Uruguay volvió a ganar una medalla en un panamericano, tras 32 años, la última había sido obtenida por Juan Carlos «Tito» Montiel en 1987 en Indianápolis.
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Una medalla de bronce que es el premio a mucho trabajo, en una disciplina que tiene poco apoyo y muchos detractores internos y externos.
Lucas Fernández trabaja diariamente en su club, Ipiranga en el Cerro, donde Juan Moreno tiene más que un gimnasio. Allí los chicos tienen una merienda, un trabajo en el que se aprende costumbres, disciplina y compañerismo.
Ahí fue creciendo este deportista que a los 21 años y luego de haber sido campeón Nacional amateur de su categoría, estuvo en varias delegaciones de selección de la Federación de Boxeo, donde por ejemplo fue campeón en Chile, y por lo que con grandes sacrificios, varios boxeadores comenzaron a tener experiencias internacionales, que los pudieran acercar a otros deportistas del continente.
Así crecieron muchos de los boxeadores que hoy se comienzan a medir de igual a igual con sus pares de otros países.
Puedo nombrar a más de un técnico además de Juan Moreno, Roberto Larrañaga y ahora Juan Rodríguez Petracca fueron los hacedores de Lucas. Pero en el boxeo hay que hablar de los Prandi, Barrero, García, Belela, Galareto, Barriuso, Sosa, González, Leiva y tantos más que trabajan todos los días y hacen lo imposible para mantener viva la llama en el boxeo.
Cuantos saben que Quebracho es más que un gimnasio. Cuantos saben del sacrificio que les cuesta a los entrenadores mantener un gimnasio y a los boxeadores compitiendo. Para todos ellos es la felicidad de esta medalla de Lucas.
Hoy los entrenamientos de todos los días a las seis de la mañana y las siete de la tarde, terminando tarde de guantear, son el mejor recuerdo guardado en esa medalla.
Lo que para algún chupamedias de empresarios que sólo piensan en el dinero que pueden hacer, es una casualidad, para el resto del boxeo es felicidad.
Edgardo Buggiano