo que es un error. Creo que el tema es cómo nos paramos en este escenario, porque la idea de que haya un vínculo entre las organizaciones sociales y las organizaciones políticas es clave, pero ese vínculo no puede ser de seguidismo ni de polea de transmisión de lo otro.

Entonces, me parece que es legítimo que el Pit-Cnt resuelva -y de hecho resolvió un texto y una estrategia-, y no se planteó discutirlo con el Frente Amplio; se planteó ‘esta es mi estrategia, este es mi texto, y con esto voy a ir a juntar firmas’. Me parece que es legítimo, y entonces es legítimo que el Frente Amplio le diga ‘tenemos un montón de coincidencias, un montón de acuerdo de miradas largas, pero en esta no coincidimos’.

En el marco de la acumulación global de los progresistas yo creo que va a depender de cómo nos paremos todos. Yo creo que esto puede tener un impacto negativo, sin lugar a dudas, porque puede generar desconfianza o puede haber quienes traten de construir una separación entre el Frente Amplio y el movimiento social. El movimiento social está en un debate fuerte, que es definir si en el Uruguay hay dos modelos o tres; hay quienes pregonan la idea de que hay tres modelos: el modelo de las organizaciones populares, un modelo neoliberal humanista del Frente Amplio y un modelo neoliberal conservador de las fuerzas de derechas. Yo no comparto esa idea, creo que en el Uruguay hay dos bloques y tenemos que construir cuáles son los consensos. Había un consenso con respecto a cuáles eran los cambios necesarios y posibles durante el ejercicio del gobierno del Frente Amplio los últimos 15 años, a veces por haber logrado determinadas agendas. Y a veces, por no haber cumplido algunas agendas, se rompió ese consenso que había entre la izquierda social y política. Hay que reconstruirlo, pero para reconstruirlo es necesario un debate de carácter programático, con luces largas, con mirada de largo plazo de lo que está pasando en el mundo, de cuáles son los desafíos y cuáles son los principios que deben regir. Hoy está ausente esa discusión, tanto por problemas de la fuerza política como por problemas de las organizaciones sociales.

En el caso de las fuerzas políticas que definieron no acompañar el plebiscito, preguntarse por cuál es la disciplina que deberían acatar es un debate lindo, va a ser complicado porque, en definitiva, hay dos disciplinas. Hay que hacer alguna diferencia, una cosa son los dirigentes sindicales y los dirigentes políticos y otra cosa son los militantes. Obviamente, si hay un dirigente sindical cuyo sindicato colectivamente resolvió acompañar esta movida, tiene que acompañarla, porque representa a ese conjunto, por más que tenga una pertenencia política o partidaria. Nosotros pensamos que la reforma que se votó es injusta pero atrasada. O sea, es una reforma en el siglo 21 pensando en el siglo 19, ese es el verdadero horror. Entonces, sin diálogo social, sin participación de la Academia, es muy difícil que uno se ponga a elaborar qué es lo que va a pasar en estos aspectos. Necesitamos cambiar la política económica; o sea, no solo necesitamos resolver los problemas de la Seguridad Social, también tenemos que resolver el problema de la economía, de la vivienda, de la educación, de la salud y, particularmente, de la distribución. Nosotros tenemos que confrontar con la política económica, no basta con discutir sobre Seguridad Social”.

El diputada Micaela Melgar anunció la intención de denunciar los hechos. (Foto Archivo).

Para la joven diputada de la lista 1001, Micaela Melgar: “El Frente Amplio es una fuerza política de izquierda, que (más allá de las gestiones institucionales) busca transformar la sociedad, que tengamos un país más inclusivo, menos desigual y cada vez más soberano, que los recursos nuestros los disfrute el pueblo. Y la mayoría de las organizaciones sociales también comparten esa visión, y me parece muy importante que tengan el espacio para expresarse y que su opinión sea tomada en cuenta, porque son también representantes de sectores de la sociedad, y nuestra visión democrática es más amplia y profunda que solo votar cada 5 años.

La táctica para llevar adelante determinadas luchas depende de cómo analicemos la situación y cuál perspectiva consideremos jerarquizar, y eso ya es una cuestión más estratégica que táctica. En cualquier caso, cada partido, sector u organización tiene su independencia, y en eso también está la riqueza de la alianza; me parece que mientras la posibilidad del intercambio esté siempre, sea en la confluencia o en la diferencia, no hay un impacto negativo. La riqueza de la alianza está en poder trabajar unitariamente dentro de la diversidad, porque el horizonte común no cambió. En cuanto a qué disciplina uno debe obedecer, las comunistas actuamos siempre respetando lo resuelto por nuestras organizaciones. La necesidad del diálogo social no se plantea sobre la base del triunfo del FA, es necesario sea cual sea el gobierno. Gane o no gane el Frente Amplio (que yo creo que va a ganar, no porque lo digan las encuestas sino por la militancia de todas las frenteamplistas, y porque estoy convencida de que nuestra propuesta de programa de gobierno es superior), el diálogo social es importante y tiene que llevarse adelante”.

La organización Nacional de Jubilados y Pensionistas (ONAJPU) definirá su postura en su congreso del 9 y 10 de octubre de este año.

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El dirigente de Fuecys, Fabio Riverón, sostiene: “La base esencial de la alianza está en la unidad del movimiento sindical que dio lugar a la conformación del FA. En el transcurso de la vida hemos tenido diferencias tácticas y algunas estratégicas (las menos). En este tema tenemos diferencias tácticas y también estratégicas, hoy existen dos documentos con varias interrogantes que no fueron respondidas y algunas pueden ser muy graves para el país. La acumulación de las fuerzas progresistas tiene que venir por el electorado de centroderecha; esto implica segmentos que están voluntariamente en las AFAPS, que miran con desconfianza una reforma constitucional y que miran con desconfianza al Pit-Cnt. Indefectiblemente se debe acatar la resolución de la organización social o sindical, por la salud de esta, para en hechos demostrar lo de la independencia (que corre para un lado y el otro) y, si bien siempre es un riesgo aplazar, también es un riesgo largarse ahora; fue un riesgo largarse contra la LUC, contra la ley de riego y podría seguir. En este tema en específico creo sinceramente que el movimiento sindical tiene la mejor propuesta de Seguridad Social (mucho más profunda que la del FA)”.

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Para el diputado de la lista 567 Daniel Gerhard: “Las alianzas entre fuerza política y organizaciones sociales son necesariamente por contenidos, programáticas, y bajo estricto respeto de las autonomías. También pueden tener aspectos instrumentales, metodológicos, pero sin reclamar seguidismo ni el voto. Respecto a los 3 principios que contiene la papeleta sobre reforma constitucional relacionado a Seguridad Social, lo que evidenció el debate público es que hay diferencias tácticas y de contenido y, salvo alguna cosa que no es como se dijo, diferencias legítimas. Si bien nos encantaría coincidir, también nos parece bien el debate de ideas entre los diversos sectores de la sociedad. Las fuerzas progresistas y de izquierda desacumulan si no tienen propuestas de transformación para impulsar. No alcanza denunciar al oficialismo por mala gestión o corrupción, hay que poder ofrecer alternativas. Creo que la iniciativa de reforma constitucional que se está impulsando es uno de los cambios más profundos de lo que se está planteando. El diálogo social y el plebiscito no son caminos contrapuestos, cada uno necesita su espacio. Y ahora el planteo principal es el del plebiscito, que genera, de por sí, un gran debate público. Un debate que no se limita a repetir el que se dio con la reforma del gobierno, sino que va más lejos. De aprobarse la enmienda hay que hacer otra reforma, gobierne quien gobierne. Si lo hace el Frente Amplio -que lo hará- el diálogo social basado en el marco de la Constitución modificada será el camino para esa nueva reforma, que requerirá una ley”.

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Cristina Lustemberg en conferencia de prensa en el anexo al Palacio Legislativo en Montevideo.

Cristina Lustemberg en conferencia de prensa en el anexo al Palacio Legislativo en Montevideo.

Para la diputada Cristina Lustemberg: “Que las organizaciones sociales y políticas compartan horizontes de transformación social, o incluso objetivos de corto plazo (como podría ser la promoción de ciertas políticas públicas), no significa que tengan que tener acuerdo en todos los puntos de la acción política, ni tampoco significa que cada uno debe negar su naturaleza ni la del otro. La idea de un bloque político y social de los cambios es mucho más que ciertos niveles de acuerdo entre actores de diferente cualidad como el movimiento popular y las organizaciones políticas, hay que repensar bastante el alcance de lo que implica esta forma de interpretar la lucha política estratégica. La disciplina de un militante social y sindical que pertenece a un partido político debe responder, en primer lugar, a aquellas personas que le otorgaron la representación. Hoy la mejor estrategia con respecto a las transformaciones en materia de seguridad social es apostar a un diálogo social en el marco de un nuevo gobierno del frente amplio en el año 2024. La posibilidad de un plebiscito, y en particular el plebiscito tal cual fue planteado, entre otros, por el Pit-Cnt, siendo válido en el marco de la estrategia del movimiento sindical, para nosotros genera más perjuicios pensando en un mejor diseño de la Seguridad Social. En cuanto a qué pasa con respecto a la ley actual si el plebiscito no logra la mayoría necesaria, no me parece adecuado construir la idea de que ello implica el apoyo ciudadano a la ley actual. Una derrota del plebiscito no debe ser entendida como un blindaje a la actual legislación. La otra posibilidad es que el Frente Amplio no triunfe en el 2024 y, por lo tanto, no pueda impulsar el diálogo social para la reforma de la seguridad social. En ese caso deberemos pensar, a partir de las correlaciones de fuerzas del momento, qué otros caminos podremos recorrer para habilitar ese diálogo. Sin dejar de buscar y promover las transformaciones que estén al alcance del nuevo escenario político, donde sin duda seguirá estando vigente la posibilidad de la estrategia conjunta entre las organizaciones sociales del campo popular y las fuerzas políticas de izquierda”.

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Cosse

Cosse "es la mejor intérprete de las prioridades" del país, dijo Civila.

Para el diputado Gonzalo Civila "A la fuerza política le corresponde levantar una visión global sobre la sociedad que a su vez retome y articule las causas, luchas y reivindicaciones justas que potencien y generen aproximaciones a ese proyecto global. La relación debe ser de respeto, autonomía y nunca seguidismo. Esta dinámica se sustancia en lo que denominamos Bloque Popular Alternativo, que no es solamente una sumatoria de organizaciones o instituciones sino una articulación de clases y sectores sociales. Las diferencias sobre el plebiscito en el seno del campo popular pueden ser en muchos casos tácticas, en otros casos revelan diferencias estratégicas y de concepción respecto de la seguridad social y otros asuntos implicados.

Las diferencias existen y hay que reconocerlas. Negarlas o pretender regimentar en torno a pseudoconsensos forzados nunca es un buen camino. Si logramos gestionar este proceso asumiendo la diversidad de corrientes y miradas, sin imposiciones ni agravios o caricaturizaciones, estaremos dando un paso adelante en la cultura política de la izquierda uruguaya, contribuyendo a prepararla para un nuevo tiempo y jerarquizando la discusión y la lucha de ideas.

Para los dirigentes sociales la disciplina es la de la organización social o al colectivo al que se representa, preservando la independencia política de las organizaciones. Nuestro trabajo estará orientado al triunfo del Frente Amplio y al triunfo del plebiscito. Ambas son líneas complementarias que pueden potenciarse al ensancharse el espacio de debate democrático y abrirse temas que corran a la izquierda la agenda política. Por otra parte, sin una iniciativa de democracia directa algunos de los aspectos del plebiscito no se concretarían. Desde nuestro punto de vista el diálogo democrático tiene en este tema dos etapas: la expresión de toda la población sobre bases generales como las planteadas en la propuesta de reforma constitucional, y luego la participación de instituciones, organizaciones y colectivos en la elaboración de una reforma integral a partir de las bases definidas. Contraponer la democracia directa, con la expresión de toda la ciudadanía, con un debate o diálogo nacional es a nuestro entender unas contradicción política.

Los candidatos

Sobre el tema, la intendenta Carolina Cosse ha mantenido cautela en sus declaraciones: “No nos apuremos; es el momento para los frenteamplistas de no apurarnos y de discutir en profundidad. Creo que el Uruguay no se tiene que apurar en general. La reforma es mala, hay que cambiarla, hay que ver cómo, el cómo es un tema táctico y, como es táctico, no hay que apurarse. El cómo es otra discusión que a mí me parece táctica y yo estoy segura de que los frenteamplistas que llevamos la unidad en nuestro ADN vamos a encontrar la formulación adecuada”.

El otro candidato, el senador Mario Bergara, ha expresado desde la presentación de la propuesta: “No compartimos que se coloquen aspectos concretos en la Constitución, la Constitución no está para eso, y además no compartimos algo del contenido de esa papeleta, que es la eliminación de las cuentas personales (AFAP); es decir, esas cuentas que tienen nombre y apellido de cada trabajador, en donde están sus ahorros con fines jubilatorios. El Frente Amplio no está planteando la eliminación del ahorro individual. Por lo tanto, lo que está contenido en la papeleta va a contrapelo de lo que está en las bases programáticas que hoy está discutiendo el Frente Amplio”.

El intendente canario Yamandú Orsi, el otro en las gateras de las candidaturas, sostiene: “No solo tácticamente no conviene. No es conveniente que en la Constitución fijemos lo que ahí se está planteando. Creo que es un profundo error, porque tiene ahí adentro disposiciones que complican a cualquier gobierno”. Pero se refirió a la primera definición del FA de dejar en libertad de acción a los partidos frente a la convocatoria del Pit-Cnt. En ese sentido expresó: “Soy muy hincha de la libertad, cada vez más; el ciudadano tiene que ser libre y puede ser la salida ante algo tan controvertido y tan complejo”.

El intendente salteño Andrés Lima confirmó junto a su sector que adhiere a la propuesta del Pit-Cnt. Lima entendió positivo “que se genere la instancia de la consulta popular. La recolección de firmas lo que hace es habilitar un plebiscito que lleva a que la sociedad uruguaya en su totalidad discuta el tema” dijo, y agregó que “es positivo dar esa discusión sobre esta temática".

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