Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columna destacada | antifeminista | feministas | desigualdades

contragolpe de género

¿Reacción antifeminista? contramodelo Tate

Gruesamente, las feministas y grupos semejantes inicialmente, históricamente, tuvieron razón en casi todas, si no todas sus reivindicaciones.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Resultó empírica y vitalmente cierto que, mientras se promovía y obligaba a igualdades y equidades sociales, económicas, políticas, culturales, entre razas, etnias, naciones, etc., subsistían y no eran adecuadamente focalizadas desigualdades e inequidades de género. Desigualdades de remuneración a igual posición laboral, trabajo doméstico impago, acceso imperfecto a jerarquías políticas, distinciones más comunes a varones que a mujeres, y tantas otras injusticias como usted mismo pueda enumerar; se llegó a bautizar como ‘patriarcales’ a las sociedades que conformaban, reproducían y no combatían esas largamente sostenidas injusticias de igualdades e inequidades. Una explicable y moderadamente aceptada militancia ‘pro-feminista’ llevó no solo a la concientización pública, sino también a una disminución de dichos injustos diferenciales de igualdad y equidad. Es posible fechar hacia los años 70 en las urbes occidentales, y desde mediados de los 80 en América Latina, el comienzo de la militancia más abierta y exitosa en torno a esos objetivos, aunque hay profusos documentos de muy anteriores pioneros en esos ítems.

Cómo se da vuelta la taba sobre la militancia de género

Llegados a este punto, la militancia, como ocurre tantas veces, quiere demasiado, demasiado rápido y demasiado urgidamente para los padrones de quienes, si bien han asimilado bastante bien las razones de la militancia y una cierta culpabilidad difusa, no están dispuestos a pasar a ser discriminados, culpabilizados con dolo, y perseguidos como artífices actuales y cotidianos de las desigualdades. El largo y parcialmente explicable proceso de construcción histórica de las desigualdades e inequidades de género se hace comprensible y reversible si no se demoniza ni se exagera el papel actual de los sujetos y las instituciones en la consolidación de esa larga historia; pedir de más, demasiado rápido y acusando excesivamente a los vivientes y a sus instituciones conlleva el riesgo de que las reivindicaciones se vuelvan bumeranes, de que la sobre-militancia lleve a una sobre-reacción adversa más que a una adopción de los objetivos; porque sus sujetos promotores pueden ser acusados de peores cosas que los acusados del lado patriarcal.

Los sujetos de acciones pro-feministas pasan, con el tiempo, a correr el riesgo de chocar más con sus pedidos y su estilo promotor que de conmover con sus razones. Y no es solo una resurrección actualizada de misoginia patriarcalista; es una casi natural reacción abrumada frente a acusaciones sentidas como muy excesivas, a pedidos no tan fundados, a una actitud de lobby duro, que más que promover simpatías y empatías asusta por su ilimitado horizonte de finalidades, de mucho más dudoso fundamento que las reivindicaciones iniciales a las que nos referíamos antes. Un niño o adolescente actual puede llegar a sentir que es un monstruo patriarcal discriminador, aunque no lo crea o no lo quiera. Se puede construir así, culturalmente, una grieta de género de imprevisibles consecuencias sociales futuras, que, si los varones la perciben como agresividad injustamente dirigida y actuada, puede tener, o efectos de bullying, o, peor, efectos de promoción de una guerra de sexos o de géneros, que, iniciada tempranamente, puede permear bélicamente todo el cotidiano social (veremos que esto ya comenzó).

De militancias y bumeranes

Como ejemplos de excesos bumeránicos de la militancia de género, sentidos como tales por quienes estarían dispuestos a aceptar sus históricas razones como aceptables sin esas desmesuras: el absurdo lingüístico del ‘lenguaje inclusivo’, ya desde el redundante y ofensivo mandato de dirigirse, obligando a lo obvio, a ‘todos y a todas’ cuando nunca nadie se dirigió a ninguna audiencia plural en género sin incluir a las mujeres al decir ‘todos’. Ofende también, por paranoica y autoritaria, la legal y judicialmente innecesaria figura penal del ‘femicidio’, imposición de lobby que solo puede desatar desmesuras contrarias; los tribunales penales tienen los recursos sustantivos y procesales suficientes como para penalizar un homicidio de un varón a una mujer diversamente que el de homicidios entre iguales en género; puede perfectamente, y siempre se hizo así, castigarse un homicidio inter-género como ‘femicidio’ sin contar con la sobreabundante figura legal de tal. Algo huele mal en el sistema si se considera necesario estandarizar todos los homicidios de mujeres a manos de varones como ‘femicidios’ para penalizarlos: o bien se quiere suponer, ofensivamente para los operadores judiciales, que sin esa figura los tribunales no harían la distinción ni penarían como se debe a los varones; o bien se quiere arremeter contra el sistema e imponer una distinción más allá de lo que doctrina, jurisprudencia y principios aconsejarían.

Es como cuando se pide un minuto de silencio por las víctimas de covid: la gente se pregunta si las únicas muertes socialmente lamentables y dignas de luto público son las debidas a la covid; el disparate de ignorar casi todas las muertes para lamentar solo las de covid nos hace pensar que alguien interesado o equivocado ordenó ese disparate; porque para la mayoría de los que cumplen con la disposición (i.e. en estadios deportivos), ellos tienen que lamentar públicamente la muerte de otros por covid mientras que nadie se lamenta por las muertes y causas de muerte de ‘sus’ propios muertos, que fallecieron por minucias tales como cánceres, cardiovasculares, respiratorias, diabetes y riñones, accidentes y homicidios. La figura penal del femicidio hace sospechar tanto de lobbies de género manipuladores como los duelos públicos solo por covid llevan a sospechar de lobbies similares en la ‘salud’. Y eso sin duda no beneficia a los lobbies, y, más aún, puede desencadenar sobre-reacciones, a lo que iremos.

Sobre-reacciones a la militancia de género

Y así han ido fanatizándose tanto los contenidos de la prédica de género como la forma y los recursos de dicha prédica, extendiéndose sobre todo al intento de vulnerar el principio de la presunción de inocencia, pilar importante del Estado de derecho, extremo que alguna legislación pro-género femenino ha procurado ignorar. La exageración de las reivindicaciones, la absurda urgencia clamada, la menguante solidez de los argumentos esgrimidos, la uniforme agresividad y antipatía de las reclamantes, el cansancio producido por la infinita denuncia crispada sobre todo; y todo acompañado de expresiones dignas de un futbolista a quien le cobran un saque de banda en su contra en una final.

Vale la pena seguir con dos tipos de cosa: uno, con los antecedentes en el Uruguay de sobre-reacciones a los abusos de la militancia y lobbies de género; y dos, con una serie de corrientes o movimientos que están creciendo en el mundo, desde EEUU, Canadá y Europa, sobre los cuales es interesante y hasta previsor informarse.

Uno. En Francia, desde hace ya al menos unos 40 años, vive el movimiento ‘S.O.S. Papá’, inicialmente dedicado a defender los derechos de los co-progenitores masculinos a la co-formación y co-educación de sus hijos frente a la iniciativa, radicada sobre todo en estrados judiciales, de sentenciar en favor de las co-progenitoras femeninas en casos de conflicto formalizado. Sobre esto, cuando dirigí, a fines de los 90, una investigación sobre el acceso a la justicia en Uruguay, para la Suprema Corte de Justicia, y desde el BID y ONU, pregunté bastante, especialmente a operadores judiciales en los Juzgados de Familia, si se sentía o pensaba que las sentencias en materia de Familia, sobre todo aquellas a cargo de magistradas femeninas, discriminaban a los padres. No recogí consenso en ese sentido, pero sí el suficiente porcentaje de acusaciones convergentes como para imaginarme que estábamos a las puertas de un grave problema de administración de justicia, que sin duda ha ya explotado ahora en otras materias judiciales, tales como Civil y Penal, amén de en Familia. Ya en esa época, un científico social uruguayo, formado con posgrado en la Sorbonne, París, había importado el título ‘S.O.S. Papá’ a Uruguay, donde llegó a editar un libro documentando estos asuntos desde el ángulo de la defensa de los derechos de los co-progenitores masculinos a la co-educación y co-formación de su descendencia. Sé que regresó a Francia, en parte desanimado de los vientos que soplaban en el Uruguay para esos asuntos.

Dos. Como primer llamado de atención a las perspectivas de grieta bélica entre géneros que esta progresiva intolerancia y fanatismo de género han propiciado, digamos que, así como hay una especie de corrección política (llamada en algunos contextos ‘filosofía woke’) que sobre-defiende a todas las clamadas victimizaciones sociales por sistema, despuntan nuevas tendencias que pueden dramatizar la confrontación en breve: ya hay casos de varones que se han negado a recibir clase de mujeres, porque las suponen enemigas suyas, casi ontológicas. Dejen volar la imaginación y verán.

Como segundo llamado de atención, los invito, lectores, a visitar Google y la Wikipedia y buscar las siguientes entradas (pueden hacerlo en español): manosphere, incels, antifeminism, men’s rights activists, men’s liberation movement, father’s rights groups, Mgtow, misandry.

Bajo el título ‘manósfera’, en el mismo sentido que se mencionaría una esfera específica de la masculinidad, la esfera de los varones, man-ósfera, se listan publicaciones, sitios, personas e instituciones que defienden la dominación masculina, la resistencia a la feminización y los derechos de los varones, en el mismo sentido en que lo hacen las militantes de género, planteándose que ante la invasión sufrida, hay que poner manos a la obra.

Más específicamente interesante es la expresión ‘incels’, que agrupa a aquellos que sienten que la circulación de la información y de las imágenes hace que los menos dotados físicamente, o en términos de dinero, poder o estatus social, queden relegados a no poder aspirar a relaciones con aquellas mejor dotadas para ello. Habría, dicen, una organización del prestigio, la deseabilidad y las ecuaciones costo-beneficio en los mercados para el sexo furtivo, las parejas y los matrimonios, por los cuales los más jerarquizados según los criterios top acumulan las tentativas de casi todas, relegando a los menos prominentes en esa pirámide a la casi imposibilidad de acceder a lo que desearían. La frase de moda ‘alpha fucks, beta bugs’ (los machos alfa copulan, los machos beta solo rondan) refiere a ese hecho, al hecho dominante de que los machos principales de la manada, alfa, en la jerarquía de deseabilidad, concitan todos los deseos e intentos de contactos, mientras que al resto, machos beta, solo les resta revolotear -y pagando- para poder conseguir algo acorde con sus gustos, fantasías y deseos. La expresión ‘misandría’ referiría al hecho de que existiría un correlato a la misoginia de destrato simbólico de las mujeres por los varones, en una misandría de destrato simbólico de los varones por las mujeres.

Hay ahora un día del varón, el 19 de noviembre, que se celebra en varios países.

Pero a esos rasgos novedosos en la confrontación simbólica de los géneros se corresponden algunos correlatos modélicos en el imaginario concreto del mundo audiovisual, tales como el líder de los machos alfa anti-feministas, Andrew Tate, el más visitado en las redes, más que Donald Trump y que Kim Kardashian.

Andrew Tate, el infuencer top, masculinista, antifeminista

Andrew Tate, 35 años, cuádruple excampeón de kick-boxing, muy exitoso empresario de múltiples castings, es la persona más visitada y nombrada de las plataformas comunicacionales en el mundo, y su discurso es de multi-exhibición de su físico, de peleas suyas, de sus autos de lujo, de sus conquistas, de su éxito empresarial, de sus comienzos humildes y sin antecedentes académicos de respaldo; el perfecto ‘self-made man’ actual desprecia a las mujeres, que afirma deberían reducirse a todo lo que históricamente han rechazado reducirse; es un supremacista masculino que desafía, sobre la base del logro reflejado en estatus, todo el discurso feminista y de género, abogando por una práctica masculinista y anti-feminista cruda y explícita, sonriente y desafiante, seguro de que la realidad comunicacional interactiva actual le asegura la razón del más fuerte. Es un personaje que yo particularmente rechazo vehementemente, pero que se impone con mayor vehemencia aun. Pero un personaje cuyo marketing multimedia es interesante chequear para entender cómo funcionan ‘esas cabecitas’ contemporáneas de creciente abundancia. Y para ver cómo junto a esos chicos que se niegan a dejarse enseñar por mujeres en el sistema educativo, llevan a que tanto los derechohumanistas como las militantes de género deban poner sus barbas en remojo, ante turbulentos tiempos por venir.

Mire por usted mismo todas las palabras y personas mencionadas; son ventanas a un mundo en gestación que puede abortar o explotar en el mundo. Por ahora, sin serlo ideológicamente, se ampara bajo mantas de movimientos de la nueva y extrema derecha, pero no participan de sus principios, que solo son de contragolpe de género.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO