La inflación desenfrenada, un desempleo del 10% y la alta desconfianza de inversores y entidades financieras han llevado al presidente argentino a presentar en el Parlamento un paquete de medidas impositivas y sociales bajo el rótulo “Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva”. Parte de ella nos tiene al borde del knockout, ya que apunta a gravar con 30% la compra de pasajes y paquetes turísticos, hospedaje y gastos en otros países, compras en dólares con tarjeta de crédito y dinero de efectivo en el exterior, lo que se conoce como “dólar turista”.
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Se trata de una medida desesperada que viola acuerdos internacionales; pero convengamos que, aun cuando al iniciarse la temporada veraniega nos caiga como un latigazo lacerante, tiene sus justificativos. Tras heredar una crisis espectacular, Alberto Fernández no hace lo que quiere, sino lo que puede.
El hecho es que hasta los primeros días de enero la temporada estaría salvada, sobre todo por el incremento de turistas brasileños; pero de ahí en más el panorama es tétrico. Ante tal circunstancia, representantes del gobierno y del sector privado corren para arriba y para abajo buscando una solución mágica; pero no aparece, porque Uruguay necesita ganar y Argentina no puede perder.
Lo que no entiendo es por qué nadie se atreve a hablar en Uruguay de las monedas virtuales, las que pueden evadir el cerco impositivo fácilmente sin violar ninguna ley.
¿Por qué no?
En el mundo existen unas 1.500 monedas virtuales o criptomonedas, siendo el bitcoin (creada en 2009 por una persona o grupo denominado Satoshi Nakamoto) la más poderosa y conocida. En el orbe financiero hay un antes y un después de la aparición de estas, ya que surgen de la necesidad del mercado, y para eludir las trampas y abusos del sistema bancario. Son creadas, distribuidas y autentificadas al margen de bancos y gobiernos.
En 2013, el bitcoin superó lo 1.000 dólares por unidad. A fines de 2019, y pese a una baja en meses anteriores, se ubica por encima de 7.200 dólares. Los gurúes del ámbito financiero se dividen entre los que auguran un desplome de las criptomonedas y los que indican que son parte de un futuro ineludible, por lo que el bitcoin, en particular, llegaría a mediano plazo a 20.000 dólares. Jugar a comprar y vender monedas digitales es un negocio muy interesante; pero es un juego no apto para cardíacos, a juzgar por las fluctuaciones que se dieron en 2019.
No todos comprenden cómo se autoregula este moderno sistema de transferencia, lo que genera cierta reticencia, pero lo cierto es que, más allá de alguna caída momentánea, el bitcoin siempre vuelve a levantarse. Los gobiernos le quieren meter el diente, pero aún no lo logran. Las agencias de turismo más visionarias (Destinia y Expedia, entre otras) ya adoptaron las criptomonedas y todo indica que no piensan volver al sistema tradicional de pagos, mientras que otras (13 Tickets y Cubaaz) se están atreviendo a crear sus propias monedas virtuales.
En 2011, tras el bloqueo de Visa, PayPal y MasterCard, WikiLeaks buscó el amparo del bitcoin para sus transacciones.
¿Qué son y cómo funcionan las criptomonedas?
Es tan simple y complejo a la vez que se nos dificulta explicarlo.
En mi celular tengo una aplicación llamada blockchain que me provee de una billetera virtual (wallet) donde tengo buena parte de mis ahorros de dólares en bitcoins. Si tengo que enviar dinero a una persona de cualquier parte del mundo, esta me envía su código personal, lo copio, lo pego, y le envío los bitcoins (o fracciones) que necesite. La otra parte lo recibe en segundos en su monedero a un costo operativo ínfimo, lo que me ha permitido liberarme de las altas comisiones de sistemas como Western Union o Money Gram cuando envío dinero desde el exterior a mi familia. Cuando queremos convertir nuestras criptomonedas en efectivo, simplemente buscamos el equivalente a casas de cambio, en realidad, particulares que las compran y las venden.
Debo repetir que el sistema es absolutamente legal. De no ser así, no lo estaríamos planteando como solución para nuestro país.
Toda la información de las transacciones está encriptada con una tecnología que ofrece altísimas garantías de seguridad a cada usuario. Digámoslo de esta manera: nuestro dinero está más seguro allí que en un banco y sin tener que pagar a una entidad financiera para que lo cuide. Los ahorristas uruguayos y argentinos recordarán lo que sucedió con varios bancos fundidos o vaciados, y que se llevaron el fruto del esfuerzo de toda una vida al más allá, registrándose varios suicidios y tragedias por tal motivo.
Los bancos, en definitiva, son intermediarios. Las criptomonedas no precisan de ellos, sino del blockchain.
Este sistema llegó para quedarse, pese a que los grandes bancarios se devanan los sesos para detenerlo.
A modo de excepción, la India prohíbe el uso de criptomonedas, mientras su banco central estudia cómo regularlas, ya que, más temprano que tarde, tendrá que permitirlas.
En febrero de 2018, Venezuela largó la preventa de su propia criptomoneda, el petro, y en menos de 20 horas recaudó 735 millones de dólares, superando todas las expectativas del gobierno. Nicolás Maduro explicó que la tecnología utilizada ponía las operaciones a salvo de hackers, narcotraficantes y lavadores de activos, a la vez que anunció la creación de la Tesorería de Criptoactivos y la certificación de 5.000 personas para explotar el petro, previa inscripción en el blockchain venezolano. A partir de entonces, las empresas públicas Pdvsa, Pequiven y CVG realizan un porcentaje de sus compras y ventas de suministros a través del petro.
El proyecto Libra (moneda virtual diseñada por Facebook) se lanzará al mercado en 2020; lo que ha puesto en máxima alerta a los republicanos, cosa que siempre sucede cuando llega algo nuevo y no todos lo comprenden. No es mucho lo que pueden hacer; porque ellos son, justamente, quienes siempre exaltan la libertad de las personas y el mercado.
Ventajas para los turistas
Sin tener en cuenta lo rentable que pueda llegar a ser tener parte de nuestros ahorros en criptomonedas, a los efectos de esta nota, consideremos las siguientes ventajas para los turistas:
- Se elimina la intermediación bancaria.
- Las transacciones se realizan inmediatamente; apenas una parte envía un pago, la otra lo recibe.
- Se reduce increíblemente el costo de las transacciones.
- Es un sistema válido para cualquier país.
- Evita cargar con dinero en efectivo.
- Las criptomonedas no están sujetas a ningún régimen fideicomisario.
- Su valor no lo fija ningún estado, sino el mercado.
- A diferencia del dinero común, estas monedas no pueden falsificarse.
- La información personal del usuario está encriptada y a salvo de los controles más autoritarios.
- No están sujetas a las restricciones de efectivo cuando se viaja a otros países ni se consideran como cuentas internacionales.
- Los viajeros no tienen por qué declarar, ni al salir de un país ni al entrar a otro, las criptomonedas que llevan; porque las lleva… pero no las lleva.
- Permite ahorrar comisiones en casas de cambio.
Si nuestras agencias de viajes, hoteles, empresas de eventos, de transporte y restaurantes aceptaran criptomonedas, podríamos multiplicar la cantidad de visitantes, para esta y para futuras temporadas. Los empresarios que no se integren rápidamente a este sistema estarán condenados a perder parte del mercado.
Claro que los Ministerios de Economía y Turismo deberán analizar algunos detalles antes de publicitar la medida; pero el tema no debería requerir más de 10 días, porque las criptomonedas ya existen, no hay que crearlas.
Uruguay ha sido visionario y hasta pionero en muchas cosas: Planes Ceibal e Ibirapitá, matrimonio entre personas del mismo sexo, legalización de la marihuana, despenalización del aborto. Me gustaría decir que también en incorporar las criptomonedas al mercado turístico, pero ya hay muchos empresarios en varios países que lo han hecho. En todo caso, estamos atrasados en el uso de las oportunidades que brinda la tecnología.
Como sea, espero que las autoridades correspondientes y los operarios privados (que al fin y al cabo no necesitan permiso) adopten de inmediato este sistema.
Eso sí… lo que vayamos a hacer debemos hacerlo rápido.