Muéstrenme a un hombre que no sea manipulable con elogios y que tenga el coraje de oír las críticas y considerarlas un acto de máxima lealtad y les diré que estamos frente a un gran líder.
Sinceramente, ignoro por completo si Yamandú Orsi tiene esa virtud o carece de ella. Como sea, intentaremos aquí resaltar las cosas que consideramos aplaudibles de estos pocos meses de gestión y señalaremos aquello que nos provoca contrariedad. Habría que ser un opositor fanático como para desconocer las cosas buenas que ha hecho este Gobierno; de igual modo, habría que ser un frenteamplista enceguecido como para no ver las cosas que producen desencanto, desilusión y hasta dolor en buena parte de la militancia frenteamplista.
Lo bueno
Neptuno/Arazatí. Enfrentar a una multinacional no es fácil; y rescindir un contrato aprobado por el Gobierno anterior, menos.
En los últimos días de su mandato, y sin el respaldo del Gobierno entrante, Luis Lacalle Pou firmó un contrato con el consorcio Aguas de Montevideo para la construcción de una planta potabilizadora en el balneario Arazatí, en San José. Este proyecto estaba considerado como la inversión más grande de la historia del país en infraestructura para agua potable y tenía como objetivo garantizar, a la población que reside en Montevideo y el área metropolitana, el acceso a este recurso. El problema fue que aquel negocio realizado por los blancos, más que blanco aparecía turbio, por lo que a Yamandú Orsi no le tembló el pulso a la hora de firmar la detención del proyecto.
Luego de una larga negociación con los empresarios, el nuevo presidente logró un acuerdo que evitaría una demanda contra el Estado por rescindir el contrato de manera unilateral provocando daños y perjuicios y lucro cesante. Luis Lacalle Pou no pudo contener su indignación y explotó.
Ahora bien, el punto es que su propio Gobierno encargó en 2024 un informe al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y resulta que la conclusión a que llegaron los técnicos fue que el proyecto Neptuno/Arazatí era menos eficiente y confiable, especialmente frente a eventos de sequía críticos, que el de Casupá, en el departamento de Florida. Además, está claro que el expresidente violó los artículos 47,85,188 y216 de la Constitución de la República al firmar ese acuerdo.
¿Por qué Luis Lacalle Pou hizo lo imposible para sacar adelante un proyecto pernicioso para el país, dejando al nuevo gobierno embretado con una posible demanda? ¿Por qué ese apuro en firmar para dejar al gobierno entrante comprometido cuando todos los informes lo declaraban negativo para el interés nacional desde el punto de vista económico, técnico y ecológico? ¿Por qué tanto enojo ante su desestimación? ¿Para qué contrataron esa auditoría si iban a ignorar el informe en caso de que contrariara los deseos del Gobierno anterior?
Debo confesar que Yamandú me sorprendió gratamente, porque mientras demostraba debilidad en otras áreas, aquí tuvo el coraje de salvaguardar los intereses del país contra viento y marea.
El caso Cardama. Y si el proyecto Neptuno/Arazatí despedía mal olor, el negociado con el astillero español apesta a “comisiones”. Espero que la Justicia investigue a fondo la participación de cada funcionario público y jerarca político involucrado en este escándalo. Espero que se siga la ruta del dinero y levante el secreto bancario de cada partícipe, porque yo no creo en las cometas; pero que las hay, las hay.
¿Estoy diciendo que hubo coimas para llevar adelante este negocio desastroso? No tengo pruebas. Dudas tampoco.
En el libro “El Otro Luis: Crónicas del Desastre”, donde dediqué 400 páginas y cinco años de investigación al gobierno más corrupto de las últimas cuatro décadas, detallé todas las irregularidades de este abuso que casi nos cuesta un centenar de millones de dólares. No los reitero aquí porque todos los medios de prensa lo han tomado como tema del mes; pero me queda una pregunta: ¿Nuevamente iremos tras las responsabilidades de los segundones como Javier García y Armando Castaingdebat o llevaremos a declarar al verdadero responsable de todos los desastres del pasado quinquenio?
¿Por qué los blancos actúan como abogados defensores de una empresa extranjera privada en lugar de defender los intereses de su patria? Esto no es nuevo. Ya pasó antes con la española Focoex, durante el gobierno de Lacalle I y, más recientemente, cuando el colorado Isaac Alfie viajó a Estados Unidos para declarar contra Uruguay y a favor de la minera Aratirí.
¿Qué vínculos tiene el Partido Nacional con empresarios españoles? Recordemos que fue en ese país donde Javier García compró los destartalados aviones Hércules dilapidando millones de dólares de los uruguayos. Claro, también beneficiaron a correligionarios uruguayos. No olvidemos las compras realizadas a Vertical Skies y la trama que llevó al jefe del Servicio de Seguridad Presidencial Alejandro Astesiano a la cárcel. Como siempre, su jefe quedó libre de culpa y pena, gracias a una fiscal que lo adoraba.
Yamandú actuó con seriedad y honestidad y cortó por lo sano, llevando el caso Cardama a la Justicia, pese a los gritos histéricos de la oposición y la nada disimulada indignación de su antecesor.
Tabacaleras. La tercera medida que me sorprendió para bien (no me la esperaba) fue la firma de un decreto que prohíbe a las tabacaleras acceder a beneficios tributarios de Ley de Inversiones. La calentura de Luis es indescriptible.
Lo recuerdo en enero de 2024 paseándose en el yate de la familia Mailhos, dueña de Montepaz, empresa señalada en Colombia como la principal proveedora de tabaco ilegal. Luis Lacalle Pou benefició a las tabacaleras con dos decretos (uno anulado por la Justicia), lo que nos llevó, en noviembre de 2023, a perder 60 lugares en el ranking mundial del Centro de Interferencia de la Industria Tabacalera, bajando del puesto número 7 al 67 entre 90 países analizados. Las tabacaleras le dieron miles de dólares para su campaña y él devolvió el favor con decretos pro tabaco que modificaban la normativa aprobada en 2019, cuando gobernaba Tabaré Vázquez.
Yamandú les aguó la fiesta.
Y hubo otras cosas muy positivas, como lo que se está haciendo en el INISA (lo profundizaremos en otra nota), el establecimiento de 90 de 100 medicamentos faltantes en farmacias de ASSE, la eliminación del visado a China o la ampliación de las becas Butiá para estudiantes de educación media pública; pero pasemos a lo otro.
Lo malo
Los coqueteos del Gobierno con la derecha nacional e internacional justifican que los analistas más serios y creíbles de este país se pregunten si Orsi gobierna más para la derecha que para la izquierda, o si acaso en su afán de ganar votos por un lado no los pierde por el otro.
Los elogios del ministro de Economía a los supuestos resultados macroeconómicos de la gestión de Javier Milei hicieron arder las redes sociales el 17 de junio; pero eso fue poco comparado con el estallido que provocaron sus palabras sobre la victoria del oficialismo en Argentina el domingo pasado.
Para los economistas conservadores, el abatimiento del déficit fiscal y el control de la inflación son su máxima aspiración; pero para quienes tienen una visión humanista y de izquierda sobre la economía, lo importante es definir a quiénes exigir el sacrificio, si a los más fuertes o a los más débiles. Milei es un psicópata que hace apología del egoísmo. Cualquier elogio a su modelo es un insulto a los millones de personas que padecen miseria en Argentina.
Paralelamente, duele ver que no hay señales de que se vaya a cambiar en profundidad este injusto sistema concentrador de la riqueza. El Frente Amplio no nació para administrar este modelo económico; nació para cambiarlo; sin embargo, nadie cree que se busque un cambio sustancial del mismo.
Que el ministro de Milei Federico Sturzenegger fuera invitado por el BCU a las Jornadas Anuales de Economía (en principio como la estrella del evento) fue una señal nada esperanzadora para quienes sueñan con un gobierno de izquierda.
Lo feo
Que nuestro presidente recibiera al imperialista Tony Blair fue un latigazo sobre la espalda de los frenteamplistas más leales.
La excusa de la visita fue que el británico está al frente del Tony Blair Institute for Global Change (TBI), vino por un evento a la Argentina y, de paso cañazo, aprovechó para visitar a Paraguay y Uruguay. La verdad es que está haciendo lobby, buscando apoyo internacional para cuando Donal Trump lo ponga al frente del protectorado en Gaza. Detrás de esta organización está el multimillonario Larry Ellison, el segundo más rico del mundo y principal aportante del Ejército criminal israelí.
La recepción no estuvo ajena al anuncio realizado poco tiempo atrás por el canciller Mario Lubetkin al programa Desayunos Informales vía telefónica desde Estados Unidos sobre la llegada del Centro Adam Smith a Uruguay. Si bien no hay nada concreto (el anuncio ratificado en la página web de la Presidencia fue retirado), los militantes sumaron otro motivo de desazón.
Duele ver que hemos dejado solos a Petro, Lula y Boric contra el abuso imperial. Duele ver que minimizamos la gravedad del despliegue de fuerzas aéreas y navales estadounidenses en el mar Caribe meridional.
Duele que se llame “guerra” o “conflicto” a un genocidio.
Duele que nuestro Ministerio de Defensa mantenga un tratado de cooperación en seguridad y defensa con un régimen criminal.
Duele que al reclamarse la liberación de los rehenes solo se haga referencias a los que tiene Hamás, y no a los que tiene Israel. Según la BBC de Londres (que no es Granma ni Rusia Today ni Al Jazeera), por cada rehén que tiene Hamás, Israel tiene 30. Hablamos de personas detenidas ilegalmente, sin debido proceso penal; la mayoría menores de edad. De ellos no se habla.
Duele cuando se dice que una cosa es el Gobierno y otra la fuerza política. Duele cuando que luego de rompernos el alma para elaborar entre todos el programa del Frente Amplio, que es nuestro contrato con la ciudadanía, ahora se considere que no es imperativo, sino un conjunto de sugerencias.
Duele ver un esfuerzo desmedido por quedar bien con Dios y el Diablo, porque en la vida, a veces, hay que jugársela y tomar partido.
Hace pocos días un analista de primera línea me dijo: “La ventaja que tiene el FA, y puede adormecer a su dirigencia, es que hacia la izquierda el FA no tiene competencia. No hay a dónde ir para los que se quieren ir. Unos pueden ir al voto en blanco, pero otros directamente se quedan, sin ganas, pero se quedan. Y eso a la dirigencia le da tranquilidad. Me refiero no solo al FA, sino a un fenómeno que se ha visto en muchos países”.
Cuidado con esto.