Xi Jinping es desde este año el presidente de China que ha estado más tiempo en el poder. Había sido proclamado para este, su tercer mandato, por el Congreso del Partido Comunista Chino el año pasado. Serán los más difíciles de su larga trayectoria. La semana pasada fue cabeza de noticias internacionales. Quizás no fue muy oportuno el anuncio del canciller Bustillo de que viajaría a China, ahora, por el TLC que nos promete desde hace tres años.
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No creo que Xi Jinping sepa, pero no deja de ser patético. ¡No entienden nada! No gastaremos más tinta, hemos demostrado, y los hechos lo avalan, que es una cortina de humo, nada más. Cuando Lula visitó Uruguay, elegantemente les dijo: “Muy bien negociar solos con China, pero luego del TLC con la Unión Europea”. Aceptaron pero no cumplen.
Eludir compromisos no es buena carta para presentarse en China. Viene a cuenta el milenario proverbio con que titulamos. Además, como hemos señalado, China hoy tiene otras prioridades. Incluso en la región. Brasil, tras el regreso de Lula, Centroamérica, tras el reconocimiento de Honduras, el Mercosur, ya que Paraguay es uno de la decena de países que aún reconocen a Taiwán. Acercarlo al ruedo es estratégico para el gigante asiático. Que vaya y viatique, pero hoy hablemos de los temas que existen.
Brasil es la principal economía de América Latina y Argentina la tercera, solo después de México. Pero vayamos solitos a negociar.
Desde el fin de la Guerra Fría, China es el principal competidor de EEUU por la hegemonía comercial mundial. Pero los últimos días han sido especialmente intensos. Primero, el viaje del propio Xi Jiping a Rusia. Motivo: plantear bases para una paz negociada con Ucrania. Todas compartibles, pero no creo que muevan el amperímetro para una negociación. La exitosa misión era otra: levantar el aislamiento impuesto a Rusia.
Falta el pacando voluntatem de los beligerantes. EEUU y Alemania han creado una economía beligerante dependiente. El papa Francisco ha dicho que un año de gastos de la guerra equivale al costo de acabar el hambre en el mundo. Pero si el conflicto se termina, la economía alemana se vería en figuritas. Además de muerte y destrucción, la guerra reportó grandes ganancias a la industria bélica, especialmente en EEUU. En un informe, el Departamento de Estado señaló que la exportación de armas aumentó 49% el año pasado.
El presidente de Ucrania declaró estos días que al terminar la guerra Putin será encerrado en un pozo con un balde como inodoro. No suena a un buen incentivo para el diálogo. El Presidente Macron declaró que había hablado con Xi Jiping (por Zoom) para pedirle para que interceda ante Rusia para que esta “entre en razón”.
En medio de esta coyuntura, estalla la crisis de Taiwán. ¿De qué se trata? Terminada la Segunda Guerra Mundial asume el poder el líder nacionalista Tchang Kai Scheck. Luego, Mao con el campesinado y su Partido Comunista comienza a ganar terreno. Toma el poder de la capital, Pekín. El general nacionalista huye al sur, hasta cruzar el estrecho Ta. Se refugia en la provincia de Formosa, en la Isla de Taiwán, bajo el nombre de República de China. En el continente controlado por las fuerzas de Mao, se establece la República Popular de China (RPC).
Desde entonces la comunidad internacional decide que hay una sola China y no se puede reconocer a ambas. Por eso es raro cuando los medios informativos hablan de que “ahora la RPC decide que no se pude reconocer a Taiwán”. Ambas reivindican la soberanía de China para sí. Taiwan tiene relaciones con diez países y 20 millones de habitantes. La RPC se relaciona con todos los demás y tiene 1.500 millones de habitantes. Desde el 71 ocupa el único asiento de China en la ONU, con derecho a veto, y en el 76 EEUU la reconoce como única autoridad de toda China.
Uruguay hizo lo propio, con la resistencia aparentemente irreductible del sector “herrerista” del Partido Nacional, entonces liderado por el Dr. Lacalle padre. Me tocó presidir una delegación oficial que viajó en el 85 integrada entre otros por el senador Gargano y el diputado Hierro (hoy embajador). En Febrero del 88, venciendo el lobby interno, Uruguay reconoció el gobierno de la RPC. Wilson pidió apurar algunos papeleos porque quería verlo. Murió el 15 de marzo. Hace 35 años.
El compromiso con una sola China es el que debe presidir nuestros pasos en estos momentos en que parece definirse el tema. Del viaje de Bustillo, ahora no vamos a hablar. Pero si queremos agua, debemos hacer el pozo a tiempo. Hoy, por nuestra dignidad, por una relación próspera y de respeto recíproco con China, menos viáticos y un pronunciamiento contundente reconociendo el único gobierno legítimo de China, como manda la ONU y hasta EEUU estableció en su momento.