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Columna destacada | crisis | democracia |

EEUU

¿La Democracia en crisis?

EEUU está viviendo una verdadera crisis institucional. La legitimidad misma del sistema está en juego.

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Caras y Caretas Diario

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Hablaba con uno de los tantos amigos entrañables de EEUU, que me regaló el sufrimiento de aquel exilio lejano. Como acá hubiéramos dicho un modismo como “la voy llevando”, me dijo “vengo lidiando con la crisis de nuestra democracia”. Me dejó pensando.

Desde antes de la doctrina Monroe, EEUU se exhibe ante el mundo como un modelo de democracia a imitar. Aun antes de ser una potencia, siempre tuvo “debes” fuertes en su sistema político. Los nuevos brotes de racismo, la crisis económica (inflación, desempleo), los fracasos de su política exterior, una guerra que le lleva a aplicar sanciones que le dañan aún más su castigada economía, se suman a la primera gran crisis de su sistema democrático.

Esta crisis se manifiesta a esta altura en los tres poderes del Estado.

La lucha de los derechos civiles, contra el racismo, nace en 1953 cuando una mujer, Rosa Parks, se niega a ceder el asiento que ocupaba en un ómnibus. Luego la encabeza Martin Luther King, asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968, cuatro años después de la firma del Acta de Derechos Civiles.

Kennedy fue el primer presidente en usar la fuerza para que negros y blancos pudieran asistir a los mismos centros educativos. Aún después de ello, en el sur, bebederos, asientos de espera, colas en farmacias y hospitales seguían separadas para blancos y negros. Deliberadamente no uso “afrodescendiente”. No lo usan. Es más el Dr. King se definía como “nigger”, expresión usada por los racistas blancos.

Años después de consagrado el derecho al voto universal, como todos los consagrados en la IV y XIV enmiendas constitucionales, en muchos estados del Sur campeaba la discriminación. Se seguía usando la fuerza las policías estatales o, a veces, las dependencias de un sheriff en alguna población para impedirlo.

Tras un período en que la igualdad racial fue aceptada por todos, pero se practicaba en forma oculta, durante la administración Trump se vuelve a legitimar la “supremacía blanca”. Sin embargo, se exhibía como un modelo de democracia junto a la osadía de erigirse ejemplo y juez de los demás países en materia de estándares democráticos.

Paradójicamente, EEUU está viviendo una verdadera crisis institucional. La legitimidad misma del sistema está en juego. Aún en tiempos del racismo, los luchadores negros salían de prisión, y hablaban del “sueño americano”. Más bien reclamaban ser parte del mismo. No querían cambiar las bases del sistema, sino que estuviera al alcance de todos.

Biden llegó a la Casa Blanca el 20 de enero del año pasado. Pero ya entonces nos preguntamos: ¿Trump se fue? Quizás el individuo Donald Trump, grotesco, caricaturesco, no vuelva a pisarla, pero lo que él representó y lo llevó a ocupar un cargo, se hizo notar más que nunca. Grupos de poder antidemocráticos, algunos conocidos, otros ocultos, cuya existencia aún ignoramos.

Sus personeros no necesariamente son partidarios de Trump. Sí de lo que el presenta. Conozco un periodista en Washington, que es muy “trumpista”, pero no lo votaría porque piensa que con él se puede perder la elección. Prefiere cualquier otro, que represente lo mismo pero genere menos resistencia. Quizás, que sea menos explícito en sus intenciones.

Veamos lo que ha ocurrido en las últimas semanas: la Suprema Corte Justicia revocó el fallo Roe vs. Wade, que desde 1973 era jurisprudencia firme. Este fallo garantizaba el derecho de la mujer a interrumpir el embarazo hasta un período de gestación que variaba de estado en estado. Hay que poner esto en contexto. No se pude medir el fallo con vara uruguaya por dos razones.

Primero porque en EEUU, hace 50 años que la interrupción del embarazo es un derecho conquistado. Biden es el segundo presidente católico de la historia de EEUU. No obstante, promulgó legislación que lo favorece. Además, porque el nuevo fallo salió 4 a 3, siendo los cuatro que que lo votaron, designados por Trump,con lo cual el principio de separación de poderes queda severamente castigado.

Otro tema que ha monopolizado la información hacia dentro y fuera de EEUU es el intento de copamiento del Capitolio durante la sesión de formalización de los resultados electorales. Este hecho no tiene precedentes, en la historia contemporánea del coloso del norte. Cuánto más se sabe, más grave parece ser lo que ocurrió. Sobre todo, debemos observar las huellas que dejó. Las heridas no parecen cicatrizar. Todo lo contrario.

Lo hechos fueron elocuentes: una turba se lanza a la toma del Capitolio. El Servicio Secreto oculta al vicepresidente Pence, dentro de las premisas de la sede del Legislativo. Salir del precinto, hubiera implicado la suspensión de la convocatoria. El Congreso (lo que acá llamaríamos Asamblea General) estaba reunido para recibir el resultado del Colegio Elector (allí la elección presidencial es indirecta) y darle fuerza mandatoria jurídica.

Es decir, el FBI consideró que la vida del vicepresidente estaba en peligro. Pero la vida de la democracia corría riesgo más grave, porque el motivo del intento de toma del Capitolio era evitar que se declarara a Biden ganador de las elecciones. Elecciones cuyo resultado nadie había cuestionado. Sin embargo, horas más tarde se conocen grabaciones de Trump en las cuales pide que se modifiquen los números del resultado en tres estados, lo que le otorgaría la reelección.

Luego se conoce la filmación de un discurso del presidente saliente a los manifestantes exhortándolos a marchar sobre el Capitolio y tomarlo por asalto. Al mismo tiempo peritos criminólogos determinan que el asalto estaba muy organizado de antes. Prueba de ello: algunos manifestantes desbordaron el severo sistema de seguridad del Poder Legislativo y entraron a las galerías (acá les diríamos barras), efectuando disparos contra la sala de sesiones, donde quedaban todavía algunos legisladores presentes.

La presidenta de la Cámara de Representantes, cargo no electo en EEUU (lo ocupa la líder de la bancada mayoritaria) organiza audiencias para investigar los hechos. Los testigos claves son los propios asesores de Trump que declaran que abandonaron sus oficinas en la Casa Blanca ese día, cuando advirtieron que el presidente planeaba un asalto, no al capitolio, sino a la instituciones.

Un golpe de Estado. Eso es lo que estaba en marcha. (¿Dejó de estarlo?) La crisis se agravó más cuando los propios testigos, exasesores de Trump, comenzaron a llamarlo por su nombre. Se referían a este como intento de golpe. (Curiosamente no existe el termino en inglés y se usa la expresión francesa “Coup d´Etat”). Alguien podrá decir que estas declaraciones puedan achacarse a rupturas de lealtades políticas, problemas internos en su equipo. Sin embargo, las autoridades investigativas coinciden con esa definición.

En ese estado de cosas, el exvicepresiente Pence, probable candidato presidencial republicano en las próximas elecciones, ha dejado de hablar con Trump. Fue su vicepresidente. No fue precisamente una figura decorativa. Siempre estuvo a su lado cuando hubo que hacer anuncios importantes. Asumió su representación en complejas negociaciones tanto dentro como fuera del país.

El 8 de agosto la crisis toma un nuevo giro. No el último por cierto. El FBI anuncia y lleva a cabo un allanamiento a la residencia de Trump en Mar-a-Lago. La mansión que posee el ex Presidente y magnate, en Palm Beach, en el sureste de Florida, fue registrada por la Agencia Federal. Allí es donde prácticamente reside desde que dejó la máxima magistratura; fue allanada a pesar de sus intentos, hasta físicos, por evitarlo. Trump protestó severamente en su página web.

Yo pensaba, ingenuamente: si tuviera algo que ocultar, lo hubiera destruido. Y si lo deseaba guardar, no lo iba a tener en su casa. Y si lo tuviera en su casa, jamás los pondría en un lugar accesible.¿Cómo van a revisar las 100 habitaciones? Pero me equivoqué. La realidad supera a la más creativas de las series de Netflix. House of Cards, comparado con esto, es un juego de niños.

Con más de 100 habitaciones, confieso que me pareció que era, más un mensaje, una señal, una advertencia, que una medida investigativa. Pero en un entrepiso del propio dormitorio de Trump, como en un altillo de su escritorio, se ubicaron materiales extraídos de la Casa Blanca indebidamente e ilegalmente. El material confiscado logró llenar cien cajas, para cargar en los camiones del FBI que aguardaban en la entrada.

Entonces resulta de los hechos descritos que lo más grave faltaba conocerse. Analizados, o en proceso de analizarse los documentos incautados, se establecen dos cosas: la violación de la prohibición de retirarlos y el alto nivel en que compromete al expresidente en violaciones sistemáticas de la ley. Todo esto además de las defraudaciones fiscales. Su última declaración tributaria daría lugar a que Martín Lema lo interne en un hogar del Mides.

Cuando faltaba una gota que desbordara el vaso, la gota llegó: el viaje de Nancy Pelosi, presidenta de la cámara, por lo menos hasta el 20 de enero próximo, a Taiwán. La antes llamada República de China, (Capital, Taipéi) disputaba, con el apoyo de EEUU, la representación de este país con el gobierno de la República Popular, con capital en Beijing, hasta la década del 70. Para interpretar la gravedad del viaje debemos repasar un poco el problema de fondo.

La disputa existe desde que el Presidente Chiang Kai-shek se tuvo que refugiar en la isla de Formosa tras el ascenso de Mao Tse Tung. Pero ya el entonces presidente Nixon le soltó la mano a Taiwán y visitó la República Popular. Dos presidencias más tarde, Jimmy Carter establece relaciones con la República Popular. Esta recibe el reconocimiento de ONU y pasa a ocupar un sitio con derecho a veto en el Consejo de Seguridad.

Muchas veces se dice que “a diferencia de las dos Coreas, los dos Vietnam y en su momento las dos Alemanias, China no permitía el doble reconocimiento”. No es exactamente así. El tema es que en China, ambos gobiernos reivindicaban su representación de toda China, una con 20 millones de habitantes y otra con 1.800 millones. Reconocer a una implicaba necesariamente romper con la otra.

Todo cambia partir de año pasado, en que el Partido Nacionalista (Kuomintang, fundado por el Gral. Chiang Kai-shek) pierde las elecciones en Taiwán y gana el Partido Independentista (Partido Demócrata Progresista), es decir, hay un intento por quitarle territorio a China, cosa que esta siempre dijo: no iba a tolerar.

Es en ese contexto que Pelosi viaja a Taipéi, capital de la República China Nacionalista para los taiwaneses; Provincia de Formosa para la República Popular. Veamos. El cargo de presidir la cámara en EEUU es de enorme poder. Pelosi en particular es un brazo ejecutor del Partido Demócrata. Persona de confianza de Biden, cuyo nombre se manejó como posible secretaria de Estado antes de que se le ofreciera el cargo Blinken. ¿No sabía las implicancias que tendría?

Lo más grave es que lo ocultó. Los comunicados de prensa donde iniciaba su viaje mencionaban a Japón, Singapur… ni una palabra sobre Taiwán. ¿Sería que con los reveses económicos de la pospandemia (inflación más alta de los últimos cuarenta años) EEUU quería provocar a China con quien se ha declarado en “guerra comercial”?

Era un hipótesis, pero rápidamente el presidente Biden primero, luego su entorno, la CIA, de inmediato, y hasta el Consejo de Seguridad Nacional tomaron distancia.

¿Alguien puede creer que fue a título personal? ¿O se puede llegar a pensar que no sabía la gravedad del paso político que daba y las consecuencias que podía tener? Porque la más peligrosa de las situaciones sería que no se supiera a quién representó en su viaje. Pero que a alguien representó, representó.

El primer martes de octubre habrá elecciones de medio término en EEUU. Se elegirá 1/3 del Senado y el 100% de la Cámara de Representantes. Biden no tiene mayoría en la primera y arriesga la de la segunda. Quedaría en minoría en ambas cámaras.

Inflación, desempleo, conspiraciones institucionales y la posibilidad de un poder de mayor entidad que los nombrados y, hasta ahora desconocido, son algunos delos factores a tener en cuenta al analizar el resultado electoral que se aproxima.

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