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Mundo

Anticipando la crisis, la MMT

China, Europa y Japón toman medidas severas

En enero, las estrellas del Foro de Davos fueron los informes del FMI y del Banco Central Europeo que alertaban sobre una nueva Gran Recesión motivada por los problemas fiscales, el tamaño de la deuda, la ralentización del crecimiento y la guerra comercial. En definitiva, por un mundo en retroceso que carece de un orden global como el que tuvo hasta 2016, cuando Estados Unidos y China eran el sostén de la estabilidad global.

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El cambio climático y el futuro del trabajo (amenazado por el cruce de la robótica con la biotecnología, en suma, por la inteligencia artificial), son nuevamente postergados por la urgencia económica, ya que, bien mirada, la Gran Recesión fue mucho más grave que la Gran Depresión de 1929, solamente por el hecho de ser global. El principal problema está en la ralentización del crecimiento (China, convertida en la locomotora de la economía mundial, crecería “solamente” 6,2% de su PIB en 2019; India se “estancaría” en 7,5%; la Eurozona sólo aumentaría su actividad 1,6%; Japón 1,1%; y Estados Unidos -EEUU- 2,5%); el enorme peso de la deuda externa consolidada (que alcanzaría a US$ 164 billones, equivalente al 225% del PIB mundial, según el Monitor Fiscal del FMI); los grandes déficits fiscales que afectan a todas las potencias mencionadas; las grandes especulativas que se originan en las grandes empresas de las nuevas tecnologías y temas puntuales como la guerra comercial entre EEUU y China, que efectivamente ha producido un movimiento a la baja en el comercio mundial denunciado varias veces por el FMI, y el temor “no declarado” por el agujero fiscal producido por Donald Trump con su ajuste impositivo a favor del 1% más rico de la población estadounidense, que tarde o temprano (como ocurrió en la Argentina de Mauricio Macri), se cobrará su precio. Respecto de este último punto, alcanzan para confirmarlo las discusiones públicas entre Trump y Jerome Powell, el abogado corporativo que puso al frente de la Reserva Federal acerca del manejo de las tasas de interés.

El presidente de EEUU es en sí mismo un factor de inestabilidad económica mundial por las señales contradictorias que emite en forma permanente, y también persiste el asunto del brexit, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), fenómeno que se vincula a los movimientos antieuro en el continente, liderados por el gobierno de Italia y otros gobiernos y movimientos políticos europeos.

Lo que falta es un orden económico mundial como el que, con sus imperfecciones, rigió hasta la asunción de Trump, que estaba basado en el acuerdo entre EEUU y China. A esto deben agregarse los problemas de gobernanza mundial que hacían necesario entonces otro Acuerdo de Bretton Woods que refundara el FMI, el Banco Mundial y la OMC (tema que sólo ha replanteado la Internacional Progresista, que lideran Bernie Sanders y un conjunto de notables economistas como Dani Rodrik, Jeffrey Sachs y James K. Galbraith), se estableciera una adecuada regulación financiera internacional y se atendieran los problemas vinculados al crecimiento de la desigualdad y la concentración de la riqueza.

Ahora bien, desde China, Europa y Japón han surgido respuestas a la peligrosa disminución del crecimiento global (sin el cual no pueden resolverse los demás problemas), lo cual es sumamente relevante.

 

Europa, Japón, China y la MMT

Para quienes prefieren rotular los temas, estaríamos ante un auge de la llamada Teoría Monetaria Moderna (conocida por su sigla en inglés MMT, Modern Monetary Theory), pero preferimos referirnos simplemente al sentido común expuesto por la Internacional Progresista.

La Eurozona ha sido la punta de lanza, tal vez por el castigo que significó (y significa) la larga exposición al ajuste fiscal permanente impuesto por los organismos comunitarios de Bruselas bajo las órdenes de Angela Merkel, bajo el mentiroso nombre de “austeridad”. Estos ajustes fiscales (que, por supuesto, no tuvieron lugar en Alemania ni en Francia) redujeron a escombros las economías de la periferia europea, como hemos visto largamente en Caras y Caretas, y cuyo mejor ejemplo es el virtual genocidio económico perpetrado en Grecia.

El 24 de enero el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, que teóricamente iba a retirarse en octubre y que “estaba ultimando las políticas expansivas por no ser ya necesarias”, señaló que los problemas se habían agudizado y reiteró su famosa frase de “hacer lo necesario” para evitar la recesión en Europa. Por lo pronto, Draghi tenía en la manga el as del enorme déficit fiscal francés (que ya superó el 3,5%), el encomiable programa económico social que gobierna Italia y la adopción de medidas expansivas en Alemania, Austria y Holanda.

El titular del BCE reafirmó el jueves 7 de marzo la necesidad de inyectar más liquidez en la Eurozona y postergar la suba de las tasas de interés, que permanecen en 0% real desde hace tres años.

El discurso de Draghi fue contundente, ya que señaló que “la Eurozona se convirtió en el epicentro de la ralentización económica mundial”, basándose en informes emitidos en enero y febrero por el BCE, la OCDE, el FMI y la Comisión Europea, que corrigieron a la baja los pronósticos de crecimiento de la región. Citó particularmente a Gita Gopinath, la nueva economista jefe del FMI (que sustituyó a Maurice Obstfeld), quien afirmó en Davos que “los riesgos para las perspectivas emanan principalmente de una agudización de las tensiones comerciales y un deterioro de las condiciones financieras” […] y que “aunque China y EEUU anuncian cada semana avances en la negociación para poner fin a la guerra arancelaria, lo cierto es que siguen desafiándose; una mayor incertidumbre del comercio desalentará en mayor medida la inversión y perturbará las cadenas mundiales de suministro”, refiriéndose al conflicto entre dos potencias que suman US$ 44 billones de PIB y que son los mayores exportadores e importadores del mundo, o sea, que tienen una influencia decisiva en la economía del resto de los países, incluyendo a sus enemigos.

El BCE (que rebajó la proyección de crecimiento de la Eurozona a 1,1% en 2019) aprobó inesperadamente una nueva oleada de inyección de liquidez en los bancos (la tercera de su mandato, luego de las de 2014 y 2016), que se efectivizará mediante subastas de liquidez trimestrales, que comenzarían en setiembre y finalizarían en marzo de 2021. Estos recursos deberán ser efectivamente prestados a empresas y familias a un interés fijo. Por ahora no ha hablado de volver a la compra de deuda pública, o QE, “expansión cuantitativa”, el extraordinario experimento neokeynesiano de Ben Bernanke, Yellen y Fischer, que derrotó la Gran Recesión en EEUU, pero sigue resonando su frase “todo lo que sea necesario”.

El Japón del Primer Ministro Shinzo Abe (con una superficie de 377.915 km2, una población de 127 millones de personas y un PIB de US$ 5,5 billones, que creció 1,7% en 2018) ha recurrido recientemente también tanto a la baja de las tasas de interés y el fomento de los créditos a pequeñas empresas y familias a través de inyecciones de circulante direccionado a los bancos, así como a las compras masivas de bonos, acompañado de aumento del gasto público en obras de infraestructura, lo que podríamos llamar el “modelo Bernanke”. Lo que se llamó el estancamiento permanente de Japón ya tiene las mismas tasas de la Eurozona.

Finalmente veamos qué ocurre en la República Popular China. Ante más de 3.000 delegados y la mirada impasible del presidente Xi Jinping (que un año atrás fue consagrado como virtual emperador, el hombre más poderoso desde Mao Tse Tung), el primer ministro Li Keqiang se dirigió a la XIII Asamblea Nacional Popular (ANP) en el marco imponente del Gran Palacio del Pueblo, en Beijing, para hablar de la situación económica y las propuestas gubernamentales.

“Debemos estar preparados para una dura lucha. No hay que subestimar las dificultades que encaramos, pero nuestra confianza no debe debilitarse […] Ante el escenario de un clima internacional complejo y que está cambiando rápidamente, debemos mantener nuestro foco estratégico y llevar a cabo nuestro trabajo de acuerdo con los planes y metas que ya nos habíamos trazado».

El gobierno chino mantiene su colosal proyecto de implementar la Nueva Ruta de la Seda, que supone la construcción de un inmenso conjunto de infraestructuras, pero la disminución del crecimiento a 6,2% del PIB y la guerra comercial con EEUU sembraron dudas en el mundo sobre -al menos- la duración que puede tener la concreción.

Se prevé un aumento del gasto público del orden de 6,5% (aproximadamente US$ 3,3 billones), reducción de la carga fiscal de las empresas por unos US$ 400.000 millones, con lo cual el déficit presupuestario crecerá hasta llegar a 2,8% del PIB; y la deuda pública también lo hará hasta alcanzar 38,1% del PIB, en tanto la inflación será de 3% y el desempleo estará entre 4,5% y 5,5%.

La inversión en infraestructuras se expandirá con proyectos ferroviarios por valor de unos US$ 130.000 millones y la construcción de carreteras y vías fluviales por unos US$ 290.000 millones. Se invertirá 25% más que en 2018 en combatir la contaminación atmosférica y se incrementará el presupuesto de defensa 7,5%.

Los observadores señalan que, cuando se cumplen 30 años de la “revolución capitalista” de Deng Xiaoping (y de la llamada Masacre de Tiananmen), las muy poderosas y gigantescas empresas estatales siguen teniendo importancia primordial en el modelo chino.

Uno de los objetivos remarcados por Li fue el reciclaje de 15 millones de trabajadores de baja calificación y la creación de 11 millones de empleos en las ciudades, así como la revisión de la Ley de Inversión Extranjera.

Como vemos, nada nuevo bajo el sol, o todo nuevo bajo el sol: los gobiernos apuestan al crecimiento económico con mejor distribución y mayor empleo mediante políticas económicas expansivas.

No es necesario llamar a esto MMT, son teorías y praxis que vienen de la década del 30 del siglo XX y que fueron abandonadas por tesis de ajuste fiscal que solamente trajeron recesión y miseria.

En EEUU, la primera superpotencia política, económica, militar y cultural del mundo, están ocurriendo muchos cambios, pero eso será objeto de una próxima nota.

 

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