Se había anunciado que el jueves se reunirían en una casa de bulevar Artigas una docena de dirigentes frenteamplistas para comer porotos y hablar de candidaturas. En la lista de invitados figuraba el presidente de la República, Tabaré Vázquez, quien tiene vedada su participación política y particularmente su presencia en reuniones partidarias. Nunca escuché que las candidaturas que van a participar en una elección presidencial se discutan en una reunión de no sé cuántas personas. Ni que una reunión para discutir cosas importantes se cite por los diarios. Ni que el menú -en este caso, una cazuela de porotos- se conozca antes que el orden del día. Por tanto, no creo que hayan ido todos los invitados -ni siquiera por curiosidad-, ni creo que se hayan discutido las posibles candidaturas ni que asista Tabaré Vázquez. En verdad, creo a pies juntillas en la abundante porotada y me imagino que la intención de Javier Miranda es restablecer un clima de fraternidad entre los dirigentes principales del Frente Amplio, quienes deberán afrontar en los próximos 18 meses circunstancias políticas decisivas para su propia historia y para la historia política del país. Lo demás es parte del show que necesitan los políticos para existir y la prensa para vender. A partir de la hábil jugada de Pepe Mujica, las cosas están más claras en la elección del candidato presidencial de la fuerza política de la izquierda. El MPP no votará a Danilo Astori ni a Daniel Martínez y lo hará por un candidato de perfil independiente con el propósito de obtener amplios consensos. Astori, reconocido por tirios y troyanos por la orientación que impuso a la economía de Uruguay en los últimos 13 años, ha sido un poco imprudente al hacer depender su candidatura del apoyo de Pepe; más imprudente en ir a pedirle su aprobación a la chacra y más aun en aceptar que Pepe consultara con el MPP, donde podía apostarse que no iba a concitar aprobación. Al final de la jornada ha quedado muy solo, sin sectores que lo respalden en su aspiración presidencial. Habrá al menos dos candidatos: Daniel Martínez y Ernesto Murro. Y tal vez dos más: Carolina Cosse y Mario Bergara. No parece haber más aspirantes, salvo que apareciera alguno que lograra consensuar a todos. Y eso parece imposible. Los dados ya están en el cubilete y, volcados sobre el tapete, surgirán las alianzas que respaldan a cada uno, los consensos para conseguir las mayorías necesarias y los acuerdos políticos que permitirán definir el candidato a la presidencia de la República, a la vicepresidencia y probablemente a la Intendencia de Montevideo. Es evidente que Mujica y Astori patearon el avispero. También lo es el hecho de que del primer round no parecen haber salido vencidos ni vencedores. Más bien algunos creen que ganó Astori por puntos y otros tantos dan ganador a Pepe por nocaut. No obstante, por ahora va ganado el Pelado Martínez, que, apoyado en su visibilidad como intendente de Montevideo y en el resultado de las encuestas, se perfila como el presumible ganador de la contienda. Pero, pese a quien pese, Daniel ya no es el candidato único, y en una difícil carrera de obstáculos todos los que se postulen tienen que pasar con luz la consideración del Plenario del Frente Amplio, ganar entre los centenares de miles de afiliados que votarán en las elecciones internas y disputar las elecciones nacionales del año próximo, en las que la oposición se dispone a acabar con tres períodos de gobierno progresista. Quizás el menú sea la especialidad del anfitrión, pero tal vez no haya sido el apropiado en el asfixiante clima que se respira en la fuerza política y que amenaza hace tiempo con un divorcio en puerta.
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