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Columna destacada | Ucrania | verdad |

Realidades y verdades

Qué sacar en limpio sobre Ucrania

Lo que es seguro, gane quien gane y se celebre el armisticio que se celebre, es que Ucrania quedará destruida por mucho tiempo, chivo sacrificial de EEUU, Reino Unido, la UE y la OTAN

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Lector, ya le hemos repetido que, y ahora más que antes, ‘lo que sufre más víctimas en una guerra es la verdad’. Porque, durante ella, en las dos trincheras de la grieta hay bajas materiales, físicas. Aunque también en ambas algo y algunos se salven. Pero de lo que no se salva casi nadie es de la distorsión interesada de la realidad y del fanatismo de la verdad que se instalan con la guerra. Y peor a través de la prensa.

Usted me dirá entonces, con razón: ¿y usted a qué y a quién le cree para formar su opinión? Y, sí, es difícil, y cada vez más, en la medida que la información accesible aumenta velozmente, sin que pueda calibrarse bien qué valor de realidad y de verdad pueda detectarse en cada insumo.

En primer lugar, hay que leer material de las dos tendencias opuestas. En segundo lugar, hay que buscar opiniones profesionalmente calificadas en los asuntos de interés focal; jamás solamente a periodistas que no tengan otra calificación, en principio, salvo que se tomen a beneficio de inventario, y no como algo para formar fundada opinión; lo que es difícil de evitar porque están a mano.

Los dos peores enemigos de la verdad y la realidad son ubicuos, fáciles de acceder e inundan crecientemente el horizonte sensible cotidiano; la prensa y las redes sociales. Claro, usted me dirá: ‘pero es lo que hay, lo que tenemos a mano’; de acuerdo, así son entonces las verdades y realidades que usted progresivamente absorbe, hijas de esas fuentes. Quiero decir que puede confiarse en una publicación periodística, sí, aunque más que nada en los contenidos de quienes escriban desde calificaciones meta-periodísticas, y no solamente desde el atrevido y empoderado diletantismo mediático. Claro que hay excepciones; pero es apenas un primer corte grueso, que luego puede refinarse, y que puede volver admisibles a algunos periodistas especialmente inteligentes, particularmente informados, y que no se crean que saben como los especialistas que hay en ese tema; que no engañen a la audiencia con que ellos son el non plus ultra de la sabiduría sobre el tema, que no se planten de igual a igual con los especialistas, porque quien pierde así es la audiencia, y los especialistas no deberían aceptar su participación así; solo si los periodistas dicen que están haciendo el mejor esfuerzo por saber y transmitirlo, pero que los que saben en serio son otros, simplemente porque estudiaron esas cosas y las vivieron en su experiencia profesional, en el campo o en su control externo. En fin, piénselo y haga lo que pueda, que es cada vez más difícil poder defender y sustentar una opinión.

Uno. Putin invadió, sí, pero multiprovocado muchos años

Ya aquí tenemos un primer instrumento básico de distorsión de la realidad y de fanatización de la verdad: la narración antojadizamente amputada. Veamos. Antes que nada, está claro que es materialmente imposible un relato completo de un hecho, sería tan imposible e inútil como un mapa que pretendiera serlo solo cuando es como el territorio que mapea (Borges y Foucault dijeron mucho sobre esto).

Pero las narraciones mediáticas son, no solo inevitablemente abreviadas, sino antojadizamente recortadas, con la finalidad, más que de relatar lo ocurrido, de convencer a los receptores de la legalidad, legitimidad y moralidad de un bando, y de la ilegalidad, ilegitimidad e inmoralidad del otro, en esos hechos, y, también en todos los otros que sirvan para ensalzar una idea o personaje, y demonizar a otros.

En realidad, se ha dado vuelta la taba: los relatos son para legitimar discursos; ya no hay más relatos puros sobre los cuales se construyan discursos; el discurso viene implícito en la narración, lo cual facilita el discurso sobre personas, hechos o ideas, que es en lo que se ha convertido la prensa: en una constructora y fortalecedora de discursos de verdad sobre la realidad por medio de relatos, de narraciones, que fingen ser solo eso. Este intento de persuasión, disfrazado de neutralidad, objetividad, ecuanimidad y profesionalidad, implica la comunicación de lo sucedido de modo que un bando encarne el bien y el otro bando el mal. Jesús Martín-Barbero ha mostrado que la opinión pública, el sentido común y el entretenimiento son eficazmente impresionados si los relatos toman la forma del ‘melodrama’; si usted se fija, tanto en los hechos políticos, como en los deportivos, bélicos, delictivos, y en todo el etcétera que recuerde, la captación de la atención y la atribución de moralidad a hechos y personajes se afirma por medio de un relato de bien contra mal, de ‘ladrón y poli’, de superhéroes y bandidos.

En el caso del conflicto en Ucrania, el relato empieza con la invasión de Ucrania por Rusia; como si ese hubiera sido el big-bang en ese asunto. No se mencionan todos los muchos siglos de conflictividad de Ucrania con Rusia, antes, durante y después de los zares, de la URSS, de Yeltsin y de Putin; la conformación de una Ucrania eurófila y rusófoba, y de otra rusófila y eurófoba; no se dice que EEUU nunca quiso admitir a Rusia o a la URSS en Europa, que la quiso invadir en 1918, que la rechazó como parte de Europa desde 1945; que se violaron compromisos asumidos de no extender la OTAN hacia el este durante 30 años, que los rusos intentaron ser parte de Europa y estar bien con EEUU hasta el siglo XXI, que había una multiagresión de EEUU, Reino Unido y la OTAN a territorios rusófilos, que había laboratorios de armas químicas y biológicas prohibidos cerca de las fronteras rusas.

Una conflictividad compleja y de muchos siglos, un desprecio y agresividad constantes y crecientes. Pues la narración de la prensa occidental ignora todo eso; el libreto indica que nada pasó entre EEUU, Reino Unido, Europa, la OTAN y Ucrania con Rusia hasta que, abruptamente, en rapto sanguinario y febril de una mezcla diabólica de zar imperial y stalinista, nacionalista (mala palabra para un globalista), el 22/02/2022 un Putin diabólico invade al angelical Zelensky (facho corrupto si los hay).

Una narración ficcional, como las de la prensa, melodramática, guionada y libretada para construir un infantil duelo bien vs mal, que dice relatar realidad cuando la está inventando, para crear estos personajes de telenovela, necesita amputar la historia. El modelo es Israel-Palestina: adolescentes tiran piedras porque son irracionales y no porque el mundo levantó a Israel y se olvidó de Palestina, no porque hayan invadido con construcciones sus tierras, porque los humillen y controlen militarmente, porque obstruyan su economía, porque todas las condenas de la ONU a Israel hayan sido vetadas por EEUU; no, son irracionales que, si tiran piedras y cometen algún atentado, merecen conmensurables y merecidos misiles inteligentes, más invasión y humillación.

La clave es provocar para justificar una respuesta agresiva que legitime una desmesura propia, más difícil si no se provoca (subrepticiamente), se induce alguna agresividad (amplificada) que legitime la desmesura de la respuesta, publicitada como justa, racional y medida, pero ocultando al mundo siglos o décadas de provocaciones; la historia comienza a narrarse, en Palestina y en Ucrania, cuando los palestinos y los rusos agreden; se ignora limpiamente toda la historia de provocaciones occidentales e israelíes; son los modernos ‘contadores de cuentos’ (Storytellers, David Riesman, los medios de comunicación de masas) que suceden a los ancestros en casa y en la plaza pública; la prensa construye ficciones melodramáticas como forma de relato que conlleva un discurso legal-político-moral sobre hechos, personas e ideas, para lo cual ha devenido el medio ideal: la narración es ficcional y estereotipada para impactar melodramáticamente mediante relatos fuertemente amputados; el discurso es maniqueamente infantil y anclado en ese relato primitivo, casi arquetípico. Ese es el menú diario que crecientemente absorbemos como real, objetivo, suficiente; solo las redes sociales lo pueden empeorar; y lo hacen; los periodistas son filósofos especializados al lado de los vociferantes influencers cotidianos de redes.

La duda metódica sobre lo que pasará

Cuando uno especula, cavila y conversa sobre lo que puede pasar con el futuro del conflicto, el panorama es desanimante.

Hay muchísimos ilustrados y titulados opinantes que opinan que Putin fracasó en su intento inicial, que las sanciones occidentales lo debilitaron económicamente y en el frente político interno; que, en cuanto Occidente mejore el armamento proporcionado a Ucrania, la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos resplandecerán en medio de las tinieblas autoritarias que amontonaban rusos y chinos, con secuaces menores. Además, es el discurso de EEUU, Reino Unido, Europa y la OTAN a través de 90% de la prensa occidental, la que recibimos y reproducimos como acríticos y estúpidamente entusiastas papagayos.

Pero otros tantos, tan encumbrados especialistas como los anteriores, por el contrario, afirman que Ucrania ya fue, que EEUU, pese a haberse fifado a Europa (violación con consentimiento, y hasta algarabía en el caso inglés; con desgarramiento de esfínteres en el caso alemán de Nord Stream 2), está perdiendo el monopolio global que disfrutó desde 1991; que los chinos, rusos y el Brics en general ya impiden que EEUU haga lo que hizo en 1990-2020; que Rusia pudo superar las sanciones, que China y otros para-Brics los ayudan comerciando con ellos; que la reposición de armamento ya era mucho mejor que la occidental, y que China auxiliaría si fuere preciso en ese rubro. Que el sistema monetario, financiero y bancario pergeñado por China está sustituyendo al hegemonizado por EEUU y Europa.

Le confieso, lector, que estoy siendo más convencido por quienes creen en una especie de triunfo ruso que por quienes creen en su derrota. Pero no estoy convencido; ni que tomaran ya Bakhmut. Más bien sigo pensando que no habrá ganadores como en el deporte o en un western de Hollywood, que habrá ganadores y perdedores según rubro y horizontes temporales, y debatibles como tales muchos de ellos. Lo que es seguro, gane quien gane y se celebre el armisticio que se celebre, es que Ucrania quedará destruida por mucho tiempo, chivo sacrificial de EEUU, Reino Unido, la UE y la OTAN, aunque engañosamente pueda parecer y decirse que son víctimas de Putin; Zelensky y todos sus fachos corruptos habrán lucrado multimillonariamente comerciando con buena parte de la ayuda recibida; es de los más siniestros personajes de la historia contemporánea; sería disfrutable verlo colgado en la plaza principal de Kiev; porque sería un muy impopular fin de telenovela melodramática si Ucrania quedara arrasada y Zelensky y los suyos recorrieran balnearios europeos tomando merca con el dinero proveniente de negociar la ayuda internacional. Y puede pasar, hasta con varios finales alternativos.

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