Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columnas de opinión | blancos | Lacalle | Bianchi

Todo es más oscuro

Cuando gobiernan los blancos

Primero Lacalle asumió con el lema "hacerse cargo"; pero luego cada irregularidad, delito o escándalo es culpa de un partido que hace rato no está en el poder. 

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Primero, el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, firmó un decreto el 21 de junio de 2021 para que el médico cirujano Bruno Szyferman tuviera un “ingreso excepcional” a Uruguay (pese al cierre de fronteras por la pandemia) “por razones de necesidad impostergable y de carácter urgente”. Se trataba de una cuestión de Estado: el presidente Lacalle Pou estaba perdiendo el pelo. Sin embargo, luego se dijo que su ingreso fue por otro tema, una franquicia que, casualmente, nunca se concretó. Finalmente, y según Delgado, la culpa era de los que intentaban “farandulizar la política”.

Primero se iba a construir una ciudad universitaria; pero al final se inauguró un hogar estudiantil, ni siquiera un pueblo, ni una villa, ni un barrio. Finalmente, la culpa es de los negativos que viven criticando las obras espectaculares del gobierno.

Primero dijeron que estaban listos para gobernar y tenían lista una reforma educativa; pero luego 30 inspectores abandonaron el curso de capacitación sobre dicha reforma por considerar que existe “mucha confusión y escasa información porque los planes y programas aún no están prontos”. La culpa es de los zurdos, que han copado las instituciones educativas.

Primero estaba bien dar un beneficio a la empresa de Isaac Alfie; pero luego no.

Primero estaba mal que Charles Carrera le diera atención gratuita en el Hospital Policial y tickets a un discapacitado; pero luego no estaba mal que el intendente de Rocha le diera un puesto como premio (sin sorteo, ni concurso ni llamado) inmediatamente después de haberse prestado para atacar al senador frenteamplista. Estaba mal gastar dinero del Estado en una persona; pero bien que Argimón gastara 18.000 dólares en dos cuadros.

Primero se dijo que construirían 50.000 viviendas; pero luego resulta que la promesa no era más que una expresión de deseo. La culpa es de los imbéciles que toman todo en forma literal.

Primero el candidato presidencial Luis Lacalle Pou prometió no tocar la edad jubilatoria; pero luego sus asesores le explicaron que sí debía hacerlo. Manini Ríos prometió no escudarse en los fueros; pero luego le explicaron que los fueros no son suyos, sino de la cámara. La culpa es de quienes no comprenden el concepto de flexibilidad.

Primero Graciela Bianchi criticó las faltas del senador Danilo Astori y exigió su renuncia; pero luego, cuando le preguntaron por las faltas del senador Juan Sartori, dijo que “sería una atrevida si pidiera su renuncia”.

Primero fue otro país el que pagó el pasaje de Loly a Emiratos Árabes; pero luego fuimos nosotros, pese a que en Uruguay no existe el cargo de primera dama.

Primero la senadora Graciela Bianchi cuestionó a Eduardo Preve (director del informativo de TV Ciudad) por “su manera de informar” y narró que durante la pandemia se había encargado de él, dejando claro que había influido para que lo despidieran de Canal 10, donde dirigía Subrayado. “Yo me encargué de él”, dijo con claridad; pero luego parece que no fue así y la culpa es de los “panfletarios” que interpretaron sus palabras de tal manera.

Primero Lacalle asumió con el lema “hacerse cargo”; pero luego cada irregularidad, delito o escándalo es culpa de un partido que hace rato no está en el poder.

Primero Astesiano era jefe de Seguridad Presidencial; pero luego no. Primero Lacalle Pou no sabía de su prontuario; pero luego sí y después no y ahora quién sabe. La culpa es de Bonomi.

Primero Lacalle dijo que la mortalidad infantil había aumentado con el Frente Amplio; pero luego Gabriel Pereyra le demostró (gráfica en mano) que mentía.

Primero el INA informó que la pobreza infantil había aumentado al 22,5%; pero luego Lacalle nos explicó que eso era “una lectura”.

Primero Maya Cikurel era pareja del ministro; pero luego no.

Primero estaba mal lavar dinero; pero luego facilitaron la tarea de los lavanderos con la LUC.

Primero Betingo era “un buen muchacho”; pero luego nadie lo nombra. Para Darío Pérez los blancos eran corruptos; pero luego no. Para los blancos China era una dictadura: pero luego no.

Primero las milanesas más caras del mundo las pagó el Ministerio de Relaciones Exteriores; pero fue un error y las pagó el ministro con dinero de su propio bolsillo. Primero Bustillo tomaba café de 51.300 pesos el kilo; pero luego fue un error en la factura. Primero se gastaron 4.000 dólares en 10 engrampadoras; pero luego fue un error de alguien, aún no se sabe de quién, pero no de ellos.

Primero los combustibles no debían subir e incluso debían bajar; pero luego subieron varias veces hasta que ahora, felizmente, el precio de los mismos se calcula de acuerdo a la magnitud de cada escándalo, por lo que algunos malpensados han sacado cuentas y dicen que para mediados de 2023 la nafta se entregará gratuitamente.

Primero se recuperó solo el 2% del contenido del celular de Astesiano, ya que era muy costoso el procedimiento y tardaba mucho tiempo; pero luego (al día siguiente) se había recuperado el 100% gracias al software UFED traído al país. Resulta que tenemos la misma tecnología que el mismísimo FBI; pero ¿quién trajo esto a Uruguay? ¿Larrañaga? Nop. ¿Heber? Nop. Fue un tal Eduardo Bonomi en 2018.

Primero la fiscal viajó a Europa, en medio del caso más importante de su carrera, dejando documentación importante sobre el tema en su casa y con los folios gritando “róbennos, por favor”; pero luego aclaró que la dejó en Montevideo, aunque sin aclarar en qué parte.

Primero Beatriz Argimón confesó que en Torre Ejecutiva se escuchaban todas las conversaciones telefónicas; pero luego supimos que Astesiano operaba a pocos metros del presidente sin que nadie lo escuchara. Delincuentes siempre hubo; pero no tenían una oficina en el cuarto piso de la Torre Ejecutiva hasta que llegaron los blancos. Narcos también; pero con Heber van y vienen tranquilos, como Sebastián Marset.

Primero Martín Lema llegó al Mides para luchar contra la pobreza; pero luego terminó luchando contra los pobres.

No está mal que Pablo Sitjar sea director del BROU mientras demanda al Estado por 50 millones de dólares, ha sido multado dos veces por el Banco Central, embargado por la DGI y acusado de “justicia por mano propia” por la Dirección Nacional de Casinos; pero es horrible que Óscar Andrade debiera (ya no) cerca de 50.000 pesos uruguayos de contribución inmobiliaria.

Primero está mal que un presidente latinoamericano busque la reelección (a menos que sea Bolsonaro); pero está bien si es europeo o estadounidense y viajan miles de kilómetros para honrar el cadáver de una mujer que estuvo 70 años en el poder.

Primero Lacalle Pou criticaba el uso de los vehículos oficiales y prometía corregirlo; pero luego su jefe de Seguridad Presidencial ofrecía a los rusos ir a buscarlos en ellos al aeropuerto.

Primero el Partido Nacional celebró una participación excelente en las elecciones juveniles; luego supimos que, por lo menos en Maldonado, ofrecían 100 pesos a quien pasara a votar.

Está mal atacar física o verbalmente a quien irrumpe con su vehículo en una concentración de protesta contra el gobierno; pero no está mal preparar la trampa con un militante colorado, con todo listo para filmar, llegar, provocar y luego victimizarse. Siempre hay giles que caen en estas maniobras, y mientras haya giles, la derecha las continuará perpetrando.

Primero Gerardo Sotelo dijo que en Brasil había ganado un ladrón; pero luego la culpa fue nuevamente de los idiotas que toman todo de manera literal. A Lacalle le molestó lo que hizo, ya que, como responsable de los medios públicos de Uruguay, lo pone en un compromiso diplomático; pero no le molestó que Graciela Bianchi dijera cualquier barbaridad sobre el triunfo de Gustavo Petro.

Primero Daniel Salinas niega la falta de medicamentos; pero luego la senadora demuestra de manera contundente que faltan psicofármacos.

Primero Antonio Maeso lamenta que celebremos la victoria de Lula y asegura que ellos no hubieran celebrado el triunfo de Bolsonaro; pero antes, cuando sí ganó él, varios referentes de la coalición gritaron eufóricos hasta quedar afónicos. Estuvo bien celebrar la victoria del psicópata; pero está mal celebrar hoy la victoria de alguien a quien le hicieron los mismo que a Wilson Ferreira Aldunate: tenerlo preso para que ganara el candidato de los militares.

No hay caso; todo es más oscuro cuando gobiernan los blancos.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO