El dato que ha animado a las autoridades a tomar esta decisión es que se superó la incidencia de 100 casos por cada 100.000 habitantes en todo el país, un límite marcado desde Berlín que podría aumentar en las próximas semanas.
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El Gobierno de Angela Merkel ya advirtió desde el principio que en caso de que hubiera cualquier signo de aumento masivo de los contagios, frenaría el proceso de desescalada que vivía el país desde la tercera ola.
La reunión entre la canciller y los primeros ministros de las regiones federales de Alemania transcurrió de una forma tensa debido a la oposición de muchos a cerrar de forma tan prematura. Muchos de estos gobernadores se quejan de que otro cierre golpee aún más la economía local. La división se marcaba especialmente entre los estados del norte, reticentes a cerrar, y los del sur.
El objetivo alemán es encerrar a la población durante estos meses para tener datos de contagios bajos en verano, que, sumados al proceso de vacunación, podrían asegurar que millones de alemanes puedan viajar para esas fechas sin miedo a rebrotes masivos.
Durante los días de Semana Santa se fomentará el descanso en casa y se prohibirá la apertura de cualquier establecimiento que no sea considerado «básico» o «esencial».
A esta decisión también se suma la obligación de presentar una prueba PCR a todos los ciudadanos que provengan de otro país, sin importar si es considerado de riesgo o no.