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Columnas de opinión | ilusión | esperanza | construcción

Construcción

La necesidad de la ilusión

Parece claro que tener esperanza e ilusión en nuestras vidas es una parte de la vida o la sobrevivencia, cuando además puede reducir significativamente el riesgo de hacernos daño a nosotros mismos.

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Caras y Caretas Diario

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Era un viernes de tarde. Lula se presentaba por cuarta vez como candidato a presidente. Río Grande era gobernado por el Partido de los Trabajadores, el partido de Lula. En el aire se respiraba que esta vez iba a ser la vencida: Lula obtuvo la victoria en las elecciones de 2002 y fue investido presidente el 1 de enero de 2003; ganó las siguientes y tiene su actual tercer mandato luego de atravesar la cárcel en un juicio amañado por jueces y fiscales. Aquella tarde Lula habló de la “autoestima nacional”, de la ilusión de un nuevo tiempo.

Construir el fervor

Carlo Ancelotti se apresta a jugar la final de la Champion League en Londres, frente al Dortmund de Alemania. Es un líder nato, que acumula conocimiento y experiencia en el manejo de planteles diversos. ¿Cómo ilusionar, cómo construir ilusión para conquistar nuevos escalones de victoria en su carrera? ¿Cómo enamorar a sus jugadores en torno a una idea cuando éstos ya han conocido la gloria, cuando nadan en millones de dólares y la vida les sonríe?

Ancelotti va tocando teclas individuales y grupales hasta que logra sentir que la ilusión les permitirá dar la batalla en Londres. Se ilusiona e ilusiona. No hay nada material a conseguir; todos poseen ingresos suficientes para sus familias y varias generaciones más. Lo que hace el bueno de Carlo es ilusionar a los suyos, y los suyos son sus jugadores y millones de seguidores del Real Madrid en todo el mundo. Esa enorme y poderosa muchedumbre que no gana un peso con la Champion League siente que la ilusión de Carlo es también la suya. Carlo ganó.

Timbiquí es un poblado hundido en la selva colombiana donde nunca llegó nadie con un pedazo de esperanza. Para llegar allí hay que atravesar montes y la cordillera occidental de los Andes, recorrer los ríos del Cauca y los pantanales, remar y remar. Así hasta llegar al municipio de Timbiquí y a la isla Los Brazos. Hace seis meses alguien dijo que se iba a construir una escuela. Los habitantes se guarecen en sus ricas tradiciones, y cuando viene una promesa, los inunda el escepticismo. Hay frustraciones en las capas de historia de este poblado casi olvidado. Pero esta vez es diferente. El Gobierno de Petro construyó una escuela. La ilusión provocada hace seis meses por una promesa se fue fortaleciendo lentamente y aumentaba con la colocación de cada ladrillo. Hace poco se inauguró. La alegría de la concreción en aquella lejana isla colombiana, deja paso ahora a nuevos retos. La autoestima local creció, dando paso a nuevas ilusiones.

Construir sobre el escepticismo

Las crisis sociales esas que inundan las sociedades, destruyen sueños y aspiraciones son difíciles de remontar. En los países o zonas sacudidas por enfrentamientos Ucrania, Gaza, ¿cómo construir la ilusión? Con el hambre generalizada en varias partes del mundo sobre todo en África, la ilusión es tener una vaca para ordeñar y no pasar más hambre. En las zonas en conflicto, la ilusión es no escuchar una bomba nunca más.

En el 2004, Uruguay estaba saliendo de una enorme crisis, con daños por todos lados, pérdidas de todo tipo. ¿Cómo salir de esa zona habitada por la frustración y el escepticismo? Lentamente, el país de la mano de los franceses decían de Francois Mitterrand, “la fuerza tranquila” fue construyendo la ilusión. A la uruguaya, lentamente, sin pasos rápidos y con tino. Lentamente, junto a las certezas y el crecimiento económico, se fue logrando salir del escepticismo y así lograr niveles de “autoestima nacional”. (Uruguay creció por esos años a tasas chinas, gracias al orden macroeconómico, crecimiento con distribución y certezas jurídicas).

En Uruguay no hay espacio para los pases mágicos. En el 2019, el entonces candidato Luis Lacalle dijo que con “capacidad de mando” se solucionaba el problema de la inseguridad. Se puso al frente y la realidad lo pasó por arriba. Sin embargo, aquella promesa ilusionó. El contexto violento y crítico todavía están las imágenes del pizzero asesinado en un comercio de la Av. 8 de Octubre se acompañaban de manifestaciones pidiendo la renuncia del ministro del Interior, Eduardo Bonomi. No hubo magia y ¿qué pasó con la ilusión?

La frustración tomó cuerpo y nuevamente el escepticismo se instaló en la sociedad.

Imposible vivir sin ilusión

La vida se vuelve invivible. En cualquier estrato social y educativo, cada quien construye su propia ilusión. Parece claro que tener esperanza e ilusión en nuestras vidas es una parte de la vida o la sobrevivencia, cuando además esa esperanza e ilusión puede reducir significativamente el riesgo de hacernos daño a nosotros mismos.

Veamos este dato. Argentina viene de un estado de conmoción anímica de enorme magnitud, en donde el no crecimiento, más virulentas campañas denunciando distintos niveles de corrupción, permitió que una persona surgida del espectáculo la cajita de la TV dominada por un actor de retórica impactante ilusionara a las mayorías.

El marketing político desarrollado por Javier Milei ahora presidente es tan poderoso y profesional que su falta de experiencia en cuestiones de Estado, la dirección de la economía con un brutal ajuste que contrae a todos los sectores, no lo lesionan. Al contrario: sigue teniendo altos niveles de simpatía. La síntesis es paradojal y dramática: hay recesión con ilusión.

Algún autor ha señalado que “en la ilusión puede haber autoengaño”. Puede ser. Pero ese autoengaño parece ser necesario ante tanto drama social y personal. Es necesario seguir creyendo, porque lo otro es el abismo o los antidepresivos, cuyo consumo crece enormemente en Argentina.

Las claves

Algunos estudios señalan que los adultos mayores son las personas con menores expectativas o con más dificultades para ilusionarse. Son escépticos y sacan carta de presentación: “Yo esto ya lo viví” o “los conozco a todos”.

“La ilusión y la motivación son los elementos claves para la consecución de nuestros objetivos, y la primera, concretamente, se refiere a la capacidad que todos tenemos para imaginar y visualizar un futuro mejor. La ilusión nos sirve como energía para establecer nuestras metas y objetivos, y establecer un plan de acción que nos permita lograrlas. Es el primer paso para alcanzar el éxito y nos ayuda a saber por dónde debemos empezar”, dice un estudio.

Por su parte, y definida por la psicóloga española Paloma Rey, la motivación “es la fuerza que nos ayuda a seguir adelante” y, junto con la disciplina, a superar los obstáculos que puedan surgir por el camino: “Es lo que nos mantiene enfocados y comprometidos con nuestros objetivos, incluso cuando las cosas no salen como esperábamos y tenemos que reestructurar nuestro plan”.

En términos políticos y sociales, algunos políticos y consultores en comunicación hablan de “enamorar”, de “hacer una nueva canción que seduzca”.

En Uruguay en donde la magia parece claro que no funciona los enamoramientos políticos parecen pasar por un “perfume” que eleve a las personas y a la comunidad a otro estadio social, pero sin sobresaltos. En Uruguay esto pasa por un plan de acción realista pero con “aroma poética”. Enamorar pasa por la flexibilidad y el encanto; puede pasar por decir: “Cariño, vamos a atravesar dificultades”. (¿Qué otra cosa hizo Milei?).

La esperanza junto a la ilusión una construcción personal, a escala colectiva es la idea maravillosa, el deseo de que algo bueno suceda y nos suceda. Y la esperanza es la parte sana de nuestra cotidiana y complicada vida. Es un derecho. Y lo otro interesante es que lo que ilusiona a uno no entusiasma o no enamora a otros. Por lo tanto, la ilusión es una construcción personal según lo que uno tenga adentro.

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