El Sindicato de Artes Gráficas (SAG) es considerado como la organización sindical más antigua del país. El historiador del movimiento sindical Rodolfo Porrini data en 1870 el punto de partida de los “orígenes” del movimiento obrero uruguayo. Ese año se constituye en Montevideo en forma permanente “una organización formada exclusivamente por trabajadores y para su defensa, como fue el caso de la Sociedad Tipográfica Montevideana. Desde entonces se formaron sociedades de socorros mutuos vinculadas a diferentes oficios o actividades y orígenes nacionales o regionales. Algunas de estas terminaron constituyendo verdaderas organizaciones de clase. También hubo cooperativas de producción, como la de los tipógrafos entre 1889 y 1892. Y existieron múltiples experiencias de clase a través de reclamos, situaciones de conflicto y hasta huelgas que ambientaron, en algunos casos, la génesis de “sociedades de resistencia”.
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Agrega Porrini que desde 1872 existieron contactos con miembros de la Sección Mexicana de la Asociación Internacional de Trabajadores anarquista, con sede en Suiza. Desde 1875 se creó en Montevideo la Federación Regional de la República Oriental del Uruguay. En una sociedad de criollos e inmigrantes, estos “internacionalistas”, con una ideología política más definida que los impulsores de las “sociedades mutuales”, intentaron organizar y concientizar a los trabajadores para luchar contra la “explotación del hombre por el hombre”. Entre sus acciones se destaca el apoyo a la “primera huelga de todo un gremio”, la de los fideeros en 1884, la edición de periódicos como El Internacional (1878) y La Lucha Obrera (1884), y la organización de secciones en Paysandú y en Las Piedras. Al año siguiente constituyeron la Federación Local de los Trabajadores de la Región Uruguaya, que editó el periódico Federación de Trabajadores. En 1890 se intentó crear una “Unión Obrera” a partir del periódico El Partido Obrero.
A partir de la década de 1890, agrega Porrini, se fueron formando sociedades de resistencia, animadas por ideologías anarquistas, aunque también asomaban en algunas de ellas los luchadores y organizadores socialistas, de raíz “marxista”. “A comienzos del siglo XX los católicos, además de organizaciones en las que participaban juntos obreros y patronos, promovieron la formación de ‘uniones gremiales’ solo de obreros”.
Es precisamente en este año de 1890 que los trabajadores uruguayos celebran por primera vez el 1º de Mayo.
Jornada de lucha
La celebración del 1º de Mayo como jornada de reivindicación de la lucha por los derechos de los trabajadores tiene su origen en los trágicos sucesos de Chicago en mayo de 1886. Por esos años los trabajadores cumplían extenuantes jornadas de 10 o 12 horas, en algunos casos hasta de 14, razón por la cual los sindicatos, el Congreso de Trade Unions, en el que se agrupaban los obreros calificados, decidió convocar a una paralización general en reclamo de las ocho horas de trabajo. No se sabe muy bien por qué el día elegido fue el 1º de mayo, lo cierto es que ese día, un sábado, se declararon en huelga centenares de miles de operarios en todo el país. Los principales centros industriales de Nueva York, Chicago, Filadelfia, Milwaukee, Cincinnati, Louisville y Baltimore vieron sus actividades detenidas y a millares de trabajadores en las calles reclamando por su derecho a laborar ocho horas.
Los acontecimientos más dramáticos fueron los de Chicago, ciudad ubicada en el norte de Estados Unidos, importante centro ferroviario y de la industria cárnica y alimenticia. Las crónicas de la época señalan que unas 25.000 personas se concentraron en el parque de la ciudad para asistir a un mitin.
Inició la oratoria el periodista Albert Parsons, de Alabama. Unos años antes había sido candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Obrero Socialista de América. Era compañero de Parsons el también periodista y emigrado alemán August Spies, director del periódico obrero Arbeiter-Zeitung.
Intervinieron también en el mitin Samuel Fieldin, inglés, y Michael Schwab, alemán. En sus discursos se fustigó la explotación capitalista y se reclamó una jornada laboral de ocho horas.
El lunes 3 de mayo los trabajadores de la fábrica de maquinaría agrícola McCormick Harvesting fueron a la huelga y se concentraron frente a los portones de la empresa. Alertada la policía, reprimió a los huelguistas con el saldo de dos muertos y 50 heridos. Este acto fue motivo para que el día siguiente los huelguistas convocaran a un mitin en Haymarket. Durante su desarrollo alguien arrojó una bomba contra la policía que dejó varios muertos.
Los hechos de Haymarket fueron el pretexto para la represión contra los trabajadores y sus organizaciones. Samuel Fieldin, August Spies, Michael Schwab, Oscar Neebe, Adolphe Fischer, George Engel y Louis Lingg fueron detenidos por la policía. El dirigente Albert Parsons se entregó voluntariamente.
El proceso se extendió a lo largo de 60 días y fue seguido con enorme atención por todo el país. Entre los asistentes a las audiencias se encontraba José Martí, quien cubrió el juicio como corresponsal.
Finalmente el tribunal condenó a muerte a Parsons, Spies, Engel y Fischer y a diversas penas de prisión al resto de los acusados. La sentencia de muerte fue rechazada por una ola mundial de indignación e importantes intelectuales y gobernantes enviaron cartas al gobierno de Estados Unidos para que se conmutara la pena. Entre quienes protestaron se encuentran los escritores Bernard Shaw y Oscar Wilde y la Cámara de Diputados de Francia. Nada pudo evitar que se cumplieran las condenas.
Uno de los jurados, ante quien se plantea la inocencia de los acusados, dirá: “Los colgaremos lo mismo. Son hombres demasiados sacrificados, demasiado inteligentes y peligrosos para nuestros privilegios”. El día anterior a la ejecución, a Fieldin y Schwab se les conmutaron las condenas por la de prisión perpetua.
Louis Lingg apareció muerto en su celda. Se dijo que se había suicidado, pero nunca se supo exactamente si fue suicidio o asesinato; tenía 27 años y desconocía totalmente el inglés.
Parsons, que será uno de los mártires junto a Fischer, Spies, Lingg y Engel, también condenados a muerte, dirá: “Si es necesario subiré a la horca por los derechos del trabajo, la causa de la libertad y el mejoramiento de la suerte de los oprimidos”.
Fischer sorprende a los guardias por su serenidad cuando explica: “Este mundo no me parece justo y batallo ahora muriendo para crear un mundo justo”.
Engel dirá: “¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones otros caen en la degradación y la miseria”.
Spies, al disponerse a morir, saludará proféticamente: “Al tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces, que estrangula la muerte”.
En julio de 1889, cuando Francia celebraba los cien años de la Gran Revolución, se reunió en París el Congreso Internacional de Obreros Socialistas el que terminaría por dejar establecida la Segunda Internacional. La primera había sido creada por Carlos Marx y Federico Engels bajo el nombre de Asociación Internacional de los Trabajadores en 1864. Este importante congreso proletario aprobó una moción estableciendo que el 1º de Mayo de cada año los trabajadores paralizarían sus actividades para reclamar por la jornada de ocho horas y por sus derechos.
En Uruguay
En Uruguay el 1º de Mayo se celebró tempranamente, fue en 1890 cumpliendo con lo establecido el año anterior en el congreso obrero de París. Fue una incipiente Federación de Trabajadores, que reunía a artesanos y obreros calificados, la mayoría inmigrantes, de lagunas de las incipientes industrias que comenzaban a surgir en Montevideo. “Hoy primero de mayo de 1890 se invita a todos los obreros de Montevideo a asociarse a la huelga universal. Se os invita a la Protesta contra la explotación del hombre por el hombre”, rezaba un volante que fue publicado en los periódicos obreros de la época.
Algunas docenas de personas acudieron al llamado y se concentraron en la esquina de 18 de Julio y Olimar, actual Germán Barbato, en lo que fue seguramente el primer acto obrero de la historia del país.
El esfuerzo de aquellos trabajadores fue creciendo y en pocos años las organizaciones obreras fueron adquiriendo un papel cada vez más notable en la vida de la sociedad. Al punto que, cuando en su segunda presidencia, José Batlle y Ordóñez remitió al Parlamento su proyecto de ley de ocho horas, debió reconocer en la presentación de motivos que ya muchos gremios contaban con ese beneficio gracias a la acción de los sindicatos.
La celebración de 1º de Mayo pasó por varias etapas que van desde la organización de tres o más actos, en tiempos de la existencia de tres o cuatro centrales sindicales, al acto unitario impulsado por los sindicatos que terminarían por conformar la central única.
Durante los años de la dictadura, la clase obrera uruguaya recordó siempre su emblemática fecha. Si bien las movilizaciones populares de 1974 y 1975 dieron paso a actos en parroquias o clubes sociales, la lucha de los trabajadores permitió en 1983 celebrar el 1º de Mayo con un gran acto de masas.
En la proclama del acto convocado por el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) se dijo: “Este Primero de Mayo, con la clase obrera y el pueblo en la calle, esta jornada convocada por nuestro movimiento sindical clasista y unitario el día de los trabajadores, convertido en palpitante concentración popular, es el resultado de diez años de lucha por la vida y por los principios de nuestra clase trabajadora […] el sagrado significado del Primero de Mayo, … no ha desaparecido [ni] la continuidad de la lucha de la clase obrera uruguaya más allá de accidentes históricos”. El primero de mayo del año siguiente, bajo la bandera “Pit-Cnt un solo movimiento sindical” se simbolizaba la continuidad de la “organización” y de la tradición clasista que se atribuía a la fecha.