La mala alimentación, además de las disfuncionalidades cognitivas propiamente dichas, deviene en apatía, desgano, irritabilidad, nerviosismo, cansancio, depresión y falta de concentración.
Según estudios e investigaciones científicas, el cerebro termina de desarrollarse entre los 25 y los 30 años de edad. Por ende, la adolescencia, fundamentalmente la temprana, es un período clave en ese proceso en el que aumenta la velocidad de conexión de las redes neuronales. En efecto, ese tramo etario es vital, ya que constituye la segunda oportunidad (la infancia es la primera) para formar adultos saludables, independientes, autónomos y adaptados a la sociedad.
Empero, para lograr ese desarrollo se requiere una alimentación completa en nutrientes, que debe necesariamente incluir proteínas, grasas, hidratos de carbono, calcio, vitaminas, hierro y zinc. Traducido al lenguaje corriente, un chico que está transitando la adolescencia debe consumir leche y derivados lácteos, carnes, huevo, pescado, leguminosas, frutas, verduras y cereales.
Cálculos mal hechos, cálculos engañosos
¿Alguien supone que los 350.000 pobres que hay en Uruguay, 60.000 más que en 2019, pueden adquirir estos alimentos? Pese a que desde el Gobierno se afirma que el poder de compra de los uruguayos superó al de 2017, las investigaciones demuestran todo lo contrario. Los cálculos están mal hechos o son engañosos.
En efecto, una encuesta realizada por la Corporación Andina de Fomento (CAF), que se conoció en marzo pasado, afirma que el 63 % de los uruguayos no llegan a fin de mes. Ello representa más de dos millones de personas, quienes con sus ingresos no pueden cubrir sus gastos de alimentación, vestimenta y vivienda, entre otros rubros muy relevantes. A raíz de esta situación, sin dudas crítica, el 77 % de los uruguayos ajusta radicalmente su presupuesto y recorta gastos, mientras que el 47 % recurre a trabajar en dos o tres ocupaciones. Sólo el 15 % de la población manifiesta tener ingresos suficientes para cubrir la canasta familiar.
Estos indicadores son congruentes con cifras del propio Instituto Nacional de Estadística y apoyados por el Instituto Cuesta Duarte, las cuales señalan que 550.000 trabajadores uruguayos perciben menos de $25.000 mensuales (100.000 más que en 2019), lo cual equivale a más de un tercio de los empleados registrados en el BPS, y que 160.000 jubilados cobran menos de $18.000. Incluso, un 21 % del personal ocupado, que son más de 300.000 trabajadores, no está registrado en el sistema de seguridad social y, por ende, percibe incluso menos que el salario mínimo nacional, que actualmente es de $22.268.
Asimismo, el último informe de la consultora Exante, que contrasta 2022 con 2023, afirma que el 32 % de los uruguayos, casi un tercio de la población, se autopercibe como pobre, porque con sus ingresos no cubre sus necesidades. Es decir, que todos los informes desmienten los números del Estado y que el poder de compra de los uruguayos sólo aumentó levemente en los hogares situados en el quintil 5, que corresponde a los núcleos familiares con ingresos de más de $200.000.
En primer lugar, si se considera el contraste con los datos correspondientes a 2022, lo que emerge es una mejora generalizada para todos los quintiles, que en promedio arroja un incremento del 3 %. En otras palabras, el ingreso de los hogares en 2023 superó al de 2022, pero el mayor avance se registró en los hogares del 20 % más privilegiado, acentuando las desigualdades.
No obstante, los contrastes más importantes quedan en evidencia al comparar la situación de 2023 con la de 2019. En este caso, el ingreso promedio de los hogares aumentó apenas un 0,8 % y esa mejora se explica únicamente por lo percibido por los hogares más pudientes, dado que para el resto de los quintiles se registró un retroceso en materia de ingresos. Para tener como referencia, la comparación de los dos extremos de la distribución muestra una caída de 2,4 % para los hogares más pobres (quintil 1) y un salto de 3,6 % para los más ricos (quintil 5).
En otro orden, una medición de pobreza aplicada por BID, que se enfoca sólo en lo laboral, también desnuda un complejo panorama. En este caso, la línea está determinada por una canasta básica alimentaria y computa exclusivamente el ingreso de los hogares por trabajo. Bajo esta metodología, el 28 % de las familias estaba en situación de pobreza en 2023.
¿Cuál es la situación de los adolescentes?
Con este panorama es poco factible que los adolescentes de los quintiles 1 y 2, que parecen ser los dos tramos de ingreso en los cuales Delgado pone mayor énfasis, puedan mejorar su desempeño educativo, pese a que este Gobierno liquidó los aprendizajes, eliminó la repetición en varios grados, aumentó la cantidad de asignaturas insuficientes con las cuales acceder a la promoción y bajó la calificación de aprobación. Hoy hay bastantes más facilidades que hace 5 años para pasar de curso, aunque el nivel de los aprendizajes es cada día más deficiente y sólo se está maquillando el fracaso del Gobierno.
En su discurso ante la Convención del Partido Nacional, Álvaro Delgado afirmó que, en un eventual segundo gobierno de la coalición republicana, pondrá énfasis en atender a la población de los quintiles 1 y 2 de ingresos, y que se propone invertir 200 millones de dólares en políticas dirigidas a la primera infancia. La primera pregunta es: ¿Por qué no se atendió a esa población durante este período de gobierno, cuando creció la pobreza, particularmente la infantil y adolescente, que se incrementó 3 puntos porcentuales?
La segunda pregunta es: Si el Gobierno está tan preocupado por la deserción estudiantil, ¿por qué suspendió 10.000 becas del programa Uruguay Estudia que coadyuva a la culminación de los ciclos educativos? Además, ¿se le puede creer a alguien que integra un gobierno que miente e incumplió casi todas sus promesas? Se le agotó el crédito.
El engendro que nos gobierna
Durante su alocución, Delgado afirmó que este Gobierno “corrigió errores y horrores”, en directa referencia al ciclo progresista. En realidad, este engendro que nos gobierna es el que perpetró los horrores: escándalos de corrupción, acomodos, más pobres, más indigentes, salarios y jubilaciones casi congeladas y récord de homicidios, con cuerpos calcinados y descuartizados.
Por su parte, la candidata a la vicepresidencia, Valeria Ripoll, elogió la historia del Partido Nacional, al cual criticaba ácidamente hace apenas un año, y fustigó al Frente Amplio, afirmando que, en materia de políticas sociales, este Gobierno en cinco años hizo más que el FA en 15. ¿A qué políticas sociales se refiere? En esta materia, el país sólo retrocedió. Aunque esta candidata panqueque lo afirme, no hay ninguna ley con proyección social de la cual este Gobierno pueda ufanarse y los números corroboran que hoy hay bastantes más uruguayos carenciados que hace cinco años.
Delgado está aterrado por el permanente drenaje de adhesiones que generó la presencia de Ripoll en la fórmula blanca. Debería contratar a un sanitario para obturar el ducto por el cual se escapan los votos hacia la cloaca de la colectividad reverista.