Partido Nacional: Tradición y modernidad, un matrimonio incómodo
El Partido Nacional (PN) es una fuerza que, a pesar de su cohesión externa, tiene sus propios demonios internos. La historia reciente ha puesto de relieve las contradicciones entre su ala más conservadora y los sectores que intentan presentar una imagen renovada y moderna del partido.
Por un lado, el ala tradicional, que representa valores como el nacionalismo, la defensa de la ruralidad y una visión más conservadora de la sociedad, ha visto con preocupación el avance de figuras más jóvenes que buscan modernizar el discurso. Luis Lacalle Pou, actual presidente, ha intentado caminar sobre una delgada línea entre ambas corrientes, presentándose como un defensor de la modernización sin renunciar al legado conservador. Sin embargo, las fisuras son evidentes.
El manejo del conflicto con los sindicatos y el creciente descontento en el sector rural por las políticas económicas están poniendo a prueba la unidad del partido. Lacalle Pou ha tenido que navegar en aguas turbulentas, enfrentando críticas tanto de los sectores más progresistas, que lo acusan de falta de audacia, como de los conservadores, que lo ven como un líder demasiado conciliador.
El reciente auge de figuras como Beatriz Argimón, con una visión más social y menos atada a la tradición del partido, también ha generado fricciones. La cuestión de los derechos de las minorías y la legalización del aborto han sido temas que han dividido internamente al partido, con sectores más liberales empujando por cambios y otros, más conservadores, oponiéndose con firmeza.
En medio de ese pandemónium, figuras de gran trayectoria como Jorge Gandini han pretendido ser los herederos políticos de Wilson Ferreira Aldunate; sin embargo, solo se trata de utilizar la imagen del carismático líder (el último caudillo blanco) para tratar de pescar votos entre aquellos que añoran el liderazgo de quien falleciera el 15 de marzo de 1988. Poco y nada tienen que ver las ideas de Gandini con las de Wilson, y quizá ese sea uno de los motivos por los cuales los votantes nacionalistas le dieron un revolcón en las internas, con un resultado electoral deplorable.
Para colmo, las figuras más mediáticas (Sebastián Da Silva, Graciela Bianchi, Javier García, Luis Alberto Heber y el mismo Gandini), lejos de levantar la imagen del partido, la mantienen a nivel de las cloacas.
En cuanto al candidato presidencial, nada menos que el expresidente Luis Alberto Lacalle se ha encargado de torrar a Álvaro Delgado, manifestando que en esta campaña “no hay ninguna figura de primer nivel como candidato”. Paralelamente, parece que él mismo se ha encargado de cavarse la fosa al dejarse llevar por un inexplicable y nada disimulado entusiasmo por Valeria Ripoll, a quien, imprudentemente, ha catalogado en público como “un bombón”. Si en algún momento pensó que la rubia y explosiva panelista de “Esta Boca es Mía” le iba a traer algún voto de la izquierda, se equivocó de manera impresionante, ya que nadie en este país puede creerlo. Ripoll pasó por la izquierda, pero nunca fue de izquierda.
Divisiones en alianza derechista
Por otra parte, el liderazgo del Partido Nacional en la Coalición Republicana se ha deteriorado muchísimo. Allí las diferencias son más notables aún. Los partidos que la integran están divididos por varios temas como el aborto, la eutanasia, la utilización de los militares para combatir a la delincuencia y si desarrollar o no planes de rehabilitación para los reclusos. El exfiscal y actual diputado colorado, Gustavo Zubía, dice que el Estado no tiene ninguna obligación de gastar dinero en ello.
Andrés Ojeda (PC) descalifica a Álvaro Delgado diciendo con razón que es un “candidato en descenso”, mientras que Guido Manini Ríos (CA) no ahorra críticas al Gobierno por sus pésimos resultados en materia de seguridad. El plebiscito “Por una deuda justa”, promovido por los cabildantes, no ha contado con el apoyo de sus socios políticos, siendo éste uno de los múltiples motivos por los cuales Cabildo Abierto, un día sí y otro también, amenaza con irse sin irse, aplicando la estrategia de tener un pie en el muelle y otro en el barco. La posibilidad de lograr cargos gracias a la coalición es la única cosa que mantiene al partido militar anclado, mientras que las encuestas le pronostican un oscuro 27 de octubre, con un histriónico Gustavo Salle respirándole en la nuca.
Partido Colorado: La pérdida de identidad
El Partido Colorado, uno de los más antiguos de América Latina, ha tenido que enfrentarse a una crisis existencial y de identidad en los últimos años. Con una base electoral menguante y una pérdida significativa de influencia, el PC se ha debatido entre aferrarse a su tradición batllista y adaptarse a un nuevo Uruguay dirigido por quienes hasta hace poco fueron sus adversarios históricos, los blancos. La encrucijada estaba entre mantener el ideario de José Batlle y Ordóñez o lograr cargos en el gobierno convirtiéndose en cortesano de Luis Lacalle Pou. Perdió Batlle.
Figuras como Julio María Sanguinetti han intentado mantener al partido en el centro de la escena, pero la realidad es que el PC ha perdido gran parte de su capacidad de convocatoria. Ernesto Talvi, en su momento visto como la gran esperanza para una renovación, se retiró abruptamente, dejando al partido en una especie de limbo. El vacío de liderazgo ha exacerbado las tensiones entre quienes creen que el partido debe retornar a sus raíces liberales clásicas y quienes piensan que es necesario un cambio profundo hacia una mayor apertura social y económica.
La alianza con Cabildo Abierto dentro de la coalición de gobierno ha sido otro punto de fricción. Mientras algunos colorados ven esta alianza como una oportunidad para mantener relevancia política, otros la consideran una traición a los valores históricos del partido.
Andrés Ojeda, que no representa ninguno de esos valores históricos ni tiene idea de la historia del partido, plantea una campaña electoral que resulta una verdadera apología de la frivolidad y un atentado contra la inteligencia de la ciudadanía. Sin embargo, no sería raro que muchos votantes de Luis Lacalle Pou (que aprecian más la parte estética que las ideas de un candidato) empujaran a Ojeda hasta un 17 % en desmedro de Delgado. Esto hablaría muy mal de la cultura cívica de los uruguayos; pero ya nada nos asombra.
Como sea, luego del 27 de octubre, el Partido Colorado quedará partido en dos liderazgos, el de Andrés Ojeda y el de Pedro sin Apellido.
Frente Amplio: Unidad en la diversidad
El Frente Amplio (FA) es el ejemplo más claro de un movimiento que basa su esencia en la diversidad. Desde su fundación en 1971, el FA ha sido una coalición de fuerzas políticas que abarca desde la socialdemocracia hasta el marxismo-leninismo. Su éxito en mantenerse como una opción viable durante décadas se ha basado, en gran medida, en su capacidad para gestionar sus contradicciones internas. Sin embargo, esta alquimia política ha comenzado a mostrar sus limitaciones.
El plebiscito impulsado por el Pit-Cnt para plasmar en la Constitución una reforma jubilatoria ha dividido las aguas claramente. Carolina Cosse quedó embretada de manera incómoda, ya que al integrar la fórmula presidencial hubiera sido muy resquebrajante fijar una postura diferente a la de Yamandú Orsi. Habrá que esperar al 27 para saber si los militantes, tanto los que están a favor del SÍ como los que no, mantienen la línea de los grupos que integran o habrá algún que otro tirón de orejas a sus dirigentes por medio de las urnas.
Cabildo Abierto: la burbuja verde
Fundado por el excomandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, CA logró captar a un sector del electorado descontento con los partidos tradicionales. Sin embargo, luego de su éxito inicial sufrió la desbandada de innumerables dirigentes civiles que se vieron defraudados al ver cómo su líder prefería a sus camaradas de armas a la hora de repartir cargos.
Una de las pérdidas más notorias fue la del profesor de Derecho Constitucional Eduardo Lust, quien llegó a diputado por CA en 2020 y terminó abandonando al partido militar el 8 de febrero de 2023, fundando el Partido Constitucional Ambientalista.
¿Qué nos depara el futuro?
Uruguay se encuentra en una encrucijada política, donde las tensiones internas ya no pueden ser barridas bajo la alfombra. Algunos como Identidad Soberana, el Partido Ecologista Radical Intransigente o el Partido Independiente no tienen tales problemas ya que, básicamente, son partidos unipersonales.
En cuanto al resto, la pregunta no es si estas tensiones desaparecerán, sino cómo se gestionarán. La capacidad de un partido para manejar sus contradicciones internas y encontrar la forma de conciliar sus diferencias sin perder de vista sus objetivos comunes puede determinar su éxito o su fracaso.
Lo que resulta indiscutible es que, gracias al liderazgo de Fernando Pereira, el Frente Amplio sobrelleva tranquilo y cómodo este desafío, sin que los chisporroteos lleven a un cortocircuito.
Por lo menos hasta ahora y por ahora.