Yo tuve el honor de volver y e ir preso con él. Muchos tratan de olvidarlo. Como si se pudiesen cambiar la historia modificando el relato, según intereses partidario. Pobres. No han entendido nada. Decía Wilson que “algunos viven de la historia y otros de la historieta”, Volvamos a la historia.
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Recuerdo mi preocupación de pensar que podía existir la posibilidad de que yo no estuviera incluido en sus planes. Cuando ya estábamos a días de ir a Concordia, donde Wilson anunciaría el regreso, me arrima un papel y me dice “firmá”. Me bastó ver el título: “Regresamos el 16”. No solo firmé enseguida sino que el alma me estalló de orgullo y alegría.
Faltaba algo difícil: decirle a mi vieja que yo también iba. ¡Nos demoramos mucho en hacerlo! A tal punto, que sabían hasta los Olimareños, y ella no. Sin saberlo, Pepe Guerra un día le comenta “¿Y? Se le van el marido con el hijo…”. Mamá se hizo la que ya lo sabía. Entonces, pidió una entrevista con mi padre a nombre de “una periodista inglesa”: En la fecha conectada, se presentó con un pañuelo en la cabeza y dijo: “Soy la periodista y quiero saber todo”.
El 25 de mayo, fecha patria argentina, la provincia de Entre Ríos mudó su celebración de Paraná (capital), a Concordia (límite con Uruguay, puente de Salto Grande por medio). Y el orador oficial: Wilson. Era muy emblemático todo, porque el gobernador Sergio Montiel era oficialista (radical) y el intendente de Concordia, Jorge Busti, opositor (peronista). La solidaridad argentina fue impresionante.
El acto desbordaba de uruguayos. El cierre del Puente de Salto Grande por la dictadura no impidió que de todas partes fueran “sangre y coraje, los orientales”.
Fue uno de los discursos más impresionantes de Wilson. ¡Raro! Casi nunca se recuerdan esas palabras. Era cómo concebía el regreso. Un insistente libro sobre el regreso, escrito por un dirigente de la época, da vueltas y vueltas para no meterse en uno de los discursos más relevantes de su carrera política. No se les enseña a los más jóvenes. ¿Molesta en el Uruguay de hoy?
Un par de noches antes de la partida, cenamos ambos con Alfonsín en Olivos. Allí nos contó que viajaría a España. Por eso, en el puerto nos despidió su vice, Víctor Martínez, en ejercicio de la presidencia. Pero ese viaje permitió que una vez presos, la primera declaración internacional de solidaridad fue del presidente Alfonsín y del presidente del Gobierno español, Felipe González, desde la Moncloa. Luego, la del entonces rey Juan Carlos desde Zarzuela.
Llegó la noche de la partida. Los honores decretados ni se vieron porque la multitud les pasó por encima. La gente cantaba: “Vamos a volver al Uruguay, para que vean, que este pueblo no cambia de ideas, sigue las banderas de la libertad”. Estas flameaban juntas, la de la patria, la de los blancos de entonces y las del Frene Amplio, que ya se hicieron presentes en la partida como se concentraron también en la llegada, en avenida Libertador.
El 16 de junio, en medio del Río de la Plata, amaneció muy nublado. A medida que la niebla fue abriendo se empezó divisar el despliegue de todo la flota de guerra, destructores, botes inflables, hombres ranas, aviones. “Todo esto porque llego acompañado de mi familia”, ironizó Wilson. “Un barco por cada hijo y nietos y nietas”.
Se le quiso hacer desembarcar a una lancha de prefectura (la P-70). Quizás casi 40 años después el ministro Javier García debería hacer de ella un museo de aquella epopeya. El viejo se negó. “Yo saqué un pasaje a Montevideo, hasta no llegar apuesto solo por la fuerza me pueden hacer bajar”.
Viajaban dirigentes del Partido Nacional, del Frente y un mundo de periodistas del mundo. La TV Española lo transmitió en vivo (avanzado para aquel tiempo). Nos habían dicho que iríamos presos al mismo cuartel, pero no fue así. Al llegar al puerto nos bajaron solamente a los dos. En sendos helicópteros nos llevaron a él a un cuartel de Trinidad y a mí al Batallón de Ingenieros 3 en Paso de los Toros.
Podrán excluirme, los blancos de hoy, de los homenajes a esa fecha. (¿Por qué será que recurren a la historia cuando para ello la tienen que reinventar?). Pero no pueden arrancarme el orgullo de haberlo acompañado, en ese, como en todos los momentos difíciles.