Hace justo 27 años el abogado y activista sudafricano Nelson Mandela (1918-2013) ganaba las elecciones generales con su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), y tomaba posesión como presidente de Sudáfrica el 9 de mayo de 1994.
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Mandela había luchado toda su vida por los derechos de la población negra y para acabar con el apartheid, un sistema de segregación que separaba a blancos y negros en Sudáfrica.
Este sistema político y social otorgaba derechos diferentes para blancos y negros: los negros no podían votar, tenían escuelas y hospitales separados y las relaciones interraciales estaban prohibidas.
El apartheid era un sistema heredado del colonialismo en África, una época en la que varios países europeos se lanzaron a conquistar el continente africano para ampliar sus dominios y apropiarse de los recursos humanos y materiales.
Sudáfrica declaró su independencia del Reino Unido en 1961, pero el apartheid siguió funcionando durante décadas y el poder estuvo siempre en manos de los blancos.
Mandela se implicó desde muy joven en la lucha por la igualdad racial, por lo que fue detenido y sentenciado a cadena perpetua. Pasó 27 años en la cárcel, entre 1962 y 1990.
En la década de 1980-90 había una gran tensión social en Sudáfrica, la población negra reclamaba la igualdad. Tras ser liberado, Mandela colaboró con el gobierno para acabar con el apartheid y lograr la reconciliación entre blancos y negros.
Después de pasar casi tres décadas encarcelado, Mandela no promovió el odio y rencor hacia los blancos, sino todo lo contrario: lanzó un mensaje de paz y reconciliación para unir a toda la población sudafricana, blancos y negros.
Así fue cómo Mandela se convirtió en un símbolo de libertad en todo el mundo, ganó el Premio Nobel de la Paz en 1993 y se convirtió en presidente en 1994.