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Política

Violencia política

Quienes apuestan al tajo entre orientales

Tres militantes frenteamplistas del departamento de Salto fueron brutalmente agredidos; uno recibió seis puñaladas que lo dejaron en grave estado, a otra militante le partieron el caballete nasal y otro fue apaleado con saña. Hace menos de un mes, el exdiputado Juan José Domínguez fue brutalmente golpeado y quedó internado. Parecieron hechos repentinos y aislados, pero nada es casual.

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Eran las 19 horas de la tarde del 12 de agosto en el barrio Obelisco del departamento salteño.

Una brigada de tres militantes frenteamplistas se encontraba colgando carteles difundiendo la candidatura a intendente de Andrés Lima, uno de los dos aspirantes por la izquierda a la comuna de Salto.

Un grupo de seis personas se acercan caminando y empiezan a patear los carteles que estaban en el suelo y a insultar a los brigadistas, que, amenazados con suspender su tarea, plantean en tono firme que seguirán adelante.

El grupo se retira lanzando una lluvia de improperios y los brigadistas siguen con su tarea.

Pocos minutos después, el grupo vuelve en una camioneta y se bajan directo a golpear a los militantes; algunos vienen portando palos.

El histórico militante de base Beto Acosta se lleva la peor parte, siendo apuñalado seis veces; una de las heridas comprometió seriamente un pulmón.

La mujer integrante de la brigada recibe varios golpes de puño y uno de los agresores le estrella un termo en el rostro, que le fractura el caballete nasal. El tercer militante es literalmente molido a golpes con un palo.

La golpiza se detiene porque atina a pasar por el lugar un móvil de la Guardia Republicana, que detiene a alguno de los agresores y solicita la emergencia.

La Mesa Política del Frente Amplio se solidariza con las víctimas y sus familiares y son varias las expresiones de rechazo de buena parte del sistema político departamental y nacional.

Para muchos dirigentes históricos frenteamplistas de los departamentos del litoral, más específicamente Salto y Paysandú, esta agresión se suma, por sus características, a la sufrida hace un mes por el exdiputado y exvicepresidente de la Administración Nacional de Puertos Juan José Domínguez.

El veterano dirigente arribaba a su domicilio cuando, al bajar del vehículo, es interceptado por un grupo de personas que, tras insultarlo por su condición de izquierdista, empieza a golpearlo hasta dejarlo en grave estado.

Neri Mutti, veterano dirigente salteño, recuerda que “la derecha política de Salto y Paysandú es la más rancia del país. Aquí tuvo origen y respaldo la Juventud Uruguaya de Pie, los Caballeros Orientales y otras organizaciones que han representado los grupos mas beligerantes y de acción directa”.

Otros militantes nos narran que las agresiones sufridas por militantes de izquierda y sus locales, sin llegar a estos extremos de virulencia, han sido constantes.

Muchos cuentan anécdotas de pedreas contra locales partidarios, pintadas insultantes y provocaciones personales.

En el caso de Domínguez y de estos tres militantes salteños, aún no se conoce la identidad de los agresores y las evidencias no son muy contundentes como para asegurar que pertenezcan a un grupo organizado, parte de alguna colectividad política.

Pero, al igual que los motivos de actuación de los grupos “antipastas” en Montevideo, hay un discurso de connotados dirigentes políticos que se impuso públicamente y es una constante incitación al odio y la confrontación.

Repasemos brevemente algunos hechos bastante recientes.

Hace poco menos de dos años, los trabajadores que ocupaban una estación de servicio en el interior fueron “desalojados” casi por la fuerza por un grupo de personas, algunos identificados con Un Solo Uruguay.

A este grupo pertenecen también quienes se hicieron presentes en el Consejo de Ministros del gobierno frenteamplista y los esperaron para proferirles una serie de insultos y provocaciones.

Integrantes de Un Solo Uruguay a caballo se llevaron por delante un acordonamiento policial en una marcha no habilitada en el centro de la ciudad.

En Salto, el candidato a diputado en las elecciones internas del Partido Colorado, Raúl Perna, prometía “mano dura y plomo”.

La apuesta de la derecha política uruguaya a la grieta no está midiendo la hemoglobina que la canallada está dispuesta a derramar.

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