Por A. Laluz El proyecto The Rada’s Old Boys llega este domingo, a las 21 horas, a la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre, con su homenaje a Rubén Rada y a un repertorio cancionístico surtido de swing e ideas compositivas, que ya está anclado en el mapa de la música popular de la región. Se trata de la reunión de tres conocedores de primera mano de las piezas de este repertorio, y que han compartido varias etapas de la trayectoria del “Negro presidente”: Daniel Lobito Lagarde (contrabajo, bajo eléctrico y voces), Ricardo Nolé (piano y teclados) y Nelson Cedrés (batería y percusiones). El plan de este concierto es presentar la selección de radeces que se incluyó en el disco The Rada’s Old Boys, lanzado en el año 2016 y que fue premiado como Mejor disco de jazz en la última edición de los Graffiti, con la participación de dos invitados, Pablo Somma en flauta y el propio Rubén Rada, quienes tuvieron destacadas intervenciones en la grabación del citado álbum. Terapia de swing No hay que ser experto para escuchar cómo se gozaron Lagarde, Nolé y Cedréz al abordar las diez canciones del disco The Rada’s Old Boyx. Tampoco hay que ser un experto para darse cuenta de que no inventaron nada: la pólvora, ya lo sabe, fue inventada hace mucho tiempo. Los títulos elegidos son algunas de las realizaciones más poderosas de Rada, y representan algunos de sus períodos compositivos más prolíficos, desde la época de Tótem hasta sus proyectos como solista. Y un detalle que no es menor: los responsables de este registro fueron protagonistas de muchos de esos proyectos. Lagarde estuvo con Rada en sus primeros pasos. Nolé lo acompañó durante casi una década de residencia en Argentina. Y Cedréz es el baterista de su banda desde 1995. En fin, al Negro lo conocen a fondo. Y eso se escucha. Con una formación bebopera básica, más la incorporación del homenajeado y del flautista Pablo Somma en un par de canciones, el trío revisitó este repertorio (‘Biafra’, la notable ‘Botija de mi país’, ‘Terapia de murga’, ‘Ayer te vi’, entre otras) explotando al mango el swing que atraviesa cada uno de diseños melódicos, y desarrollando un inteligente trabajo con el material rítmico y, sobre todo, con el armónico (un elemento del discurso musical que siempre le fascinó a Rada). Y, como fue dicho, el goce se escucha, encanta y es una de las razones por la que la escucha queda, literalmente, enganchada. No se preocupe por buscarle el “toque de maestría”. Tampoco se preocupe por las etiquetas. Llámelo como quiera: jazz, candombe, candombe fusión. No importa. El asunto central en este disco no es otra cosa que la musicalidad: algo inefable, intenso y que apela al disfrute pleno de un material surtido de buenas ideas y de sensibilidad.
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