Se acaba el año. El próximo será electoral y, al inicio del siguiente, cambiará el gobierno. El riesgo de perderlo, lo que descontamos, ha puesto a nuestras autoridades muy nerviosas. Pierden los estribos con mucha facilidad. Confunden sus individualidades con la investidura que revisten. Un papelón abre las puertas al próximo.
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Hace pocos días, en un seminario en China al que asistí desde el escritorio de mi casa (el zoom vino para quedarse), se puso a Uruguay como ejemplo. ¿Cuándo y por qué? Al dar cumplimiento de un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El Estado tenía que pedir perdón por la violación de los derechos durante la dictadura. El presidente era una víctima. Había estado 12 años en un pozo aislado del mundo. Pero Mujica entendió que por su investidura él hablaba por el Estado uruguayo. Pidió perdón ante la Asamblea General. Fuimos ejemplo en el mundo entero.
Hoy todos, especialmente Delgado, no saben hablar de ningún tema sin decir que la culpa la tiene el Frente Amplio.
Hay días que el presidente anda desacatado y se siente más el pibe de la Tahona que el jefe de Estado. Cuando tiene el pelo grasoso y mucho tic nervioso … “agarrate Catalina, dijo el murguista…”.
En un acto oficial, ante empresarios, se encontraron dos dueños de casa, el presidente Cuquito y el intendente Yamandú Orsi. Antes de intercalar palabra, parecía que el presidente era Orsi y Cuquito un fugaz visitante. Cuando se estrechan la mano, violando las normas de protocolo y de buena educación, en alta voz increpa a Orsi comentarios que éste hizo sobre las declaraciones de Marset a un canal privado de TV. Se alejó haciendo con su mano derecha, un gesto de desprecio y rabieta.
Fui a las declaraciones para ver si justificaban algún comentario, en cual caso debería de hacerse en privado o en una reunión convocada a esos efectos. Pero no, no tenían nada de malo. Es más, coincido 100 % con lo expresado por Orsi. Ahora, tampoco le reconozco autoridad moral para ofenderse.
Aparentemente le ofendió que el jefe comunal de Canelones había señalado la coincidencia entre lo que dice el Gobierno y el propio Marset sobre la expedición de su pasaporte. Él lo interpreta como una acusación. Cree que no corresponde. Pero él, siendo senador, durante una sesión dijo:
“Hablan de ‘banda de narcotráfico’ cuando es su responsabilidad que abunde el narcotráfico. Por supuesto que me llegan otras suspicacias…”.
O sea, haz lo que yo digo, pero no recuerdes lo que yo hago. Nadie le reprochó, ni nadie lo va a hacer…
Este estilo de pasar cuentas 24 horas al día sigue andando, aún tras la salida de su autor, el publicista Lafluf. En la inauguración del inconcluso aeropuerto de Rivera, habló el ministro García. Con una sonrisa picaresca dijo, respecto a Lula: “Lo importante no son las afinidades ideológicas sino la voluntad de hacer cosas por el pueblo”.
Sin embargo, cuando tienen que ver a Lula invitan a Pepe para evitar que se recuerden los tiempos en que Lacalle aplaudía que Lula estuviera preso en su país. Pero tras García habló Lacalle, que no se quiso perder las selfies, aunque su par brasileño no fuera al acto. Llevaba un libro (raro en él): Il protocolo me ne frega. Y dijo todo lo contrario: “Si no hubiera la empatía entre los presidentes, esta obra no hubiera sido hecha”.
¡Por favor! Pónganse de acuerdo de qué lado van a ver la grosería.
Pero el balance que se puede hacer es de desplantes y groserías. Acción de gobierno, cero.
Termina otro año de incumplimiento del Tratado de Libre Comercio con China. Pero no se resignan y estiran el tema. En nueve oportunidades China dijo que fuera del bloque regional, y más aún, contra el mismo, no. Pero el discurso sigue siendo el mismo, la culpa de que no haya acuerdo bilateral es de los vecinos. (¿?)
El año que viene, a fin de año, nuestro balance será bastante más optimista para el futuro del país.