Moynaq, uno de los puertos pesqueros más concurridos de la Unión Soviética y uno de los cuatro lagos más grandes del mundo, se convirtió con el tiempo en un cementerio de barcos.
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¿Cómo es posible que un pueblo que representaba uno de los polos económicos más importantes de Uzbekistán, cuando este país formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), haya perdido su poderío y quedado en el pasado?
En los años 60 la URSS decidió canalizar agua de los principales ríos que alimentaban el mar –el Amu Daria y el Sir Daria- para crear en esa desértica área de la tierra la mayor zona de cultivo de algodón del mundo. Se trató de una decisión muy polémica que a la larga terminaría por secar el mar casi por completo.
Lo que terminó pasando en Moynaq es que estos proyectos de irrigación trajeron como consecuencia el declive del mar a solamente el 10% de su tamaño original que ostentaba desde la mitad de la primera década del siglo XX. Los barcos quedaron abandonados, encallados y olvidados.
Pesticidas
“El Mar de Aral es apenas un 10% de lo que fue, y lo que queda, absolutamente contaminado, se ha alejado de puertos como Moynaq dejándolos a expensas del olvido y de un vetusto y oxidado cementerio de barcos que ya no tienen razón de ser. El viento no movía olas sino granos de veneno bacteriológico que se colaba en las paredes herrumbrosas de aquellas embarcaciones rodeadas de anacronismo y pesadumbre. Nunca pensé que fuera a quedarme sin palabras”, describe la web elrincóndesele.com tras una visita que realizaron a la zona en 2013.
Más allá de que por un período en los años 80 Uzbekistán cultivó más algodón que ningún otro país, a medida que el lago se iba achicando, los pesticidas e insecticidas fueron matando a los peces.
Con información de La Nación.