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Columnas de opinión | partitura | atentado | opereta

Opereta

Crónica de una partitura anunciada

Hay una ley no escrita sobre posibles objetivos opuestos de todo atentado: se busca eliminar a un enemigo real o se intenta afianzar a uno ficticio.

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En la historia de la música, la ópera nació como un género que combinaba las diferentes artes existentes. Basado en la orquestación de música sinfónica, discurre un texto dramático cantado por coros y solistas con diferentes registros vocales de hombres y de mujeres, sin faltar los castrati y sus falsetes sustituyendo a las damas. Contiene oberturas grandiosas, interludios como remansos con emotivos recitados o sublimes arias. Todo acompañado con lujosos vestuarios, escenografías cambiantes y movimientos escénicos deslumbrantes bajo las luces de escenarios con plateas lujosas y balcones en los que las clases altas se lucían para mantener el estatus.

La ópera implica una estructura dramática y una logística teatral sofisticada con la que el poder exhibía su dominio, orgulloso por esa veneración a su intrínseco mecanismo de exhibición funcional al sometimiento de todas las clases subalternas. Tales objetivos exigen habilidades superiores y una puesta en escena a la altura de las circunstancias.

Opereta

Pero en cierto momento surge la opereta, cuyas definiciones clásicas la describen como un género derivado cuya función principal consiste en narrar una trama inverosímil y hasta disparatada. Consta de recargados diálogos y la intercalación de músicas y suele estar vinculada a danzas y bailes más populares, con movimientos escénicos ligados al mero entretenimiento y donde toda gestualidad parecería querer ocultar un refinamiento del que se adolece. El carácter mimético se impone, como si acaso estuviera constantemente imitando lo que no es o lo que no puede ser.

La opereta recibió ese nombre, un diminutivo en italiano, y comenzó a usarse para describir una ópera de menor porte, más corta y mucho menos ambiciosa. Lejos de la fastuosidad, ofrece un espectáculo menor, no para las élites siempre deseosas de mantener su distancia social y cultural, aunque hayan caído en desgracia, sino especialmente dirigido a un público masivo mediante un montaje accesible y fácil de digerir.

Posteriormente, la opereta derivó hacia su variante buffa, es decir, la bufonada cargada de comicidad que a menudo implicaba una comedia engañosa, revestida de una atracción que no tardó en volverse parodia. Así, esquemáticamente, se puede decir que la función de la opereta era la de entretener a las masas mientras que la élite se dedicaba a las grandes óperas, en el sentido artístico, pero también en la más literal acepción económica de obra, en tanto producción legal o ilegal de bienes y servicios de una sociedad capitalista que abandonó la acumulación originaria para desplegar los mayores afanes de la clase dominante.

Obertura

Hay una ley no escrita sobre posibles objetivos opuestos de todo atentado: se busca eliminar a un enemigo real o se intenta afianzar a uno ficticio. Este análisis simple no demuestra que un atentado es verdadero o falso, tan solo recuerda que uno de ambos postulados es posible o, incluso, los dos. Que algún grupo criminal atente contra la vida de quien los combate es algo sencillo de comprender y la historia está repleta de tales episodios. Pero que algún grupo intente blindar políticamente e instalar en un lugar de poder a un enemigo que no es tal, o que no lo es tanto, también es una estratagema viejísima que muchas veces da resultado. Semejante sospecha no implica que Ferrero no combata al narcotráfico, sino que cae sobre la reacción vertiginosa de dirigentes de la oposición que, aparte de la justa solidaridad con Ferrero, se apresuraron a exigir que la fiscal subrogante sea designada fiscal de Corte y procurador general de la nación.

Nadie puede negar que desde la noche de los tiempos ciertos personajes o grupos con poder fáctico aplican este antiguo modus operandi. Desde lejanos clanes, pasando por cofradías o logias, pero también congregaciones, hermandades, círculos y agrupaciones. Hasta la palabra club a veces configuró una asociación para delinquir, aunque obviamente los grupos más estigmatizados terminaron siendo la canalla, la mafia, la camorra, la yakuza y sus muchos nombres en cada cultura del hampa en las más diversas sociedades.

Claro que no faltarán quienes agreguen términos como gobierno, partido, comisión, célula, o incluso títulos asociados al capital: empresa, compañía, trust, cartel, negocio, firma, corporación. También las de origen militar como ejércitos, comandos y escuadrones de la muerte o la muy religiosa congregación, como la sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, de cuña papal, heredera de la tenebrosa Santa Inquisición.

Recitado

Ante el atentado a la fiscal subrogante, está muy bien la mayor protección sobre su persona, pero a condición de proteger a tantas y tantos otros fiscales y, sobre todo, a la Justicia para que actúe mejor con más recursos y mejores resultados. Entre ellos, para que revierta la encarcelación de pobres en condiciones de hacinamiento mientras los delincuentes de cuello blanco siguen impunes o reciben condenas menores a sus múltiples daños causados, y son privados de libertad en condiciones de lujo. Allí está Conexión Ganadera con su tendal de víctimas y victimarios entre algodones, o directamente en residencias fastuosas, más la oportuna opacidad del sistema financiero que encubre los millones escondidos a la espera del fin de sus menguadas condenas establecidas por una aberrante desigualdad de penas remedando la terrible desigualdad de clases.

Interludio

Lo que también salta a la vista es que la casa de la fiscal era custodiada de manera poco profesional. Porque este tipo de operaciones tiene varios objetivos complementarios, pero uno es transversal a todos: se trata de infundir el miedo en una sociedad para que se deje de perseguir a ciertos delincuentes y se haga la vista gorda a ciertos negocios que funcionan mediante el prolijo lavado de dinero sucio. Porque el crímen organizado es una industria más y se mueve en el marco de la ilegalidad, pero también de la legalidad capitalista que sacraliza la propiedad privada, con su sacrosanto secreto bancario tan venerado por los mismos que cacarean. Porque a la hora de proteger y promover tan lucrativos negocios, hasta se bendice la libertad de comercio que tantos reclaman cuando piden a gritos bajar el costo del Estado, o que casi desaparezca en esa suerte de paraíso anarcocapitalista que es la ley del más fuerte desde que unos se apropian del trabajo de los demás.

Duo en falsete

Individuos ingresan por los fondos de la casa de la fiscal atravesando muros sobre un tablón. Ya dentro del predio disparan un par de balas hacia una ventana y lanzan una granada que no causa gran cosa. La operación no tiene el objetivo de dañar a nadie sino de instalar el atentado como un hecho político, más que militar.

Se habla de un trabajo de inteligencia y hasta de una logística del crímen organizado. En verdad, establecer una rutina para vigilar la casa está a la altura de cualquier matón de barrio con algún negocio al menudeo. O sea, por parte de cualquiera de los grupitos que hoy, y desde hace mucho, operan abasteciendo al mercado autóctono que consume en la periferia pobre pero, sobre todo, en los barrios de alta alcurnia y poder adquisitivo.

Coro

Ferrero merece toda la solidaridad y protección, la que también se le debe a tantas y tantos otros que trabajan en la Justicia y están tanto o mucho más expuestos cotidianamente. Todo el sistema político debe ser claro y contundente, a condición de terminar con la hipocresía y legislar con valentía, inteligencia para combatir el crímen organizado y cumplir con prácticas que extirpen su relación con campañas electorales opacas, por no decir totalmente oscuras.

Por ejemplo, hay excandidatos presidenciales que aún deben probar el orígen de los dineros que regaron su zafra electoral. Los cubre un manto de sospecha que, hasta que no lo hagan, les quita legitimidad política, por más que se rasguen las vestiduras hablando de la corrupción o de perseguir el narcotráfico. En Argentina, el principal candidato de Milei, José Luis Espert, acaba de caer por eso. Aquí se debería desatar un proceso similar para impedir que el encubrimiento y una Corte Electoral inoperante permitan que se mantengan encaramados en las esferas del poder, por más musculatura que exhiban.

Aria final

Otra sospecha recae sobre la inmediata vinculación al clan Marset como el autor del atentado. Marset está libre y está prófugo con la complicidad de muchos. Tanto por su pasaporte express como por el bochornoso blindaje mediático proporcionado para cubrir las implicancias del gobierno de la Coalición Multicolor, una orquesta blanca dirigida por la batuta de un presidente que le fue soltando la mano a cada uno de sus solistas. Pero de Marset también hay que sospechar si, acaso, no es una silueta que cubre a otros mientras capta la atención sobre su figura. Porque, ya que estamos con la ópera y las operetas, a ese tipo de personajes se les suele brindar un escenario adecuado para que se muevan en la escena y atraigan las miradas mientras la acción fluye por otro lado. Se sabe, a su tiempo, cuando cae el disfraz y las máscaras, lo sacrifican en plena actuación para que se lleve las culpas y surja un nuevo villano. Porque la función debe continuar.

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