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Columnas de opinión | antiimperialista | Biden |

Donald Trump

El antiimperialista menos pensado

El horror de Trump fue chauchas y palitos comparado con los siete países bombardeados por Obama o la tercera guerra mundial que Biden está propagando.

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El expresidente estadounidense y candidato a ocupar de nuevo la Casa Blanca, Donald Trump, arremetió contra el estamento político-industrial-militar de EEUU, denunciando su corrupción y obsesión por involucrarse en conflictos bélicos ruinosos. “El aparato industrial armamentista es un ente corrupto que maneja los hilos de la Casa Blanca -dijo-. Hay que limpiar urgentemente Washington de los belicistas y lobistas que buscan meter a Estados Unidos en conflictos armados pero después no saben cómo salir de ellos. Necesitamos deshacernos de los belicistas, de los globalistas y de la acción del Estado profundo en el Departamento de Estado y en el complejo militar industrial. Yo fui el único presidente que rechazó el catastrófico consejo de muchos generales, burócratas y los así llamados diplomáticos que solo saben meternos en conflictos, pero no saben sacarnos de ellos. Aquí, en Estados Unidos necesitamos deshacernos del stablishment globalista corrupto, que ha arruinado cada decisión de política exterior durante décadas, como en el caso de Irak y otros lugares del mundo, lo que nos ha llevado al borde de una tercera guerra mundial”.

¿Loco, estratega electoral o antiimperialista sincero?

El abominable secreto de Obama

Fue en el jardín de la casa de un amigo de mi generación, llamada “Generación 83”. Estaba reunido el grupo Uytopías para proponer programa a Tabaré Vázquez, entonces presidente de la República Oriental del Uruguay. Era enero de 2008. En una pausa de la reunión, salimos al jardín a tomar un vino, comer unas pizzas y empanadas y charlábamos en grupetes de a tres, cuatro o cinco, distendidos. Me había arrimado a un grupete de cuatro viejos conocidos, pero no participé de la charla, porque estaban hablando de Obama con entusiasmo tan desbordante y categórico que me expulsó de la cofradía.

El grupo más próximo era de tres. También los conocía a todos de cuando fundamos Asceep. Me acerqué y un antiguo agitador de extrema izquierda estaba diciendo:

¡Totalmente! ¡Si Obama hace la revolución mundial, estamos con él!

Alarmado busqué al grupo más numeroso. Conmigo seis. El tema era el mismo: Obama.

Su identidad es Clark Kent -dijo un excomunista; pensé que se estaba burlando, pero prosiguió-, porque solo Superman hubiese podido proponerse un cambio de mundo tan radical. Y nadie rió; todos cabecearon afirmativamente en serio. Me alejé a apurar mi copa recostado a un árbol, solo. “El tiempo pasa, nos vamos poniendo idiotas, ¿o todos se concertaron para tomarme el pelo?”.

Recuerdo que traté de recordar, “¿de dónde conozco a esta manga de tarados o infiltrados de la NED? ¿Trabajé yo en la Usaid alguna vez? Milité en la FEUU y en la Asceep, ¿qué significaban? ¿Futuros Engrupidos Usamericanos del Universo? ¿Activistas Somnolientos Con Eterno Espíritu Pequeño-burgués?”. Vacié mi copa, fui a dejarla sobre una mesita donde había platos con pizzas y otras copas vacías y allí, se me acercó otro viejo amigo, masticando exultante y, entre bocado y bocado de empanada, me preguntó, “…y vos, ¿qué opinás de Obama?

Aquel enero de 2008, mantuve la calma, miré a mi alrededor, comprobé que nadie nos observaba, pasé a mi amigo un brazo por los hombros y nos alejamos varios pasos de los demás, por las dudas. Entonces le dije al oído, en un susurro:

Es el presidente de Estados Unidos.

“Biden Delano Roosevelt”

Por eso no me extrañó oír ocho años después a un economista máster de la Cepal, de cuyo nombre no quiero acordarme, en seminario de ámbito académico internacional, decir que “Joe Biden es el nuevo Roosevelt”.

Y aquel año lo repitieron casi todos los “analistas” hasta la saturación. Es más. Cambió de nombre. Pasó a llamarse J.R. Biden, porque a Roosevelt le llamaban F.D. Roosevelt. Vamos a empezar por el muerto. Roosevelt fue un verdadero ganador de guerras, un desembarcador de marines, un ocupante y neocolonizador hecho y derecho, nos debe más de veinte medallas a Somoza, un solo El Salvador asesinado, los sabotajes a Lázaro Cárdenas…. Roosevelt captó mil seiscientos científicos nazis, espías nazis, servilletas militares nazis, que huyeron por el “pasillo de ratas” cuando el 2 de abril de 1945 los soviéticos entraron en Berlín; Roosevelt ganó sin transpirar el caballo. Roosevelt transfirió el producto del negociado del comercio desigual y del comercio de deuda, del gran garrote y del expolio de su “patio trasero” (AL) y de sus neocolonizados afros y asiáticos, a un New Deal yanqui sostenido, porque Roosevelt además tenía oro, oro de verdad, oro físico, la mayor economía del mundo, la mayor fuerza armada del mundo e hidrocarburos suficientes respaldando sus dólares.

Todas las guerras que continuó o inició Obama, sin ganar efectivamente ninguna, Biden las estancó o las perdió (dijo bien Trump). Imprime noche y día trillones de dólares sin respaldo para aprovechar cada minuto antes de que exploten las otras burbujas y la inflación se vaya al mismísimo dilema de Triffin (los dólares terminaron en China que los cambió por oro). No se encuentra J.R. en mejor situación que Obama, ni en distinto rol. Subtítulo aparte, lo único que tiene Biden de Roosevelt es que se peina a la gomina. Tan harto está el pueblo yanqui de tirar decenas de miles de millones de dólares en Ucrania, que Trump aprovecha a mostrarse pacifista. Trump sabe de qué habla. En 2019 tuvo que apagar todas las luces para descender de noche en helicóptero a la base cerrada donde quedaron atrapados en Irak. En 2021 vio a los soldados de Biden agarrarse de las rueditas de los aviones que partían de Kabul expulsados de Afganistán. Trump quiso invocar contra Venezuela el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que Estados Unidos violó atacando con Inglaterra a Las Malvinas en 1982), pero comprendió a tiempo que si entraba en Venezuela, no salía. Entonces se dedicó al show mediático (pagando invasiones fallidas, que a mayor intensidad, más fallidas resultaron)…

“¡Fuera EEUU de EEUU!”, le escribieron en un muro, contra el toque de queda en USA, tras la amenaza de Trump de desplegar al Ejército en las calles, contra el Black lives matter, las protestas antirracistas de 2020.

“¡USA sí, yanquis no!”, cantaban, “¡yanquis leave home, yanquis leave home!”…

No. Por favor, Déjenlos ahí y llévense de vuelta a casa los que están en las más de 800 bases militares que tiene EEUU por el mundo. Total… no son tiempos de toma de puertos, desembarcos de marines, abordaje y ocupación. Con Trump probaron en Venezuela para terminar mordiendo la arena de Chuao. De Iraq los echaron. Todavía no se fueron, pero los echó el parlamento, el primer ministro y los misiles iraníes. De Afganistán también. Se fueron perdiendo el control de la amapola. En Libia no juegan más; el juego es entre rusos y turcos de cada lado de las fuerzas libias divididas. En Siria les hace un lugarcito el ISIS en el nordeste, pero no va a durar mucho. Erdogán, Raisi y Putin se pusieron de acuerdo en Teherán, el 20 de julio de 2022, para echarlos.

A Europa, en tiempos de Trump, iban a robarle mascarillas y respiradores y a sobornar laboratorios para quedarse con la torta de la vacuna contra la Covid. Estafaron a Francia con la venta de submarinos nucleares a Australia. En setiembre le volaron los Nord Stream a Alemania en el atentado más grande y ecocida de la historia. No hay guerra que ahúme el fiasco que EEUU está haciendo de Europa. Le está robando las empresas (unas se deslocalizan hacia EEUU y otras hacia China), la está desplumando con el gas licuado, y encima le hace pagar la mitad del costo de la guerra de Ucrania.

Ni los alemanes ni los franceses ni los italianos quieren a USA ya de aliada, según una encuesta a cinco meses de la Operación Z. La aprobación a USA en la opinión pública europea cayó más de veinte puntos en cada país, tanto como subió China. Lo confirmaron los resultados electorales de febrero en Berlín e Italia. En Francia crece la movilización contra la guerra. En Alemania también.

Sí, es cierto que Donald Trump optó por desechar el mediano plazo de una causa imperialista perdida, replegó tropas en Medio Oriente y dialogó con Putin, con Xi Jinping y con Kim Yong-un, concentrándose en el corto plazo en recuperar la economía yanqui.

Su “primero América” no fue exactamente un “back home” pero se volvió incluso una terrible amenaza para América La Nuestra cuando los “demócratas” le ganaron la cámara de diputados, los dueños del aparato industrial armamentistas lo festejaron explícitamente y los tres halcones más caricaturescos de la historia, Pence, Pompeo y Bolton, le propusieron a Trump una salida cesarista contra Cuba. El recrudecimiento del bloqueo que Biden mantiene tal cual lo recrudeció Trump.

Aparte de eso, 20 Tomahawks contra un aeropuerto en desuso en Siria. La Boabab (la bomba madre, la mayor después de la atómica) contra la montaña en Afganistán, el asesinato de Soleimaní, el traslado de la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén azuzando el conflicto contra el pueblo palestino, que Biden no ha dejado de azuzar y la guerra comercial a China, siguiendo el “pivot hacia el este” de Obama, que Biden no ha dejado de incrementar, agregándole mayores provocaciones en Taiwán. El horror de Trump fue chauchas y palitos comparado con los siete países bombardeados por Obama o la tercera guerra mundial que Biden está propagando. Es absolutamente cierto que Trump fue el menos imperialista de todos los presidentes de EEUU desde la doctrina “demócrata” de Monroe en 1823. Fue el único que calificó de “disparate” el presupuesto militar y lo hizo estando en ejercicio (un presupuesto de 100.000 millones de dólares menor al actual) y tiene la honestidad intelectual de señalar Irak, es decir: a Bush, de su partido “republicano”.

¿Pero qué te puedo resumir? La frase más importante de la historia universal no la dijeron los dioses ni los filósofos ni los grandes artistas. La dijo el Che:

“A los yanquis no hay que creerles ni un tantito así… nada”.

Ni siquiera cuando dicen la semejante verdad que Donald Trump ha dicho.

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