Solo les une una cosa: la necesidad de prevenir que el Frente tome el poder nuevamente. Pero terminaron los llamados “cinco mejores años de nuestra vida” y la gente va por un cambio de verdad.
El Frente completa estos cinco años un ciclo de más de 50 años de vida, jugando en cada momento un papel diferente para la solidez democrática del país. Recién nacido fue una experiencia nueva en el país. Fue oposición, sin haber sido gobierno. Luego, pilar de la resistencia contra la dictadura (en el exilio codo a codo con Wilson y su gente). Al retornar la democracia, fue una importante fuerza de estabilidad, comenzó a ejercer la tarea de contralor desde los organismos autónomos y descentralizados, hasta que al fin, en 2004, llegó al gobierno.
Su experiencia al frente del Ejecutivo, los dos gobiernos de Tabaré y el de Pepe, marcaron un antes y un después. Los años de mayores transformaciones en el país. Siendo los más beneficiados los más vulnerables, luego pasó a ser oposición en el gobierno de los malla de oro, pero esta vez, tras haber pasado por el gobierno.
Hoy, tocando ya el triunfo que aún debemos terminar de conquistar, se vuelve en el primer frente progresista o de izquierdas que retorna tras haber dejado el poder. ¿Qué tiene el Frente, que hace esto posible, y con tanto esfuerzo, a nuestros adversarios, que nos tratan no como tales sino como enemigos? ¿Qué hace del Frente Amplio, algo único sin precedentes en el mundo y observado por el planeta entero?
Coaliciones de izquierda han habido muchas. En Chile llegó al gobierno, pero tras ser derrocado, al volver a la democracia, ya la Unidad Popular no existía como tal.
El Frente Amplio es una coalición, sí. Pero además es una fuerza política. Hay una identidad frenteamplista por encima de la pertenencia o no a los partidos y movimientos políticos que lo integran. ¡Vaya si será importante el papel de partidos y movimientos políticos que lo integran! Pero ello no sería tal sin la presencia de los y las frenteamplistas. Esa es nuestra identidad.
Yo lo vivía de vuelta, con elocuente intensidad, el domingo pasado, al conmemorarse el Día del Comité de Base. Bueno es compartirlo. Visité más de media docena de comités. A pesar del frío desgarrador, todos los locales estaban abarrotados de gente. En alguno ligamos un vaso de chocolate caliente. Es mi segundo Día del Comité en año electoral y me pasó lo mismo que hace cinco años. Hablamos mano a mano mirando a los ojos a compañeros y compañeras. Y, como pasó un lustro atrás, todos me recibieron y trataron como un compañero más. Aproveché para agradecer que desde que llegué nadie, nunca, me hizo sentir, siquiera por un día, un recién llegado. Llegué y me sentí en mi fogón, mi lugar.
En vísperas electorales es bueno que no deje de recordarlo y transmitirlo en cada oportunidad que tenga. Hay muchos a quienes necesitamos y esperamos. Que sepan que acá se les va a recibir como si hubieran estado siempre. Que no duden y den el paso.
Hay algunos, no lo dudo, que solo quieren votar y luego volver a las filas donde se formaron. Sea, pues. Pero a los que quieran llegar los vamos a recibir como me recibieron hace siete años. Que vengan y sean uno o una más de nosotros.
Porque hay que ganar como primera prioridad. Pero, además, hay que hacer crecer y fortalecerse al Frente Amplio. Hay que ganar, pero, sobre todo, hay que hacer que ganar valga la pena.