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Columna destacada | Duguin | mentiras | occidentalista

Verdades ocultas

Los Duguin: no ultranacionalistas, sí antioccidentales y proeurasiáticos

Los servicios noticiosos occidentales siguen aprovechándose de la ignorancia pública dominante para mentirnos casi impunemente sobre casi todo lo que ocurre y sobre sus significados

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La pandemia y la guerra en Ucrania son los ejemplos de mentira y exageración globales más recientes e influyentes. Pero el asesinato terrorista de la politóloga e hija de uno de los más importantes e influyentes pensadores actuales, Alexander Duguin, provee de una nueva fuente de mentiras y ocultamientos, que intentaremos conjurar en la medida de lo posible.

Antes que nada, Duguin, en modo alguno un ultranacionalista, es un extraordinario historiador, pensador profundísimo y erudito top en el mundo de hoy, abogado por un mundo multipolar que pueda realísticamente suceder a la unipolaridad Usa desde 1991 y a la bipolaridad EEUU-URSS 1945-1990, ya insustentables; autor de decenas de volúmenes de inigualable profundidad y erudición, que pueden consultarse a partir de Google, con pdf de enormes textos clave, impresionantes, coincida o no usted con sus diagnósticos y/o terapias consecuentes. Y su hija, en modo alguno una simple periodista radical, sino más bien una muy joven politóloga, especializada en el pensamiento político post-platónico aplicado (con base mucho mayor que meramente La República), muy alineada con su padre, con una lectura publicada de la guerra en Ucrania como un choque de civilizaciones, pero no de las previstas por Huntington, sino del ‘globalismo’ vs ‘eurasiatismo’, nada ultranacionalista en ninguno de los Duguin, ambos sancionados, o sea condecorados, por difundir fake news, o sea verdades.

Primera falsedad: Duguin, ultranacionalista aliado de Putin

No es cierto. No solo no es ultra-nacionalista, sino que es radicalmente anti-nacionalista, si entendemos ‘nacionalismo’ en la acepción que la historia política occidentalista ha impuesto como ideología dominante. Tampoco es ‘aliado’ de Putin. Simplemente sus teorías e investigaciones, extraordinariamente inteligentes y eruditas, han servido de orientación y brújula, tanto de Putin como del ejército ruso. Y ese es uno de sus pecados, el que lo llevó a ser objetivo del atentado, del que milagrosamente se salvó (y no su hija) por un fortuito cambio de vehículo a último momento.

¿Por qué no solo no es ultra-nacionalista sino anti-nacionalista en el sentido ideológico dominante de la teoría histórico-política occidental?

Quizá pueda ayudarle, lector, la vecindad teórica con 3 tipos de autores que podrían serle conocidos:

  • Los post-colonialistas, que han influido, por ejemplo, en el indigenismo latinoamericano, sosteniendo que el modo occidental de entender y actuar en el mundo impidió y sumergió los modos indígenas ancestrales y anteriores, lo que quizás debería provocar un cuestionamiento total de nuestro horizonte simbólico alienado y un resurgimiento de las totalidades y cosmovisiones sumergidas por la conquista occidental. Pues bien, Duguin piensa básicamente lo mismo que los postcolonialistas indigenistas latinoamericanistas, pero respecto de toda una ideología occidental y occidentalista, también globalista, que se impone al mundo subrepticiamente, casi insensible y subconscientemente naturalizada como cosmovisión total, totalitariamente impuesta si fuera necesario, como está pasando con lo connivencia de los medios occidentales y occidentalista.
  • Jean Baudrillard ya había co-fundado el neo-colonialismo en 1974 (El espejo de la producción) apuntando que, tanto las teorías económicas clásicas como la centralidad de los modos de producción marxistas, sublimaban una especie de fase lacaniana infantil del espejo, y constituían una especie de ‘simulacro’ ideológico de racionalización de las causas y finalidades de comprensión de la historia, que luego teñiría de modo tan indeleble como naturalizado una cosmovisión hegemónica; la de Baudrillard es una teoría que en realidad engloba tanto los post colonialismos indigenistas latinoamericanos como el occidentalismo globalista de Duguin.

Quizás eso les ayude un poco a entender algunos puntos clave en la teoría Duguin, a saber:

  • Las categorías de liberalismo, comunismo y nacionalismo (o fascismos en otros textos) son una tríada de categorías que interpreta la historia de modo sesgado occidentalista (por ejemplo la tesis del fin de la historia de Fukuyama con el triunfo definitivo del liberalismo por sobre sus cuestionadores teóricos y reales).
  • Las nociones que deben ser rechazadas y no aceptadas en esa cosmovisión occidentalista, globalista y de máscara liberal serían, brevemente, estas (de entre muchas más): a, no a la inevitabilidad de la atomización de las regiones y comunidades en naciones y naciones-Estados, más una estrategia neo-imperial de dominio sobre independizados, en realidad más y más útilmente que directamente colonizados. Es evidente cómo las independencias americana y africana promovieron un dominio más conveniente, disfrazado y lucrativo que el colonial mercantilista a través de entusiastas creyentes en las independencias como reales y viables caminos a la felicidad; b, el capitalismo no es una etapa necesaria para la evolución de todo el mundo; que haya ocurrido y se haya impuesto en la interpretación occidental de la historia no significa que ese camino deban creerlo y adoptarlo todos; el intento occidental de universalizar categorías y sucesos contingentes a su historia e intereses (Baudrillard) debe ser combatido; c, la línea de pseudo-progreso lineal occidentalista sobre la base del individualismo, el confort, el desarrollo tecnológico, la dispersión del poder atomizado en países-nación, y el aumento real de los poderes orgánicos ocultos, son conceptos inaceptables, analíticamente meramente alternativos que deben ser rechazados diagnóstica y terápicamente; d, no a la ciudadanía al modo nacionalista de la modernidad; e, no a la laicidad obligatoria, anti-religiosa, profundamente antitradicional por ser parte de las culturas locales, que deben ser integradas y reactivadas, no eliminadas en pro del espejo lacaniano visto; f, no al anti-latifundismo radical, que es parte de la destrucción de las comunidades rurales culturalmente integradas para llegar a ‘muchedumbres solitarias’ urbanas, sea burguesas como proletarias (conoce al dedillo el fermental La muchedumbre solitaria de Riesman, 1947, Le Bon y la teoría sociológica de Chicago anclada en Simmel).
  • La modernidad, el capitalismo, el laicismo, la industrialización y la urbanización son más intereses occidentales y racionalizaciones- espejo que realidades y necesidades teóricas o prácticas ineluctables a seguir para el bien común.
  • Los eslavófilos rusos, desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX, coincidían en estas críticas al occidentalismo hegemónico, rechazando la universalidad del occidentalismo y de la modernidad occidental como modelos explicativos y motores. Llegaban a tildarlo de ‘racismo’. De algún modo, los conservadores monárquicos y los populistas paradójicamente coincidían en rechazarlo, y eliminarlo o superarlo. Duguin, gruesamente, estaría con ellos.
  • Los eurasiáticos rusos, que quizás comandan un multipolarismo geopolítico realista, como Duguin, concordando con Brzezinski en la crucialidad de la Eurasia, quieren, mediante ello, sepultar las ambiciones de unipolaridad de Usa y también superar la ideología y hegemonía occidentalista, en una postcolonialidad antioccidental, y tanto antiliberal como anti-comunista y anti-fascista, fuera de las categorías occidentalistas que colonizaron casi totalmente el imaginario mundial geopolítico e histórico-político. Nada menos ultranacionalista que estas ideas de los Duguin. Ahora sí, es explicable que Usa y los occidentales busquen distorsionar y asesinar a quienes piensen, divulguen y trabajen para esas teorías y futuros. Pero porque son imperiales, neocoloniales, e inescrupulosos guardianes de todo lo que los Duguin denuncian. Y porque no defienden las libertades de pensamiento ni de expresión ni de circulación más que de la boca para afuera; porque cuando las papas queman mínimamente, se derriba cualquier demócrata, se defiende cualquier autócrata, se mata, tortura, se promueven guerras por motivos económicos o ideológicos, se espía, extorsiona y miente, todo matizado con algunas bombitas: atómicas en Japón, napalm en Vietnam, personalizadas en los autos de los adversarios ideológicos potentes y activos; cualquier monedita sirve.

Ojo al gol, porque lo van a ametrallar a mentiras sobre los Duguin. Lea en Extramuros sobre ellos, o vea Google directamente; si ve los canales abiertos uruguayos, o los canales que están en las grillas internacionales de video, le mentirán como con la pandemia y con Ucrania; y las radios y las redes sociales reproducirán todo eso, aunque haya mínimas excepciones a toda este cambalache triunfal, que son golondrinas que no hacen verano, mini-ámbitos que ilusionan a los evangelistas y redentores salvíficos; pero que son infinitamente mejores, de cualquier modo, que los asesinos mentirosos que pueblan e invaden pacífica y masivamente nuestro imaginario simbólico.

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