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Columna destacada | Justicia | silencio | marcha

Silencio

Abrir paso a la justicia

La Marcha del Silencio fue, una vez más, además de una jornada de lucha, un motivo de orgullo nacional.

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No se cuántos países serían capaces de ir manteniendo un tradición tan intensa tanto tiempo.

Lo primero a destacar es que la marcha siempre es la más grande. Es decir, cada año es superior a la del año anterior, a lo largo de las últimas tres décadas. Esta constante se repite una y otra vez. Otra característica es que el silencio es atronador. A nadie se le escapa una viva, un grito… algo, aunque estuviera a tono con los objetivos de la marcha. Ni elogio ni agravio, silencio; este habla por sí solo.

No sé dónde más esto sería posible. El silencio se vuelve el mejor modo de hacerse escuchar.

Finalmente, aunque no de menor importancia, el componente de jóvenes que participan es exponencialmente superior cada año. Es como si las nuevas generaciones se han empoderado de aquellas banderas de justicia, dónde están y nunca más para hacerlas suyas. Para que no mueran con el paso del tiempo. Ni siquiera con el mero paso de la marcha. Para que la memoria sea estandarte de los que no vivieron aquellos tristes momentos, los del terrorismo de Estado.

Yo recuerdo algunas marchas en las que, a la hora de dispersarnos y volver a casa, me cruzaba con algún amigo. Hay un caso que tengo muy presente. Lo común habría sido acercamos, abrazarnos y hasta intercambiar alguna idea de lo que acabábamos de vivir. En vez de ello, nos cruzábamos una cómplice mirada de afecto e inclinábamos levemente la cabeza en señal de respetuoso y solidario saludo.

Silencio. Durante y después de la marcha, solamente roto al culminar con el himno nacional y el grito de “presente” tras el nombre de cada desaparecido o desaparecida.

Luego, rostros de ilusión y esperanza. Un día llegará la justicia. Mientras, la mochila de cada uno la llevaremos entre todos para aliviar su peso.

Este año fueron algunas figuras que no iban. ¡Bienvenidas! Ojalá su presencia implique un cambio para bien en la lucha contra las barreras que impiden saber la verdad.

También hubo ausencias. Porque si hay algo que le gusta a nuestro presidente, es participar en actividades públicas. Desde una Fiesta del pan con grasa en el norte a un Festival de la rosca de chicharrones en el sur. Pero en la demanda de verdad y justicia, nunca aparece.

Ojalá vaya a los actos de pedido de perdón del Estado uruguayo por las Muchachas de abril, según manda el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de San José de Costa Rica, fallo vinculante.

Este tema, el de verdad y justicia, no debería tener color partidario. Nunca. Pero a esta marcha, a la que no ha ido, se lo ha querido dar. Y nunca falta alguien para hacer los mandados y echar la culpa al gobierno anterior. En el relato oficial nada es responsabilidad del actual gobierno. Ni de los que antecedieron a los tres gobiernos del Frente Amplio; todo es culpa de quienes condujeron esos 15 años el destino nacional.

Aun sobre el tema derechos humanos y acceso a la verdad tuvimos que escuchar al ministro Javier García y a algún panelista televisivo decir disparates en esa dirección.

Son tiempos difíciles. Un día comentamos en broma que el gobierno anterior a esta heterogénea coalición podía ser culpable a que no lloviera. Bueno, salieron teorías sobre la obra pública parecidas. ¡Pensar que pasaron tres años inaugurando obras de los gobiernos de Mujica y de Vázquez!

Pero ahora ya está Spider-Man en el poder y todo tiene arreglo. La sequía no existe más. Ahora se llama “deficit hídrico”. Solucionado el problema. Para el MSP, el agua no es potable. Pero para la OSE es bebible. ¡Hacen todo tan fácil!

Las imprevisiones las arregla un supervuelo de los Hércules más estrenados del mundo. Upss… la desalinizadora no cabe en los Hércules por 15 cm. Después mucho empujar de un lado y otro, el avión vendrá sin ellas y las mandarán por barco.

Pero el tema de hoy no es tan fácil. La verdad, la justicia y el nunca más son una bandera que hace a nuestra identidad nacional.

¿De qué lado está, señor presidente?

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