Kung Fú Ombijam: "El sistema carcelario termina siendo reperverso y no educativo"

Federico comenzó a rapear desde temprana edad, pero fue a los 24 años, tras perder su libertad, cuando encontró en la música un refugio y un canal para expresar su realidad. Desde la Unidad 6 de Punta Rieles, comenzó a componer sus propias canciones e inició una reflexión más profunda sobre su entorno.

Según él, la cárcel debería ser un espacio educativo, donde las personas privadas de libertad puedan aprender y evitar reincidir en el delito. Sin embargo, la realidad con la que se encontró fue muy diferente. "El sistema carcelario termina siendo reperverso y no educativo", señaló. A su juicio, el sistema falla en su misión de rehabilitación y, en cambio, perpetúa una exclusión que no favorece la reinserción.

Más que un castigo

Ombijam no romantiza su experiencia en prisión, reconociendo que cometió delitos que lo llevaron allí. Sin embargo, hace hincapié en la necesidad de que la reclusión sirva para algo más que solo un castigo. Cree que las personas que cometen delitos, particularmente relacionados con el ambiente delincuente por razones monetarias, deberían recibir educación y herramientas para evitar caer nuevamente en el crimen. Para él, escribir y componer música le permitió reflexionar sobre su vida y distanciarse de la delincuencia. “La lapicera y el papel me hicieron ver todas esas cosas”, comentó.

Uno de los aspectos que destaca en su rehabilitación fue la presencia de operadores penitenciarios, cuya función fue importante para reducir el odio que a menudo existe entre los reclusos y la policía. Este es un aspecto que él considera fundamental para cualquier intento de rehabilitación. "El chorro, el delincuente, tiene como un odio hacia el policía y el policía hacia el delincuente", explicó. Sin embargo, la interacción diaria con los operadores penitenciarios humaniza las relaciones dentro de la cárcel y puede facilitar el proceso de cambio.

Las carencias del sistema

Para el entrevistado, faltan más actividades y enfoques que promuevan la rehabilitación en las cárceles. Explica que si bien él contaba con algunas herramientas previas, como su educación y su pasión por el hip hop, muchas personas en prisión no tienen esas mismas oportunidades. En ese sentido, considera que se debería invertir mucho más en programas que realmente ofrezcan una alternativa de vida a quienes están privados de libertad.

Federico aclaró que no es una cuestión partidaria, sino de las personas que administran el sistema carcelario, quienes, en muchos casos, miran más por sus propios intereses que por mejorar las condiciones de rehabilitación. Además, subrayó que mientras algunas cárceles ofrecen herramientas para el cambio, otras "te brindan herramientas de cuchillos para violentarte más".

Actualmente, Kung Fú Ombijam sigue comprometido con su proceso de cambio y con la música como medio para expresar su visión crítica del sistema. Imparte talleres de producción musical en la misma unidad penitenciaria en la que estuvo recluido, además de colaborar en diversos proyectos sociales fuera de la cárcel. Para él, la cárcel no lo definió, sino que lo impulsó a encontrar una nueva forma de vida, utilizando el arte como herramienta de transformación social.