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Mundo multipolar

Samarcanda

Samarcanda fue la ciudad insignia de la antigua ruta de la seda.

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Tal vez Shehbaz Sharif, el primer ministro de Pakistán, haya sido el más acuciado concurrente a Samarcanda, Uzbekistán, a la cumbre de la Organizción de Cooperación de Shanghái (OCS).

Hace poco más de seis meses Sharif derrocó a Imran Khan, el antisistema excapitán de la selección de cricket pakistaní campeona del mundo (1992), quien gobernó desde 2018, desobedeciendo a Estados Unidos, con un partido nuevo (Movimiento por la Justicia), creado por él, que prometió combatir la corrupción, pero fue perdiendo peso a medida que la oposición le fue “comprando” parlamentarios. El golpe contra Khan fue parlamentario, pero con previo pronunciamiento del comandante del ejército pakistaní, tras un par de semanas de incertidumbre en la interna castrense (a tener en cuenta). Sharif asumió prometiendo mantener los acuerdos con China, el corredor económico entre Xinjiang y el Golfo Pérsico, pero también mejorando la relación con Estados Unidos.

Recordemos que Pakistán tiene unas 150 bombas nucleares, aproximadamente, tantas como India, pero mientras que a India la proveyó de armamento atómico la Unión Soviética, a Pakistán lo abasteció Estados Unidos.

Sharif llegó a Samarcanda cargando los mayores problemas de la región, con once provincias de su vecina Afganistán en control del ISIS Khorazán, destacamentos yihadistas provenientes de la franja de Idlib, al norte de Siria, donde Estados Unidos aún ocupa y explota saqueando yacimientos petroleros sirios y entrena terroristas. Pakistán comparte con Afganistán población talibán, fronteras de papel y refugiados.

En Samarcanda, Sharif se encontró con todos los exitosos jefes de Estado emergentes y decisivos del mundo actual, Xi Jinping, Vladimir Putin, Narendra Modi, Ebrahim Raisi y Recep Tayip Erdogan, mandatarios de China, Rusia, India, Irán y Turquía respectivamente. Las tres primeras, al igual que Pakistán, son potencias militares nucleares. Irán estrenando su membresía plena en la OCS y Turquía de flamante observador. Los otros países que integran la OCS, todos cuyos mandatarios concurrieron a la cumbre en Samarcanda, son Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, el anfitrión Uzbekistán, sumando entre todos 40% de la población mundial (50% contando los observadores que han solicitado integrarse), 30% del territorio y 25% del PIB. Sumados a los otros que conforman con China el RCEP (Sudeste Asiático y Asia Pacífico) y los Brics (Brasil y Sudáfrica) a Armenia, Bielorrusia (Unión Euroasiática con Rusia), a los aspirantes a Brics plus (Argentina, Arabia Saudita, Senegal, Egipto, entre otros), conforman “la mayoría global” (más de 70% de la población mundial y más de 50% del PIB), así denominada en el reciente Foro de Vladivostok, liderado por Rusia.

No fue Sharif el único que llegó a la cumbre de Samarcanda con problemas. Azerbaiyán, enclave de la British Petroleum, del MI6 inglés (servicio de inteligencia inglés que sigue incidiendo en toda Asia occidental y central desde tiempos del imperio británico), había vuelto a guerrear en la frontera con Armenia, defendida por Rusia por el tratado de Organización de Seguridad Euroasiática. Problema que rápidamente resolvieron Putin con Erdogan en modo bilateral y las tropas de la OSEA en la frontera armenia. Kirguistán mantiene litigios con Tayikistán, India con Pakistán por Cachemira (aunque este se distendió en la cumbre) y con China (que también se distendió).

A desalambrar, a desalambrar...

Otro que llegó Samarcanda a resolver problemas fue Xi, con toda su plana diplomática mayor, incluido el canciller Wang Xi y el experto del Politburó Yang Jiechi. Trajeron proyectos conectivos para toda Asia central y occidental. “Se han perfilado transformaciones fundamentales en la política y la economía mundiales, y son irreversibles”, dijo Putin, para todo el sur global.

Un problema que resolvieron Xi y su gente, de paso por Nursultán, en Kazajistán, el día anterior a la cumbre en la vecina Uzbekistán, tuvo que ver con las infiltraciones estadounidenses en el gobierno de Kassym-Jomart Tokayev, que se mueven con sigilo luego de los golpes a Chevron y a Shell, aunque se promovieron a manera de gasoductos y carreteras. El recientemente descubierto desvío de armas y petróleo a Ucrania desde Kazajistán, tiene a las compañías que operan más a sus anchas en tierras azeríes y a Jordania con su oficina MI6 en la mira de la OCS, que entre sus tres objetivos principales prioriza la lucha antiterrorista (“prevenir los intentos de fuerzas externas de organizar 'revoluciones de color' en los países de la OCS”, alertó Xi). “Como ya sabe cada grano de arena en cada desierto de Heartland, la presión geopolítica contra Irán-Rusia-China aumentará exponencialmente”, advirtió el experto brasileño Pepe Escobar.

Pero todos estos problemas no son nada comparados a los que tenía la región hace 20 años, en junio de 2001, cuando se creó la OCS, antes del autoatentado a las torres gemelas y las incursiones de la OTAN en Afganistán, Irak y un desenfrenado terrorismo yihadista de cuño yanqui. No había prácticamente país en toda Asia a salvo del imperio del caos.

Hoy la estabilidad regional es asombrosa si pensamos en aquellos años y los anteriores a ellos. El desarrollo a tasas chinas actuales (6,5 o un poco menos) armoniza con la amplia red de infraestructura creada con financiamiento chino. China es el principal inversionista indiscutible en infraestructura en Asia central. Las prioridades de Beijing pueden ser importar gas de Turkmenistán y Uzbekistán y petróleo de Kazajistán, pero la conectividad no se queda atrás. Y no hay, entre todos los miembros de la organizacion, prácticamente ningún producto del que carezcan en forma efectiva.

La construcción por 5.000 millones de dólares de la vía férrea Pakistán-Afganistán-Uzbekistán (Pakafuz), desde Asia Central hasta el océano Índico en solo tres días en lugar de 30 es la nueva iniciativa de la ruta de la seda estrella.

Putin haciendo piruetas

Vladimir Vladimirovich Putin bajó de dos saltitos los últimos peldaños de la escalerilla del avión en el aeropuerto IATA de Samarcanda (para la televisión “occidental” que lo da por gravemente enfermo, el judoka de 70 años alardeó de agilidad). Xi Jinping lo esperaba en la pista bien custodiado y se largó a reír y a aplaudirlo a Putin tras la pequeña acrobacia. Una escena de “viejos amigos (Xi)” de la vida. Ahora bien: las mejores piruetas de Putin en Samarcanda fueron políticas.

Resulta que los últimos movimientos militares en Ucrania hicieron retirarse de Jarkov bastante en orden a las fuerzas rusas para evitar un bolsón de contraofensiva ucraniana, fortalecer Donestk y preparar nuevas maniobras. Esto fue aprovechado por Guennadi Ziuganov, el secretario del Partido Comunista ruso para exigir “guerra total y despliegue de reservistas”. El apriete fue rechazado por el vocero presidencial, Dimitri Peskov: “Ni guerra total ni despliegue total de reservistas están en la agenda”, dijo, mientras en Samarcanda, la presión de Ziuganov era contrarrestada por reparos a Putin de Modi y de Xi (en ese orden) para que no escatime esfuerzos en parar la guerra.

La demagogia de Ziuganov, “Una guerra tiene solo dos resultados: victoria o derrota”, llega para erradicar alguna confusión en el fervor patriótico ruso, pero después de que Rusia Unida (el partido de Putin) le ganara las legislativas municipales obteniendo más del 80% de los parlamentarios, el domingo 12, contra menos del 15% para el PC.

En realidad en una guerra los resultados tienen distintas y variadas categorías de victorias, derrotas y empates. Nicolai Patruchev, ministro de Seguridad de Rusia, ya enmarcó en los territorios de población rusófona rusófila el alcance de los objetivos de liberación. Es el principio de libre autodeterminación de los pueblos sustentado en referéndum. Ninguna escalada de la OTAN puede derrotarlo en ese terreno, pero quebrantar ese principio llevaría a los mismos errores rusos del 39 al 41 (lo advirtió Putin en sus anuncios de febrero), incluidas las ocupaciones de Polonia en el oeste y Finlandia en el noroeste. Dice Fidel Castro Ruz (en Un grano de maíz - conversación con Tomás Borge, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 1992) que sin esos errores, “los nazis no hubiesen llegado ni siguiera a Kiev”, es decir que los imperialistas no hubiesen podido volver a invadir Rusia.

El resultado electoral en Rusia respaldó la conducción de la guerra por Putin. Ziuganov en lo único que le gana a Rusia Unida es en reivindicar aún más a Alejandro III. Eso no es bloque histórico. Es cambalache.

De todos modos, desde que perdió el PC de Albania en 1991, el de Ziuganov es el único partido con más de 100.000 votos que tiene iconografía de Stalin en su estrado; y Stalin, jefe de potencia del siglo XX por más años, más allá de ese menos del 15% en Rusia, es un derrotado universal. No es difícil para Putin.

En consonancia con estos criterios anunciados por Patruchev y Peskov, Putin decretó el miércoles de mañana una movilización parcial y la aceptación de los referéndums sobre incorporación a Rusia de Donetsk, Lugansk, Zaporiye y Jerson. “Es la OTAN la que está amenazando reiteradamente con guerra nuclear y bombardeando la central nuclear de Zaporiye. Rusia está preparada para responder en cualquier caso y tiene armas superiores a las de la OTAN”, dijo.

Una potente delegación compuesta por líderes de 80 grandes empresas rusas está en Teherán en este momento y más de 1.300 empresas iraníes se conectan con el resto de Asia. La NEP leninista a todo vigor. Se podría decir que a China no han vuelto a invadirla porque tiene bombas atómicas, pero a Irán -que no las tiene- después de haber sido invadida su revolución por todas las potencias imperialista de la OTAN más la URSS, todos en apoyo a Saddam Hussein, después de haber rechazado la invasión en proeza similar a la de Rusia 1918-22, no pueden volver a invadirlo por su ya fortalecida defensa de la revolución y por su economía denguista en los hechos (mientras el islam la protege del financierismo, desarrolla su economía interior y su inserción mundial a pesar de los bloqueos).

En la cumbre “Irán fue la estrella invitada del espectáculo de Samarcanda, oficialmente aceptado como el noveno miembro de la OCS. El presidente Ebrahim Raisi, significativamente, enfatizó antes de reunirse con Putin que “Irán no reconoce las sanciones contra Rusia”. Se potenciará su asociación estratégica, en el frente empresarial” (Pepe Escobar).

Samarcanda fue la ciudad insignia de la antigua ruta de la seda. En 329 A. de C., cuando entró a la mítica ciudad centroasiática por primera vez, Alejandro Magno dijo: “Todo lo que he oído sobre Samarcanda es cierto, excepto que es incluso más hermosa de lo que había imaginado”. Hoy Samarcanda es la palabra clave y mágica del mundo multipolar.

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