Por Leandro Grille
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El candidato colorado Ernesto Talvi propone no completar entre 9.000 y 10.000 vacantes de funcionarios públicos que se producen cada año por su jubilación o por su fallecimiento, como un mecanismo para reducir la cantidad de funcionarios públicos. En primer lugar, ¿hay un exceso de funcionarios públicos? Y segundo, ¿cómo impacta ese mecanismo de no cubrir vacantes sobre los servicios públicos que proporciona el Estado?
La primera falacia que Talvi quiso instalar fue que hay más desempleo del que creemos porque, según él, la gente que está empleada en el Estado parece que no es empleada; una maestra en un colegio privado está propiamente ocupada, pero una maestra en la escuela pública está desocupada, un guardia de seguridad en una empresa de seguridad es recontraocupado, pero el policía es desempleo encubierto; una enfermera en una mutualista versus una enfermera en salud pública. Primera manipulación barata de información, queriendo instalar una idea que es absolutamente absurda. Yo he planteado que esas cosas demuestran desesperación política. Yo me acuerdo hace un tiempo de un asesor de Lacalle Pou, un economista también, que planteaba que en realidad la economía uruguaya no había crecido porque si le sacábamos los sectores, que eran los que habían crecido, no creció. Claro, si para decir que la economía no creció sacamos de la medición los sectores que crecieron, si para decir que el empleo no creció sacamos a los empleados públicos, como si no fueran empleados, en cualquier momento va a haber alguna medición de ellos que diga que la pobreza es la de 2002. Esa manipulación realmente es fruto de un proceso político que se ve que se les está desestructurando. Después, decir que no va a entrar nadie al Estado, ya lo vimos, lo planteó Jorge Batlle en su momento y se instaló en la década del 90 y fue una verdadera mentira, fue un bluff, porque el Estado como cualquier organismo, como cualquier empresa, como cualquier espacio, como un club social, como un club de fútbol, no puede vivir sin la renovación lógica de sus miembros. Cuando se votó aquella ley de prohibición de ingreso al Estado empezó la creatividad más absoluta, empezó a entrar gente en el Estado sin entrar, te lo digo porque de los 70.000 empleos públicos nuevos que dice Talvi, hay unos cuantos miles que no son otra cosa que la regularización de todos esos contratos chatarra irregulares que había en el Estado, pero que ya de hecho eran funcionarios públicos. Nos querían hacer creer que no estaba entrando nadie al Estado, teníamos becarios que hacía ocho o nueve años que eran becarios o pasantes, pasantías largas había. Eso es lo primero que hay que entender, un organismo como el Estado, es absurdo pensar que simplemente por un tema numérico, por un tema de que yo le cierro la puerta, lo hago más eficiente. Es absurdo. Con la dinámica tecnológica de hoy necesitás sangre nueva y renovada permanentemente, porque con la dinámica de la tecnología y las formas de hacer las cosas no podemos estancar al Estado: como no se puede estancar una empresa para ser competitiva, no podemos estancar al Estado en ese terreno. Después, ¿en qué se explica -entre comillas- esos 60.000 o 70.000 funcionarios nuevos en el sector público? En las cosas que estaban pauperizadas, en las cosas que estaban desatendidas y que están en el centro de la preocupación de la gente: el presupuesto para la educación era 3% de un PIB, bajísimo; hoy es más de 5% de un PIB mucho más alto, porque la cobertura en educación aumentó. En primaria culminan ahora 98% de los chiquilines, pero en secundaria, en la educación media -que además a veces se pone como ejemplo de fracaso del Frente Amplio-, claro que nos insatisface que solo 47% de los chiquilines culmine la enseñanza media, pero ese 47 era un 36 en el 2004. Ha habido ampliación de cobertura y mejora en los resultados. Y por más que nosotros mismos digamos que ese 47% es inaceptable, no deja de ser 11 puntos más alto que cuando el Frente Amplio empezó a gobernar. Además, ha habido mejoras en infraestructuras, ha habido otro enfoque para el tema educativo, se creó la Universidad Tecnológica, se instaló el Ceibal, tecnicaturas, hay una cantidad de nuevas ofertas educativas en todo el país, ha habido descentralización geográfica. Talvi dice que va a hacer 136 liceos más, pero no va a llenar las vacantes de docentes, entonces no sabemos bien cómo los va a atender. Parece un chiste, pero no es un chiste, los 60.000 o 70.000 empleos que crecieron, los vínculos laborales que crecieron en el Estado, son primordialmente en la educación. También una parte en la salud, que también podemos hacer otra larga historia de cómo estaba la salud y la salud pública en particular en 2004, una cosa patética, y lo que tenemos hoy no es maravilloso, pero es mucho mejor.
Y en la Policía: yo quiero reivindicar lo que el Frente Amplio ha dignificado la labor policial, no solo en materia salarial, porque lo que cobraba un policía en 2004 era absolutamente horrible, sino también en el hecho de que el policía antes iba a patrullar sin planificación, donde le compraban el bono colaboración y salían a patrullar con unos uniformes que de azul no tenían nada, con chalecos vencidos, con armas que no funcionaban y hablan de la dignificación de la Policía. Ahí aumentó la cobertura porque obviamente hay que atender más los temas de seguridad. Eso es lo que explica el aumento de los vínculos laborales: Educación, por lejos en primer lugar, salud y seguridad. Esa es una forma de mirar los problemas, diagnosticarlos y ver la manera de abordarlos. Decir que uno puede cerrar la puerta y que no entre nadie más es erosionar lo público. Y eso no es inconsistente con el enfoque que transparentemente transmiten: ellos endiosan el mercado y desprecian el rol del Estado. La referente de economía de Talvi lo dijo con todas las letras: “El mercado es el gran asignador de recursos y el Estado tiene que tener un rol menor, secundario, subsidiario”. Nosotros discrepamos radicalmente.
Más allá del tema de la medición del desempleo -es realmente lamentable que un profesional plantee las cosas en esos términos-, acá hay un enfoque conceptual ideológico que erosiona, que no quiere que el Estado cumpla el rol que nosotros entendemos que tiene que cumplir. Uruguay hoy está en un escalón más alto de bienestar, de equidad y de derechos. El mercado no hay que desatenderlo, acá nadie está promoviendo que ignoremos el mercado, el mercado da las señales y las tenés que tomar, y da estructuras de estímulos que ayudan al crecimiento, pero ese crecimiento para que sea sostenible, como es ahora, necesita de políticas públicas conscientes, o sea, rol del Estado. Pero, además, el mercado si hay algo que no te resuelve son los temas de la equidad y de los derechos: sin Estado y sin gobiernos del Frente Amplio, Uruguay hoy no estaría ni en el nivel de bienestar que está, ni con la equidad que hay hoy en el país, ni con los derechos que se han promovido. Es obvio que está todo para mejorarse: necesitamos más bienestar, más equidad, garantizar el acceso a los derechos, pero sin políticas públicas eso no se lograría; sin Estado consciente, explícito, que conduzca el proceso económico y social, no se lograría. Esto no es solamente discutir un tema del lado fiscal, del lado de los números o del lado del empleo, es una concepción político ideológica. Por otra parte, lo de mercado versus Estado es una falacia. Siempre recuerdo a Vaz Ferreira diciendo “falacias de falsa oposición”, porque los países que son potentes tienen un mercado que funciona, pero tienen un Estado fuerte. No es cierto que los países que funcionan sean puro mercado y con un Estado secundario, para nada, esa posición viene de una matriz liberal profunda, rancia. No ven la realidad: sin Estados potentes, que fijen buenas reglas, que las hagan cumplir, que conduzcan los procesos, el funcionamiento de los mercados tampoco tiene buenos resultados.
Desde el año pasado, Lacalle Pou viene anunciando una ley de urgencia, para los primeros días de un eventual gobierno blanco. ¿Usted qué imagina de esa ley de urgencia? Como en realidad él no ha dicho cuál sería el contenido, creo que estamos todos con la libertad de conjeturar. ¿Cuál podría ser el contenido de la ley de urgencia?
Supongo que la ley de urgencia reflejará propuestas que él está haciendo a distintos niveles, y la está macaneando en unas cuantas. Ya en el tema de seguridad, por ejemplo; nosotros en seguridad tenemos hoy la mejor Policía que ha visto Uruguay en la historia moderna: tecnología, capacitación, equipamiento, infraestructura, inteligencia, dignificación del trabajo policial. Los resultados no son buenos en el sentido de que todavía hay realmente resultados muy insatisfactorios en materia de seguridad, en buena medida porque ha cambiado la fisonomía, la pintura gruesa del delito en Uruguay: el aterrizaje del narco, el aterrizaje del crimen organizado cambia el panorama. Hoy más de la mitad de los homicidios son ajustes de cuentas entre bandas narcotraficantes, una realidad que antes no se veía en Uruguay. El Frente Amplio ha tenido que ir modificando saludablemente sus posicionamientos en política de seguridad; nosotros arrancamos fuertes en la idea de combatir las causas sociales de la pobreza y está bien, también eso lo tenemos que hacer mejor porque hoy la pobreza bajó mucho, de 40% a 8% -un tercio de la población uruguaya salió de las condiciones de pobreza-, pero este 8% no lo estamos moviendo porque es una pobreza distinta, no es una pobreza que se resuelva con puestos de trabajo o con ingresos, sino que tiene que ver con la fragmentación social. Visto desde la perspectiva de la seguridad, el Estado tiene que aterrizar de manera mucho más eficiente, articulada, coordinada en esos territorios vulnerables. Creo que las propuestas que hacen Daniel Martínez y Gustavo Leal de más barrio, de aterrizar articuladamente con la presencia del Estado en esos territorios vulnerables es fundamental y pauta también ese cambio en la filosofía de políticas de seguridad, con los operativos más contundentes de combate al narcotráfico y el crimen organizado. En paralelo a eso tenemos que ser más humanos en la rehabilitación y la reinserción social porque eso es fundamental para mejorar las condiciones de convivencia. Tenemos que sacar las cárceles del Ministerio del Interior, de la Policía. Las cárceles en el Ministerio del Interior las puso Pacheco Areco en el año 71, en el marco de la escalada represiva que vivía el país en ese momento. Ya es hora de que eso salga de ahí porque la Policía, y esto no es denigratorio con la Policía, al contrario, yo la reivindico hoy, pero tiene su rol institucional de reprimir y prevenir delitos. La rehabilitación es una cosa diferente, se tiene que hacer con otra cabeza, tenemos que pasar las cárceles de una lógica represiva interna a una lógica de rehabilitación. Ya hay experiencias incipientes en la dirección correcta, el polo industrial del Comcar, algunos módulos en Punta Rieles, hay reclusos y reclusas que están estudiando, que están trabajando. Hay una cosa fundamental que tenemos que hacer mucho mejor en las cárceles que es combatir las adicciones: es muy alta la proporción de la gente privada de libertad que es adicta. Es más, probablemente esté privada de la libertad porque era adicta y el problema es que si alguien entra adicto a la cárcel y sale adicto de la cárcel, las chances de reinserción social son mínimas. Tenemos que trabajar mejor en la reinserción social porque no es automático que algún recluso que hace los deberes se saca la adicción de encima, trabaja o estudia, pero después sale a la sociedad y no es tan automático que esa persona sea retomada por su familia, por su marco laboral, que consiga un trabajo. A veces termina volviendo al mismo hábitat donde se generaron sus problemas. La reinserción y la rehabilitación hay que hacerlas con mucho más foco, porque hoy hay más de 11.000 presos en Uruguay, pero salen 6.000 por año de la cárcel, con lo cual si nosotros realmente mejoramos. Bajamos mucho el indicador de reincidencia con una mejor reinserción, vamos a tener impactos positivos de convivencia bastante rápidamente. Estos son enfoques de políticas de seguridad que tiene el Frente Amplio de acá en adelante, re-diagnosticando y modificando políticas, siendo autocrítico. ¿Cuál es la opción de la oposición? La reforma constitucional, militarizar la Policía -ni los militares están de acuerdo-, cadenas perpetuas, allanamientos nocturnos de hogares. O sea, represión pura y Lacalle Pou -vuelvo al tema de la ley de urgencia-; capaz que en la ley de urgencia va a escribir lo que dijo claramente, que le va a dar porte automático de armas a todos los expolicías en Uruguay: 17.000 expolicías que van a tener porte automático de arma con la discrecionalidad de usarla cuando entienda cada uno que estamos en una situación que pueda hacer generar inseguridad. Eso sí es denigratorio de la Policía, porque vamos a tener 17.000 sheriffs con armas en el bolsillo y con la chances de usarlas cuando ellos entiendan que es conveniente. Eso probablemente estará en la ley de urgencia de Lacalle Pou y me parece lamentable. Va en la dirección contraria de lo que tenemos que hacer y también es una muestra más de cómo se deteriora lo público y se pasa a una órbita privada en temas de seguridad que ni siquiera los liberales originarios podían concebir. Para los liberales, el Estado tenía que ser juez y gendarme, con esta gente ni gendarme, porque hay una lógica de privatización de la tarea policial y las tareas de seguridad con ese tipo de planteo. Entonces, una cosa que me imagino en la ley de urgencia es ese disparate de darles porte de armas automático a 17.000 personas que a su criterio las puedan utilizar si entienden que lo tienen que hacer.