Juana sabe que, entre amigos, el director del Instituto Nacional de Rehabilitación, comisario Luis Mendoza, contó que Penadés trabaja en la huerta, planta lechugas, porque es un requisito esencial para estar en la cárcel de Florida. Hace tres días fue trasladado para efectuarle una intervención quirúrgica en la ciudad de Montevideo. Disfrutó dos días de las bondades de la hotelería de su prestador privado de salud. Ya regresó a trabajar la quinta.
La suerte de Carlos Tarocco no ha sido muy distinta. Cumplió prisión preventiva en la cárcel de Río Negro. Fue destinado a un alojamiento separado del resto, dada su realidad previa de director del penal de Libertad. Pasaron los meses y Tarocco aceptó el juicio abreviado. Hoy cumple la condena y espera el próximo año volver a respirar el aire fresco de la libertad. Hagamos un poco de historia y vamos por partes.
Amigos son los amigos
Cuando el exsenador blanco se vio acorralado, en esos días apostó a Jonathan Mastropierro como el ideólogo de un plan para tumbarlo. Así fue que montó un verdadero plan paralelo en casa de Parque Rodó. Para hacerlo posible contó con la ayuda incondicional de su hermana y varios compañeros de fierro de la Lista 71.
Uno tras otro fue solicitando favores, así logró el apoyo de los funcionarios históricos de su despacho. Graciela del Vecchio y Horacio Tejera. A estos, como ya sabemos, les exigió información reservada del Registro Nacional Electoral. También les solicitó que consiguieran partidas de nacimiento, fotos del archivo patronímico y todo lo que estuviera a su alcance, con único fin: correr el velo de la debida reserva de los denunciantes y estafar a la Justicia.
Después vino la necesidad de Penadés de conectarse con policías. Según ya informó Juana, lo hizo a través de un viejo amigo, Diego Cuiñas, hoy también condenado y por ello ahora exfuncionario del Parlasur. Hace más de 20 años que se conocen. A Penadés alguien le contó que el exdirector del Comcar, Carlos Tarocco, era la persona indicada para tener noticias frescas de Jonathan Mastropierro.
Como sabemos, Carlos Tarocco, aceptó colaborar con el hoy exsenador blanco, quien le solicitó armar una estrategia de trabajo para seguir los pasos de Mastropierro. Tarocco, viejo sabedor del mundo de los delincuentes, conocía de memoria sus andanzas y seguía sus pasos desde hacía varios años. Para lograr el objetivo deseado se apoyó en un subalterno, Federico Rodríguez, quien se desempeñaba en la oficina de información táctica del INR, donde investigaba a las bandas y sus vínculos. Después de las primeras reuniones empezó el trabajo en común y la elaboración del flujograma (ver foto) donde una foto de Jonathan Mastropierro está en el centro y salen de ella flechas con nombre de jóvenes que, según decía Tarocco, eran denunciantes en el caso Penadés. El autor del flujograma fue el expolicía, hoy también condenado, Federico Rodríguez.
Del contenido del celular de Tarocco y de Rodríguez, incautados oportunamente por la Fiscalía, surge con claridad el plan armado. Es decir, investigar a Mastropierro y sus amigos. Se pudo probar la existencia de varias reuniones en tal sentido, el uso de recursos estatales para la investigación, la vigilancia y pesquisa contra varias personas, incluyendo el entorno del adolescente de 18 años asesinado en Sayago en abril del año pasado, días antes de que iniciara el caso.
La idea central, según le contó a Juana para Caras y Caretas uno de los condenados, era apretar a Mastropierro. A tal extremo, que intentaban por todos los medios asustarlo para que diera el nombre de las víctimas.
Repito: Rodríguez y Tarocco, dos policías en actividad en ese tiempo, pagos por el Estado y en horario de trabajo, llegan a compartir fotos de las víctimas, partidas de nacimiento e información policial. Todo esto se puedo conocer del análisis del celular del exsenador. La gravedad del hecho es enorme. Lo que se pretendió con esto fue ubicar a las víctimas, seguirlas, amedrentarlas, lograr, en definitiva, estafar a la Justicia.
Tarocco llegó a más para complacer a Penadés. La fiscal Ghione pudo constatar que una víctima en el caso fue trasladada de la Unidad 1 de Punta Rieles, que dirigía el excomisario, como forma de tenerlo más cerca y controlarlo mejor.
Pero hay mucha más corrupción policial.
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Ponele un pienso, Fede
Tarocco y Rodríguez no escatimaron esfuerzos para lograr el objetivo deseado. A tal punto que, cuando la información escaseaba, Tarocco llegó a decir a su ayudante: “Ponele un pienso, Fede”, para que agudizara la creatividad en busca de vínculos entre las víctimas de Penadés con Mastropierro. Según supo Juana, Tarocco y Rodríguez buscaron probar delitos de algunas de las víctimas que tuvieron la valentía de denunciar a Penadés.
Meses antes de ser formalizado, Tarocco se valió de varios policías subalternos para seguir a Mastropierro por todo Montevideo. Cuando se le ha consultado por qué lo hizo, insiste en decir que era viejo conocido de la Policía y por eso lo seguía controlando. Tarocco llegó a pedirle a Rodríguez que se vinculara con Mastropierro, incluso con técnicas de seducción. El objetivo fue cumplido. Se reunieron varias veces, intentaron comer en Arcadia, en el Radisson, pero llegaron tarde y terminaron almorzando en el Oro del Rhin.
En la actualidad, Carlos Tarocco cumple condena en un penal del interior del país. No sabemos dónde está, lo cambian a cada rato. Federico Rodríguez fue destituido de la Policía y fue condenado. Ya cumplió los servicios comunitarios establecidos en la sentencia e intenta rehacer su vida. Los otros policías que formaron parte de la corrupción policial que ayudó a Gustavo Penadés también fueron condenados.
La lección
La investigación del Caso Penadés deja al desnudo no solo los crímenes de un pedófilo, que abusó de menores durante más de 30 años, sino también el uso y abuso que, como figura del poder político, imagen del más rancio y tradicional grupo político el herrerismo, hizo en varias oportunidades del Estado, utilizándolo como hacienda propia.
Gustavo Penadés se valió de policías en actividad a su antojo para estafar a la Justicia. Todos subalternos de su amigo de toda la vida, el entonces ministro del Interior, Luis Alberto Heber, compañero de ruta por más de 40 años, cofundador de la Lista 71, con quien no necesitaba mirarse para jugar al truco y ganar.
Cuando Juana inició esta investigación para analizar la corrupción pura y dura de la Policía que ayudó a Gustavo Penadés, formando una verdadera asociación ilícita, incluido al mismísimo senador blanco, se preguntó qué llevó al comisario Carlos Tarocco, considerado hasta entonces un funcionario de carrera ejemplar, según llegó a decir el ministro Heber en el Senado de la República, y a sus subalternos a colaborar con Penadés intentando estafar a la Justicia.
Todos, sin excepción, fueron tentados por el exjefe de la bancada de gobierno en el Parlamento con promesas de dinero. A Carlos Tarocco le prometieron una casa y dinero en efectivo. Penadés cumplió. A Federico Rodríguez le ofrecieron 350.000 dólares para realizar la investigación. A los demás policías les prometieron dinero en efectivo y, según supo Juana, en cantidades más pequeñas. A cartas vistas o, como le gusta decir a Juana, con el diario del lunes en la mano, con todos los policías condenados por el delito de cohecho agravado por su condición de funcionarios públicos, queda demostrada la corrupción policial que en las narices del ministro herrerista, Luis Alberto Heber, campeó a gusto y “piacere” durante este gobierno blanco.
Gustavo Penadés pasó su 59 cumpleaños en prisión. Así pasará la próxima Navidad, y en febrero del año que viene, terminada la Feria Judicial Mayor, se retomarán las audiencias que lo tienen como protagonista excluyente. Mientras tanto, por primera vez en 25 años la lista 71 de Montevideo no votará y esperará los resultados entre rejas.
Juana, cree que la corrupción policial que quedó al descubierto con el caso Penadés es uno de los episodios más graves de este Gobierno blanco que está en retirada. Una lección que no debemos olvidar a la hora de votar el próximo domingo 27 de octubre…