“Fernando Álvez era miembro titular del Comité Ejecutivo Departamental del Partido Colorado de Maldonado. Es decir, uno de los encargados de llevar adelante la línea política del partido en el departamento. La Convención Departamental elige a Álvez como candidato del Partido Colorado a la Intendencia Departamental de Maldonado y la Corte Electoral así lo proclama. Ninguna de estas responsabilidades sujetó a Álvez, quien, desconociendo las obligaciones que su especial posición institucional le demandaba, renuncia a su candidatura a la intendencia, abandona las filas partidarias y pasa a apoyar la candidatura de Miguel Abella, candidato del Partido Nacional. Huelga señalar el daño que este accionar inflige. La señal al electorado, a la ciudadanía, a la propia colectividad que lo había elegido como conductor partidario y como candidato. Posteriormente nos enteraríamos por entrevistas de prensa dadas por el propio Álvez, que previamente a su tránsfuga accionar se había reunido con Antía y con Abella e incluso le preguntó al primero qué debía hacer. En suma, Álvez se comportó como un subordinado de otra tienda política, un mandadero que abandonó a los propios traicionando todas las confianzas que el Partido Colorado le había confiado. Hoy Álvez es director de Deportes de la Intendencia de Maldonado y se lo ve alegremente en fotos con la bancada de ediles del Partido Nacional.
Para Álvez se entiende adecuado la desafiliación por 24 meses, la censura partidaria y la remoción de su cargo de convencional departamental.
Carlos Flores, diputado suplente por el Partido Colorado en Maldonado, tenía una trayectoria política reconocida dentro de la colectividad, ocupando cargos en representación partidaria como el que desempeñara en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas en la administración anterior.
Flores anunció en conferencia de prensa junto a Álvez y al intendente Antía su apoyo a Abella en un local partidario nacionalista, y su imagen fue utilizada en la Lista 43 del Partido Nacional, en la cual figuraron también integrantes de su Agrupación política con la aspiración de alcanzar la banca de edil. Esto prueba la premeditación, la coordinación y la organización que Flores mantuvo con el intendente Antía, puesto que debió ‘reservar’ compañeros de las listas a la interna colorada para que pudieran participar en mayo de una lista del Partido Nacional. Todo conversado previamente, todo acordado a espaldas de la colectividad colorada que le da la bandera que negocia al precio de su apetito. Huelga nuevamente indicar la señal de desbande que se da a la ciudadanía maldonadense y la desprotección al prestigio y la institucionalidad de nuestro Partido. Hoy Flores es el subdirector de Tránsito de la Intendencia de Maldonado, además de diputado suplente colorado cargo al que debería renunciar.
Para Flores se entiende adecuada la desafiliación por 18 meses y la censura partidaria.
Eduardo Píriz fue proclamado candidato a intendente de Rocha por la Convención Departamental del Partido Nacional, invocando su condición de colorado, exhibiendo nuestra bandera en la casa del Partido Nacional y dando la señal surrealista de que se puede ser colorado siendo candidato por el Partido Nacional, compitiendo en contra de los candidatos colorados y desoyendo, claro está, a la Convención Colorada Nacional y Departamental. Después de lo de Álvez, esta es la señal más grave de desbande, descomposición y dilución de una colectividad en la otra. Para muestra del grado al que esta impostura llega, basta señalar que, en la proclamación de la candidatura de Píriz como candidato a intendente de Rocha por el Partido Nacional, estaban sentados en primera fila dos miembros del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado, quienes en lugar de cumplir con su obligación de cumplir y hacer cumplir la Carta Orgánica del Partido Colorado, respaldaron con su presencia la flagrante violación de ésta que estaba consumando Píriz. Demás está decir que Píriz encabezó listas a las cuales identificó con los colores de nuestro Partido, en clara violación a la normativa electoral y que pretendió ‘engañar’ al electorado intentando identificar su candidatura por el Partido Nacional con nuestra colectividad.
Nuevamente se desconoció toda la normativa que regula los acuerdos electorales, se compitió en contra de los candidatos colorados y se atacó el decoro y prestigio de nuestra colectividad que pareciera carecer de cualquier contorno. Se puede ser colorado, en otro partido y en competencia con el propio Partido Colorado. Saquen nota de esta conclusión porque la suscriben colorados de todas las capas y responsabilidades.
Para Píriz entiendo adecuado la desafiliación por 12 meses y la censura partidaria.
Ricardo Molinelli aparece en la lista 10 de la interna del Partido Colorado en junio de 2024, fue candidato a diputado por la misma lista 10 en octubre de 2024 y es suplente del candidato a la intendencia de Paysandú por el Partido Nacional, Nicolás Olivera, en mayo de 2025.
La trazabilidad de la imagen o el nombre de Molinelli desde junio de 2024 a mayo de 2025 muestra la premeditación y la coordinación que existió. En junio solo usa su imagen y “reserva” su nombre para que no se lo inhibiera de participar como candidato de otra colectividad, cosa que está prohibida por nuestra regulación electoral.
Opera aquí la misma práctica de pertenecer a un partido pero terminar siendo candidato por otro. Desatendiendo la normativa partidaria y las resoluciones de los órganos colorados que habían sido claros en marcar quiénes eran los candidatos de nuestra colectividad. Difícil es en Paysandú desenredar la trama de lealtades personales, familiares, agrupacionales, sectoriales y partidarias que marcan corrimientos de un círculo a otro, cambiando la chaqueta sin el más mínimo rubor. En donde suplencias, direcciones, pases en comisión y hasta contratos de fundaciones son la resultancia visible de negociaciones que se ocultan y que tienen a nuestra colectividad como trampolín personal cada vez más ruinoso.
Para Molinelli se propone la desafiliación por 12 meses y la censura partidaria.
“Al Partido Colorado lo están destruyendo desde adentro”
Flavio Harguindeguy tiene 48 años, milita en el Partido Colorado desde que tenía 15. Se identifica como batllista (“de don Pepe”, aclara entre risas), su mentor político terminó en el Frente Amplio, luego acompañó a Fernando Amado, quien también decidió pasar a filas de la izquierda. Pero Flavio ha permanecido dando la batalla por sus ideas.
Aunque reconoce que “cada vez es más difícil porque, a diferencia de lo que propuso e hizo don Pepe Batlle, este dejó de ser un partido de masas para convertirse en un partido de elites”.
Dice que “en el 2007 iniciamos algo que se llamó la Tercera Vía, donde estaban Ope Pasquet, Julio Herrera, entre otros, que no prosperó. Pero allí ya comencé a insistir con que el Partido Colorado necesitaba cambiar su estructura de participación”.
Harguindeguy explica que “antes en el Partido Colorado-Batllista estaban los riberistas, estaban los sosistas, eran varios sectores que acordaban e iban todos juntos, cosa que no le pasaba al Partido Nacional. Los blancos radicales, los independientes, todos votaban por separado y ganaba el Partido Colorado. Cuando se da el golpe de Terra, los batllistas pasan a la clandestinidad y se mantienen en abstención.
Cuando llega la reapertura, a partir de la nueva Constitución, los batllistas vuelven, pero ya no vuelven como Partido Colorado-Batllista. Vuelven a un lema único porque quedan en el corset de las leyes electorales que había generado Gabriel Terra para evitar que se quedaran con el lema Partido Colorado o el lema Partido Colorado-Batllista. Eso de que hoy vos no podés usar el nombre Partido Colorado o el nombre batllista, o los colores viene de la época de Terra, porque les quisieron armar el embudo.
Y los batllistas entraron en ese embudo por convicción. Hubo unas discusiones tremendas, terribles, porque Baldomir era de la confianza de Terra. Toda la gente que andaba en la vuelta era de la confianza de Terra.
Fue una fórmula de coincidencia, pero fue una coincidencia que comenzó lentamente a atenuar los perfiles más filosos del batllismo. A su vez que ya no volvías a un Partido Colorado-Batllista que lo dominabas tú con los clubes zonales. Ahora ya ibas a que cada sector tenía su estructura.
Después progresivamente, a medida que la participación va quedando de lado y que la convención nacional deja de ser una herramienta potente para conducir el partido y a través del partido conducir los gobiernos, todo eso se va perdiendo y el Partido Colorado va dinamitando y perdiendo sus estructuras de participación popular. Y se pasó de un club zonal o un club seccional, como era la expresión antigua, en donde se discutía política y se mandataba política, a un lugar donde se esperaba que llegara el dirigente para recibir una tarjetita para ver si sacaba el teléfono o si se accedía a un empleo público.
La degradación más absoluta de los principios de José Batlle y Ordóñez en cuanto a liberar al ciudadano a través de la política, fue una inversión total, absoluta”.
Agrega que “cuando llegamos al 2004 y el partido paga el costo electoral de la crisis, incluso hasta cuando se señala que el gobierno de Batlle tuvo aciertos en la reapertura y en la conducción de esa crisis, lo que ya no tenía era efectivamente una estructura de participación. El problema del Partido Colorado hoy no son sus candidatos, no son sus programas, el problema es que no existe un partido político.
No existe esa red territorial extendida de gente que cree en determinadas ideas, de gente que tiene una inclinación a ciertas cuestiones programáticas que surgieron a partir de la conversación con los ciudadanos. No tiene una red de líderes, de opinión que se hayan generado en la política con sus entornos. Porque, en definitiva, eso son los partidos políticos.
Si usted es colorado y anda en cualquier lugar del país, no tiene un club zonal, un club seccional o un comité de base, como tiene el Frente Amplio, en donde usted, si es afiliado, si es adherente, tiene el derecho de opinar, discutir, votar y que esa idea o incluso su representación, si lo eligen, pueda subir a las principales capas de esa colectividad, que fue como armó José Batlle y Ordóñez el Partido Colorado Ballista.
Eso, a lo largo de décadas y décadas, terminó generando que el Partido Colorado se convirtiera, en vez de un partido de masas, que lo fue con Batlle y Ordóñez, a ser un partido de élites y de cuadros, que podría estar bien inspirado en cuanto a las propuestas, pero en cuanto a la participación y al derecho del ejercicio de la ciudadanía de definir los intereses, los contenidos que debe llevar adelante el partido, está totalmente dinamitado.
Entonces de a poco me fue llevando a tener visiones bien discordantes con los liderazgos y esta forma de actividad política que tiene el partido desde hace 40 años. Con sectores fuertes, que son básicamente cotos de discrecionalidad, porque yo soy el líder del sector, yo pongo las reglas, y las reglas de participación las defino yo, si es que doy participación, y un partido débil, en donde los convencionales, que son electos por las listas que concurren en cada uno de los sectores. El ciudadano común no tiene demasiada capacidad económica para invertir 10.000 y hasta 70.000 dólares y sacar una lista, tener una cantidad de convencionales y poder influir. No, se mete en alguna lista y después queda totalmente sujeto al líder de esa lista y al líder de ese sector. Entonces, ese partido queda muy reducido.
Y peor, porque, además, con las actitudes que hemos denunciado y vamos a considerar, lo están destruyendo desde adentro”.
“Estoy en contra de la Coalición Republicana y del lema único”
Harguindeguy afirma que todo lo que ha señalado desde la reforma de la Carta Orgánica del 2007 “comenzó a calar y también mi señalamiento sobre lo que iba a pasar en todo lo que tiene que ver con la consulta sobre la Coalición Republicana. Siempre estuve radicalmente en contra, y desde el día 1 señalé que lo que querían era hacer un único partido de corte conservador, y que si no lo querían hacer, de todas formas, esa iba a ser la consecuencia. Y que no iba a ser, como decían en primera instancia, por única vez, sólo en Montevideo y para ganar.
No sé si recuerda ese latiguillo que tiraban la primera vez que iniciaron la Coalición Republicana. Y bueno, todas esas cosas yo las he ido señalando y he logrado un cierto respeto a la coherencia”.
¿Qué apoyos tiene para la Convención de este sábado?
Caras y Caretas le consultó sobre qué apoyo tiene entre los convencionales. ¿Cómo se identifica la gente que lo apoya?, ¿son los más jóvenes?, ¿hay veteranos que lo apoyan? ¿Cómo lo escuchan a usted ahí adentro? Discúlpeme, ¿o lo toman como un loco más?
Se ríe, y contesta: “Esto es un plomo, por supuesto. Y claro se podrán decir muchas cosas, pero, mire, le añadieron dos puntos más al orden del día.
El segundo punto es electoral, reforma constitucional, reforma electoral. El tercero es la planificación quinquenal del Comité Ejecutivo Nacional. Nosotros habíamos juntado 60 firmas, que es el 10 % de la convención, para poder tratar los temas disciplinarios, y lo queríamos tratar en exclusivo. Ahí el Comité Ejecutivo, antes de que presentáramos la firma número 60, manda una cuereada y dice ‘no, tranquilo, que el primer tema es el de ustedes’. Acá lo que se está tratando de hacer es que haya otros temas, que se arrastre la atención de la gente y que puedan sacar algún titular llamativo, etcétera. Y asegurarse también una mayor asistencia, porque a menor asistencia pesamos más.
En marzo habíamos juntado 80 firmas para hacer un llamado a la disciplina partidaria, que fue importante, porque en definitiva todos estos correligionarios que hicieron sus acuerdos desoyeron una resolución de la convención, que dijo que había que trabajar solo detrás de los colorados. Hay un peso relativo, yo creo que debe haber un 20 %, un 30 % de la convención que mira este movimiento con simpatía”.