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Mundo coronavirus | pandemia |

Bolsonaro critica y amenaza a su ministro de Salud

El  día en el que el Ministerio de Salud informó que el coronavirus ya mató a casi 300 personas en el país e infectó a cerca de 8.000, Bolsonaro dijo que a Mandetta “le falta un poco de humildad”, y lo acusó de querer imponer su voluntad al resto del gobierno.

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Jair Bolsonaro volvió a estremecer a la política de Brasil al criticar a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, una de las pocas figuras del gobierno elogiadas en todas las esferas del Estado ante la crisis causada por el coronavirus y quien ganó la confianza de la población al enfrentar la voluntad del presidente de terminar con las cuarentenas generalizadas en las mayores de ciudades del país.

Bolsonaro, al hablar por radio en la noche del jueves, el día en el que el Ministerio de Salud informó que el coronavirus ya mató a casi 300 personas en el país e infectó a cerca de 8.000, dijo que a Mandetta “le falta un poco de humildad”, y lo acusó de querer imponer su voluntad al resto del gobierno.

“Creo que Mandetta en algunos momentos tendría que escuchar un poco más al presidente de la República”, dijo Bolsonaro, indicando que su ministro de Salud, que es médico, “quiere hacer valer mucho su voluntad” y “le está faltando un poco más de humildad para conducir a Brasil en este momento de crisis”.

Bolsonaro explicó que Mandetta “cuida de la salud” como Paulo Guedes, el ministro de Economía, “cuida de la economía” y “yo entro en el medio para que no haya conflicto entre las dos alas”.

Pero, explicó, “si Guedes cree que sólo la economía es importante y Mandetta cree que sólo la salud es importante voy a tener un problema con los dos. No tengo problema con Paulo Guedes. Ahora, Mandetta quiere hacer valer mucho su voluntad”.

En ese sentido, recordó la oposición del ministro de Salud a su posición de terminar con las cuarentenas generalizadas y a poner en primer lugar la protección de los millones de empleos amenazados por la crisis sanitaria.

Bolsonaro, también, dijo que “yo no pretendo despedirlo en el medio de la guerra, no pretendo” y “espero que entienda el mensaje”, dado que está “en el medio del combate”. También aseguró que no estaba amenazando a su ministro, pero afirmó que ningún miembro de su gabinete era “no renunciable”.

El presidente de Brasil había cambiado el tono de su posición contraria sobre las cuarentenas generalizadas en un discurso en cadena de radio y TV en la noche del martes, cuando propuso un pacto nacional al que incluso convocó gobernadores con los que mantiene un permanente entredicho por su estrategia de combate al coronavirus.

Sin embargo, en la entrevista con la radio Jovem Pan en la que criticó a su ministro de Salud, volvió a cargar contra el gobernador de San Pablo, Joao Doria, al que calificó como un “pésimo portavoz” de los mandatarios regionales y al que acusó de dedicarse a la “demagogia barata”.

En ese sentido, consideró que estados como San Pablo y Río de Janeiro que “cerraron todo”, acabaron también con sus fuentes de ingresos, que provienen principalmente del impuesto conocido como ICMS, un gravamen al consumo que es recaudado por las unidades políticas de la federación brasileña.

Bolsonaro también criticó las restricciones impuestas por gobernadores y alcaldes para acceder a las playas debido a la prohibición de aglomeraciones.

“¡Prohibir ir a la playa, por el amor de Dios!”, se quejó Bolsonaro.

En la entrevista, de casi una hora, Bolsonaro hizo un repaso de las medidas de respaldo financiero que tomó su gobierno para apoyar empresas, empleados y trabajadores informales ante la paralización de la economía, que, indicó podrían llegar a unos 120.000 millones dólares en pocos meses.

El presidente ultraconservador, quien no tiene el apoyo ni del vicepresidente, Hamilton Mourao, ni del Congreso ni de la corte suprema a su posición de limitar las cuarentenas a ancianos y enfermos, sufrió el jueves una derrota en la justicia, que revocó su decisión de considerar a los cultos religiosos como actividades esenciales como querían pretendían algunos pastores evangélicos que quieren reanudar sus habitualmente masivas ceremonias.

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