Espero que brevemente, lector, pueda decirle algunas cosas que pienso posibles para el casi entrante 2024 respecto al futuro del arrollador presente del novel gobierno argentino, encabezado por el presidente Javier Milei.
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Los tópicos mínimos para hacer un análisis mínimo, en ‘modo’ fiestas, serían los siguientes.
- El decreto de necesidad y urgencia y su futuro legislativo
En este primer ítem de la columna, el primer asunto es la legalidad y constitucionalidad del decreto. Y esto es doblemente importante:
- Porque el decreto puede ser observado desde su legalidad y constitucionalidad, aunque no creo que a Milei le importe mucho cumplir con estos dos requisitos, más en estos tiempos de descaecimiento de la legalidad de los regímenes políticos.
No es un demócrata republicano, por más que vocifere su carácter ‘liberal’; es un autócrata populista, mal que le pese, aunque no sé si le pesaría tal descripción que no le conviene políticamente, porque no es políticamente correcto serlo, más que porque ofenda su pureza moral.
Su carácter autocrático lo revela con claridad con el contenido del decreto y con la urgencia con la que convoca al Legislativo para considerar algo descrito por él como urgente, aunque jurídicamente no lo sea (un poco más autoritario, inconstitucional e ilegal que la LUC del gobierno actual uruguayo); casi por definición de manual, un autócrata tendería a disminuir en su favor el equilibrio de poderes y a forzar mecanismos como para que la voluntad del titular del Ejecutivo sea la voluntad del gobierno todo, ocupante coyuntural del Estado.
Su carácter populista lo prueba toda su campaña y los tiempos previos a ésta; su relación con el cuerpo ciudadano y electoral conforma a una definición de manual de ‘populismo’: una relación del yo con el nosotros, salteándose todas las instituciones que elaboran, de ida y vuelta, la complejidad de la mediación entre presidente y gente.
- El suculento decretazo deberá ser considerado por el Congreso y solo podrá aprobarse por mayoría simple en ambas cámaras. Es muy importante señalar que el Legislativo no puede pronunciarse a favor o contra el contenido sustantivo del decreto, sino solo sobre su corrección formal. Por eso es que constitucional y legalmente se exige que su contenido implique ‘necesidad’ y ‘urgencia’, ya que el Parlamento no lo discutirá en sustancia sino solamente en forma. Entonces, poner algo en el decreto significa aprobarlo si el Cuerpo no le encuentra fallos formales, ya que con el contenido no puede meterse en esta instancia. Entonces, ya antes de empezar el trabajo propiamente legislativo, el Congreso deberá mostrar hasta qué punto sustenta a Milei, porque no observar sus formas implicará aprobar sus contenidos. Y dejar la cancha marcada desde el pique, con lo cual, quienes no concuerden con Milei en alto grado no podrán hacer valer sus convicciones, acorralados por la locomotora autocrática que los argentinos, con baja información y excesivo espíritu catártico y catalítico, endosaron.
- El futuro apoyo legislativo, pasada esa instancia
Es sabido que Milei no tiene suficiente bancada propia, ni burocracia propia antes designada, como para hacer un gobierno tan radical y rupturista como se anunció y como lo confirma el contenido del decreto DNU mencionado.
Sin embargo, si algunos sectores se sumaran podría llegar a esos mínimos de mayoría. Para que eso ocurra, la radicalidad y fuerza de los contenidos pueden jugar un papel ambiguo. Por un lado, la radicalidad puede llevar a que algunos dudosos consideren que deben oponerse a iniciativas de tal radicalidad a la que ellos, en principio, no apoyan. En efecto, las primeras reacciones de varios parlamentarios de diverso pelo político recogen una primera reacción que permite dudar mucho de que Milei se salga con la suya en esta primera pulseada.
Porque, si el decreto se rechaza, Milei queda en falsa escuadra para el resto de su gestión, y es esperable que el contenido de sus propuestas provoque crecientes reclamos populares y callejeros, tan típicos de la política argentina de siempre. Pero si el decreto se aprueba, porque la coalición electoral victoriosa no quiere permitir que Milei queda tan desprotegido, ¿qué coherencia pueden sostener en el futuro de su gestión legislativa? Porque, o bien, para compensar, se hiperoponen a las futuras propuestas presidenciales, o bien deciden que Milei pegó primero y dos veces, y que ya no podrán oponerse a cosas menores si ya aprobaron un marco tan ‘marcante’ para todo el futuro del país. Sin duda que Milei se la jugó, pero no solo porque sea valiente sino porque sabe que determinadas cosas solo podría imponerlas antes de que los primeros efectos de sus medidas empiecen a coleccionar críticas y manifestaciones. Y, como escribimos un día, en pocos meses el fetiche fantaseado que votaron se convertirá en un odiado chivo expiatorio acusable de miembro de la casta y traicionero, falso.
Apostamos que, en algunos meses, Milei batirá todos los récords de desaprobación de la gestión presidencial. No tiene la espalda tan cubierta como la tenía Menem cuando dijo una cosa y resultó provocando otra. Y, ojo, Milei anunció el ajuste de cinturón que se viene; pero, en medio de la euforia del cuento de hadas exorcista que la población vivía, nadie le quiso creer, y sí le quiso creer a los insultos y a las fábulas preelectorales.
Quizás se pueda decir que la gente se autoengañó más sobre Milei que lo que Milei los engañó respecto de lo que podría hacer; Milei achicó y advirtió mucho más que lo que quisieron y pudieron oír la mayoría de sus votantes. Vox populi está cada vez más lejos de ser vox dei; se equivocan, y grueso. Y no porque lo hayan votado; más bien por el modo y porqués de ese voto. Y que ahora se sentirá más traicionado de lo que lo fue; porque no quisieron lo que se venía, y ahora se sienten defraudados de algo que ellos mismos fantasearon. Quizás a Milei le faltó asesoría política comunicacional para que subrayara más las penurias que debería sufrir la población para poder, al fin, superar estructuras que para él eran las profundas responsables de los males sociopolíticos y económicos añejos.
Y creo que aquí corresponden unas observaciones sobre economía, política y gente común.
- Economía, política y gente común
Un problema político que aqueja a no pocos economistas que se mueven en la arena política es que proponen modelos teóricos abstractos, cuya verdad podría testarse solo en economías que no tienen ‘aquí y ahora’ que alteren las condiciones de postulación del modelo sostenido. Y pasa mucho y ha pasado mucho: por ejemplo, el modelo keynesiano que se aplicó como receta elegida para salir de la crisis mundial de 1929 no era una teoría económica general aconsejada para cualquier economía en cualquier aquí y ahora; era una propuesta para el modo de salir de esa crisis. Que haya funcionado bien en esa coyuntura no significa que sea lo mejor en cualquier otra coyuntura; grandes científicos políticos como Claus Offe hasta sugieren que la continuación de la aplicación del keynesianismo post-crisis del 29 fue un error que tuvo como una de sus principales consecuencias la caída de los estados de bienestar y la deslegitimación de gobiernos y Estados subsecuente. Porque, ¿lo habría aprobado Keynes más allá de aquella coyuntura? Quizás no; y el keynesianismo prototípico está dibujado como producto de tomar una solución coyuntural como solución para siempre y en todo lugar.
Yendo a Milei con este antecedente, la teoría económica que Milei vocifera nunca ha sido aplicada y es más radical por sus consecuencias que el mismo neoliberalismo. Pero es un modelo abstracto. Y los modelos abstractos, cuando aplicados en concreto, encuentras problemas de ejecución que no estaban en el modelo puro. Y muchos economistas ignoran a la gente, a la política y a las inercias y herencias del pasado que sobreviven.
Supongamos que la teoría austríaca de Milei pudiera resolver problemas, luego de superados los ajustes fiscales y de cinturón. En efecto, la banca Morgan estima que los beneficios positivos de los ajustes y el neoliberalismo libertario salvaje se empezarían a sentir en el 2025. Ahora bien, el modelo no es solo dibujable en powerpoints; las economías están compuestas de gente, grupos, estructuras e inercias de creencias, valores y acciones.
¿Podrá esperar la gente, ya muy castigada y que votó a Milei para dejar de estarlo, aguardar a 2025 para sentir que está ocurriendo lo que esperaban que ocurriera luego de su voto? Lo dudo. Además, hay grupos políticos y sindicales agazapados, esperando que se abra la posibilidad de críticas para horadar a Milei e imponer recetas diferentes. Y hasta los mismos macristas y Bullrich, ¿no estarán dejando que Milei dé el choque para después aparecer como los moderados que ponen su pienso frente a la locura radical? ¿No estarán usando a Milei, dejándolo hacer para luego bajarlo de su pedestal y heredar las ganancias del shock sin sufrir sus reacciones a él?
¿Quién saldrá ganando si Milei se lesiona en el choque del shock?, ¿sus laderos de coalición electoral, o sus opositores? Dependerá de la magnitud de los daños y lesiones sentidas como tales por la población que vivirá esas medidas, con sus inercias y los opositores soplándoles en la nuca. ¿Están en el modelo económico puro, en esas medidas teóricas, endógenas, las exigencias exógenas del mundo concreto? Lo dudo también. Los modelos con gente, instituciones, pasados, futuros y emocionalidad no son modelos económicos, son menos puros y más reales que los económicos. Y esos factores ignorados los pueden hacer fracasar, porque sus autores no tienen formación como para incluirlos en su lucubración pura; porque aunque no los incluyan por ignorancia o elección, esos factores no van a dejar de actuar y de influir en el comportamiento del modelo y en sus reacciones a él; y serán tanto más influyentes que el modelo para la evaluación del modelo y de sus sostenedores.
Los modelos económicos puros son irreales para orientar una realidad concreta si no están enriquecidos por muchas otras variables de cuya interacción con las más puramente económicas resultará el movimiento real de la sociedad. Ni Milei ni los coyunturales mileístas parecen reconocerlo a cabalidad; mucho me temo que sufrirán decepciones por ello. ¿Quiénes podrán beneficiarse de esas decepciones a futuro?
Quizás estamos confiando excesivamente, nosotros, con nuestro bagaje también limitado, en que a Milei no le va a ir bien; pero es lo que estamos pensando viendo ya las variadas y airadas reacciones a algo que aún no está produciendo los esperables efectos negativos transitorios y acumulados que podría cosechar. La reacción será como son las reacciones populares y populistas argentinas del último siglo: explosiones multitudinarias que pueden, ahora, ser más cruentas que nunca.
Y no hablamos de los contenidos concretos del decreto. Quedará para otra; muchos ya se han referido a ellos y con acierto; son brutalmente claros. Será un valiente test de un modelo económico puro en un país muy concreto. Veremos cómo sale. Tenemos nuestras predicciones. Veremos.