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Política Comisión General | llamado a sala | Heber

Un mundo aparte

La otra cara de la Comisión General

Autoridades del gobierno comparecieron en el Parlamento, en régimen de Comisión General por el caso Astesiano. Sin consecuencias aparentes y con acusaciones cruzadas, la oposición consideró insuficientes las respuestas.

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El llamado a sala en régimen de Comisión General es también un mecanismo de contralor previsto en el reglamento de ambas cámaras. Establece que cualquiera de ellas convoque a uno o varios ministros con el fin de realizarle preguntas sobre su gestión. En este caso particularísimo se deseaba también las respuestas del director del Servicio de Inteligencia Estratégica del Estado y del prosecretario de la Presidencia Rodrigo Ferrés.

Según el art. 43 del Reglamento, en régimen de Comisión General no se adoptará decisión de clase alguna, salvo las de funcionamiento. Dicho en términos comunes, se habló mucho, se pretendió saber y no se logró nada.

Vamos a lo nuestro

A las 15 horas se puso en marcha la sesión. El primero en llegar fue el miembro convocante, senador Alejandro Pacha Sánchez. Lo hizo con un carpetín con su exposición, que acomodó en su pupitre con una lapicera y un marcador verde flúo. Estaba pronto para arrancar.

Minutos después llegó a Sala la presidenta del Senado, con un look más de cóctel que de tenida larga, equipete en tonos pastel primaverales. Chaqueta color celeste, camisa al tono, pollera estampada a media pierna, estiletos beige fato in casa que -como diría mi abuela- pegan el gatazo y cartera vintage haciendo juego. Como siempre su L´Oreal total blonde y su brushing recién hecho fueron la envidia de más de una cronista acreditada en la barra.

A las 15.06 y con quórum suficiente quedó abierta la sesión. Sorprendió el ingreso del presidente del Honorable Directorio del Partido Nacional Dr. Pablo Iturralde. Llegó radiante. Volvió al Parlamento. Saludando a diestra y siniestra se zambulló en el mullido sillón de cuero del senador arachán que por segunda vez pega el faltazo a un llamado a sala al ministro Heber. Con el correr de las horas cuando le tocó hacer uso de la palabra, sin embargo, Iturralde aclaró que no le gusta ir a sala. La aclaración no se condecía con su actitud. En otras oportunidades había rechazado la convocatoria. Como esta cronista es desconfiada, lo interpretó como una imagen de fuerza. El presidente de la colectividad blanca estaba ahí apoyando al gobierno y al presidente Lacalle.

A las 15.17 con mochila marrón al hombro, como siempre, pantalón azul y saco gris ingresó a sala el ministro Heber. Lo acompañaba el prosecretario de la Presidencia. Al revés que Heber, de saco azul y pantalón gris. El prosecretario llegó dispuesto a esgrimir todos los argumentos que fueran necesarios para defender a su amigo y compañero del cricket en los años de colegio, con quien además hizo todo la carrera en la Católica; otro de los que le dice Manga y a él lo llama Ferri. Amigos son los amigos.

Inmediatamente después se autorizó a entrar al subsecretario Maciel y al Dr. con cargo largo, Álvaro Garcé, que se ubicaron cómodamente en la mesita armada para la ocasión. En ese momento ocurrió un episodio de esos llamados graciosos que en el Diario de Sesiones se describe como “hilaridad”. El joven director general del Ministerio Nicolás Martinelli entró como Perico por su casa, se sentó cómodamente en una de las sillitas al lado de Garcé, tiró una carpeta que jamás abrió y colgó su saco en el respaldo de su silla. La presidenta del Cuerpo actuó rápido porque Nicolás no estaba invitado al convite. Pidió la autorización de estilo y se quedó. Eso sí, jamás escuchamos su voz. No abrió la boca. Cuando lo miraba desde la barra, jugar con celular, estirar las piernas, cruzarlas, me acordé de un hecho que viví von un viejo legislador que nunca hablaba y un día sus colegas lo forzaron a hablar y tras tres palabras fue ovacionado.

Un capítulo aparte merece el look con el que ingresó a sala la inefable senadora Bianchi. No había mantita para aguantar la jornada larga, ni tampoco libros para esparcir en su escritorio. Apenas una carpeta con sus apuntes. Eso sí, sorprendió su estilo rockero total black, campera de cuero negra, con muchos cierres plateados muy Prüne, de esas que cualquier docente miraría pensando que lleva puesto un valor mayor que su sueldo. Estaba peinada como recién salida de la peluquería y con el mismo rubio L´Oreal que usa la presidenta del Senado a punto que más de uno comentó que lo compran en una oferta de Farmashop de dos por uno..

15.21 comenzó su exposición el senador convocante. El Senado lo escuchaba en silencio. En más de una oportunidad a lo largo de su exposición la presidenta del Cuerpo asentía con su cabeza sus dichos. Mientras leía el prontuario de Astesiano los gestos de los senadores Da Silva, Bianchi, Penadés, Camy, mutaban del enojo a la vergüenza. Aunque después, a la hora de sus exposiciones había que abroquelarse y se abroquelaron. Defendieron lo indefendible. Justificaron lo injustificable. El asunto era bajarle el precio a Astesiano y vaya si se lo bajaron. La senadora Bianchi intentó convencernos que solo es un pobre perejil.

Un mundo aparte fue la barra del Senado, esta vez fue diferente, estaban todos. 15.39 llegó el histórico secretario de la familia Lacalle, Nicolás Martínez, a quien el presidente llama su hermano de la vida. Se instaló a escasos metros del palco de la prensa, saludó amablemente a los trabajadores y acompañó la sesión hasta el final. Se turnaron para acompañarlo Santiago González, el secretario de la Presidencia Álvaro Delgado, el ministro de Defensa Javier García y algún diputado que otro que cruzaba para hacerle el aguante.

Fernanda Sfeir, joven integrante del Directorio del Partido Nacional y panelista de Esta Boca es Mía, siguió el debate desde la barra con un grupo grande, la majuga blanca de esa barra de Avenida Brasil y la Rambla que reconocemos a varias cuadras. Actuaban con espíritu de cuerpo y de barrabrava de la histórica tribuna José María Delgado del Parque Central.

Algo que llamó poderosamente la atención a esta cronista fue la bancada cabildante que arrancó muy ralita. Domenech se limitó a escuchar las exposiciones del Pacha Sánchez y de Heber y se fue. Volvió tarde. Lozano pidió licencia y entró el diputado Lust. El general, que según los rumores estaba en La Casa (como llaman los viejos funcionarios al Palacio Legislativo), hizo un pase fugaz casi a las 21 horas. Conversó brevemente con sus vecinos de banca y se fue.

16.21 arrancó el ministro Heber. Hay que reconocerle que sus siete legislaturas no han sido en vano, Oficio tiene. Defiende lo indefendible, pega gritos cuando nadie había subido el tono, domina la escena con solvencia y en el Senado no juega de visitante. Más bien, todo lo contrario se siente locatario. Y se nota. Utilizó el argumento al que suelen echar mano cuando no tienen argumentos. La culpa es del gobierno anterior. Ese argumento del marketing propio del ecuatoriano Durán Barba al que el criollo Lafluff sigue a pie juntillas, llegó el miércoles a su clímax: le echamos la culpa al Pepe y a su eficiente secretaria María. Cerrá y Vamos.

19.30 con los medios de televisión abierta nerviosos porque se iba el informativo, llegó el esperado cuarto intermedio. Arrancó la conferencia de prensa de la coalición en primer término. A esa cronista le sorprendió el clima festivo que se vivía en la sala Zelmar Michelini. Estaba repleta. Los periodistas eran los de siempre, un puñadito, el resto dirigentes adherentes, jóvenes, muchos jóvenes. Se saludaban como si estuvieran en un cumpleaños de 15. Se conocían todos y festejaban. No entendí qué, pero festejaban. Tan a gusto estaban que les costó dejarle espacio a la bancada del Frente Amplio que cansada de esperar en el ambulatorio, entra en patota con Kechichian y Bergara haciendo punta.

20.52 se reinició el debate. A esa altura Argimón se había ido, para no volver, ahora entendí su atuendo de cóctel y presidía Gandini. Minutos después hizo su ingreso por primera vez el senador Manini. Acto seguido comenzaron las exposiciones. Uno tras otro se fueron sucediendo los senadores inscriptos. Para los blancos el llamado a Sala se resume con un dicho muy campero del senador Da Silva: “fueron por lana y salieron trasquilados”. Para la oposición el gobierno vive en un mundo

Texto: Juana de la Barra

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