Cuando llegó la primera grabación de A redoblar al exilio, las luchas desde el exterior y dentro del país se dieron la mano. Había un objetivo claro por el cual era fácil pensar qué cosas podíamos hacer juntos. Nacieron allí los primeros objetivos. La alegría llegaba porque se acercaba el fin. Pero también, al medirse en las manos y al apoyarse en el sudor de todos, la vida de la dictadura se hizo más corta.
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Hoy ya no estamos en la gatera, largamos. Ya estamos construyendo la victoria de mayo y de octubre. A lo mejor, quizás, no haga falta una segunda vuelta en noviembre. Ello no debe ser razón de que nos sintamos más seguros, sino de que nos tracemos objetivos que “redoblen” el esfuerzo.
Va a ser, eso sí, una campaña distinta. Sin duda llegará la hora de las grandes asambleas de las que ya ha estado mechada lo que va de la campaña. Pero las recorridas por el país, casa por casa, vecina y vecino, una a una y uno a uno; reuniones en casas de familia, grupos de jóvenes, contacto con grupos de interés organizados; el cara a cara, escuchar y contestar preguntas y formularlas a los interlocutores, van a ser el tono de la campaña.
En lo personal, mi modesto grano de arena ya me llevó a Tacuarembó, Florida, Artigas, Maldonado, Treinta y Tres, San José y partes de Colonia. Me esperan este mes Durazno, Cerro Largo y Lavalleja.
Creo que hay objetivos en que debemos pensar al inicio de este esfuerzo. Uno es tan claro, que tengo la impresión de que ya lo contestamos. La elección de mayo es interna. Sin embargo, no debe dividirnos, si no ayudarnos en la pluralidad de opciones y contribuir a afianzar la unidad interna del Frente. Así está siendo la campaña. Cuando cada uno de los candidatos se ha ido proclamando, los otros tres han estado allí. Han habido, en esta etapa, actos de todo el Frente.
Así fue el tremendo acto de La Paloma (Rocha). El aniversario del acta fundacional del Frente hace 53 años y el acto recordando la primera concentración popular de la fuerza. Yo debo decir que cuando nació el Frente ya militaba, pero no en sus filas. Recuerdo su primer acto. Fui, pero “colado”, a vichar cómo andaba… Sin embargo, está en la naturaleza, en el gen del FA ser síntesis y, por eso, tengo el deber de decir a viva voz, y que los frentistas lo reciban como gratitud, y los que aún no lo son, como una señal: “Nunca me hicieron sentir un recién llegado”.
Pero debo agregar que todos estos actos unitarios, en plena campaña de las internas, aseguran una vigorosa unidad del Frente.
Otra preocupación que debemos tener es que mucha de la gente que se acerca en esta etapa a escuchar y, sobre todo, a ser escuchada, piensa votar al Frente por primera vez. Lo hace dolorida, desilusionada. Creyó y votó creyendo, pero se siente engañada, decepcionada.
Esto no vuelve la tarea de acá a mayo más fácil. Por el contrario, la torna mucho más difícil y compleja. Es tan grande el descontento, que no bastan unas selfies ni mil agencias de imagen para darlo vuelta. Por el contrario, ello pone en cada uno de nosotros un desafío mucho más grande.
No nos tenemos que resignar a que el Frente regrese al gobierno porque, en opinión de la gente, debe irse el Gobierno actual. No alcanza con que pierda la coalición multicolor… debemos ser capaces de entonar con orgullo A redoblar, como en 1979.
O sea, tenemos que tener la fuerza, la credibilidad, la unidad y la cohesión de ganar porque hemos vuelto a despertar el entusiasmo en la gente. Porque logremos que los desilusionados vuelvan a creer, que los que se sientan engañados vuelvan a confiar, para que todos juntos soñemos que las cosas puedan volver a ser diferentes.
Hay que transformar la política en una fuerza constructora; en palabras de Seregni, dejar de lado el agravio al adversario. Sustituir la descalificación por el intercambio de ideas, como pedía Wilson. Los que tenemos el mismo origen y norte debemos sentir que retumban sus palabras cuando dijo “ninguna minoría partidaria (nacionalista) podrá impedir que la tarea unitaria se lleve a cabo. Ojalá estuviéramos todos, pero, si no es así, ello no impedirá que empecemos a forjar, a todos los niveles, la unidad del pueblo uruguayo en sus fuerzas políticas y sociales”.
Tenemos que celebrar el último domingo de octubre con Zelmar, en el año de su centenario. Debemos lograr con él: “Proclamar la lucha, (que) no solo es una voz de acusación y de condena, (sino que) es también la voz de la esperanza y de fe. De esperanza y de fe en nuestra patria, en nuestro pueblo, en nuestra lucha…”.