El Frente aglutina, en su seno, un conjunto de partidos y grupos políticos. Algunos fundadores, otros se han ido incorporando con el paso del tiempo. Pero el Frente es, además, algo más que ello. Los frentistas sin sector se aglutinan en los originarios comités de base y hoy, con otros instrumentos y una cultura juvenil distinta, a través de redes sociales, núcleos de base, etc.
La coalición multicolor es algo distinto. Es, por decirlo de algún modo, todo lo contrario. Las fuerzas que llegan a su seno llegan cansadas, derrotadas, achicadas. En México dirían “achicopaladas”. Fruto de eso, y solamente por eso, deciden, o diría mejor, necesitan unir esfuerzos para ganar.
Modifican la Constitución los mismos sectores que se negaron a hacerlo cuando un balotaje hubiera permitido unir fuerzas a Wilson y al Frente y así ser mayorías, como lo fueron, por ejemplo, en la elección del Toba Gutiérrez Ruiz a la presidencia de la Cámara en 1973: Frente Amplio más los votos wilsonistas unidos en el Parlamento. En contra: el herrerismo, el Partido Colorado, minoría…
Después del retorno a la democracia hubo varios intentos, tras la muerte de Wilson. Mientras él vivía se opuso, garantizando gobernabilidad, pero sin coparticipación ni coalición. “Se puede ser blanco, se puede ser colorado, no se puede ser ambas cosas al mismo tiempo”. O su célebre frase cuando Bordaberry quiso que participara con el Ministerio en las fraudulentas elecciones de 1971: “Nosotros sabemos que hay blancos baratos que se quieren vender….” por algunos ministerios y otros cargos.
Luego vino el gobierno de Lacalle, cuya frágil alianza con los colorados naufragó con su intento de privatizar las empresas públicas… Hasta que llega la instancia de la segunda vuelta en la que gana Jorge Batlle; luego Tabaré gana en primera vuelta; y luego Mujica y el propio Tabaré en segunda.
Llegamos así a la segunda elección en que el Partido Nacional lleva a Cuquito de candidato. Allí obtiene una de las más magras votaciones de su historia. Había que inventar el modo de que un candidato con el 28 % de los votos fuera presidente. Empezó la repartija. Hasta que nace la coalición, primero bautizada como multicolor. Llegado el tiempo electoral, se ratificó la fe de bautismo: ahora se llama Republicana. La otra criatura que ha dado a luz el fracaso político del neoliberalismo en Uruguay es un partido nuevo. Se llama “Coalición Republicana”, pero como nombre propio mismo. Ese nuevo “partido” es solo para las departamentales… Sin comentario.
Lo cierto es que, lanzada la campaña, lo único en común que tienen la fuerzas coligadas es el tic de echarle las culpas de todo, al terminar una frase, a los Gobiernos del Frente Amplio.
Pero el presidente de la República veta el artículo introducido por Cabildo Abierto a la Ley de Medios. El Gral. Manini se queja. En sus discursos, Ojeda dice que para ganarle al Frente el balotaje debe ser de éste con el coloradismo. Habla de nuevas ideas, que el mundo cambió y hay que tomar nota, etc.
¿Pero cómo? ¿No era que la coalición, tal como es, daba respuesta a todo ello? Mieres será candidato de una opción a la que las encuestas dan apenas un 1 %… Todos los partidos de la multi se vienen a pique.
Increíble. Cinco años queriéndonos vender un tren y dos meses antes de las elecciones confiesan que no tiene locomotora. Ahora, en el territorio, es una fuerza política contra una coalición en desuso.