El desafío más grande que tenemos por delante no es tratar de doblar la muñeca a los poderosos; el desafío más grande es el de abrir la mente de aquellos trabajadores que carecen de conciencia de clase y caen, una y otra vez, en las trampas de la derecha, votando a los candidatos del suprapoder, y arrastrando con su error al resto de la clase obrera, llevando en andas hasta los palacios de gobierno a los culpables de sus desgracias.
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Paraguay ha vuelto a elegir verdugo. El Partido Colorado ha logrado que más del 44 % de los votos fueran para su niño bonito, el economista neoliberal Santiago Peña. Como lo han hecho todos sus predecesores, ha prometido luchar contra la corrupción mientras va al frente de uno de los partidos más corruptos del planeta. Del otro lado, el desgastado Efraín Alegre, no representaba opción alguna de cambio. El PLRA (que lideraba la Concertación Nacional) es otro partido de derecha. Su diferencia con el Partido Colorado es la misma que las del Partido Colorado de Uruguay con el Partido Nacional, o sea, ninguna, mientras que el paraguayo promedio ve la contienda electoral solo como un clásico entre Olimpia y Cerro Porteño.
El Partido Colorado (Asociación Nacional Republicana) fue fundado por el general Bernardino Caballero en 1887, y desde 1946 ha gobernado casi de manera permanente, tanto en democracia como durante los 35 años de dictadura del genocida Alfredo Stroessner (1954-1989), ganando las elecciones mediante fraude y/o compra de votos. Su hegemonía solo fue interrumpida en 2008 por el gobierno izquierdista de Fernando Lugo, quien fue derrocado por un golpe parlamentario en 2012.
Peña, que con 45 años sucederá a Mario Abdo Benítez a partir del 15 de agosto por cinco años, es el títere del millonario expresidente Horacio Cartes y fue su ministro de Hacienda cuando tenía 35. Estados Unidos ha señalado a Cartes como corrupto; sin embargo, la Casa Blanca y Peña se necesitan mutuamente. Peña ya ha asegurado que su política exterior se regirá por el eje Estados Unidos, Israel y Taiwán, lo que implica no negociar con China.
Quién sí ha querido un tratado de libre comercio con el gigante asiático es el otro derechista neoliberal de la región, Luis Lacalle Pou, quien acaba de protagonizar un papelón internacional. Tras varios anuncios de un acuerdo con China y una firma inminente, China le indicó al canciller uruguayo que no le interesaba negociar bilateralmente, sino a través del Mercosur.
La alianza derechista Uruguay/Paraguay tendrá una vida muy corta y Estados Unidos lo tiene claro. A Lacalle Pou le quedan dos años de mandato y, así como va, le será muy difícil a la derecha conservar el poder tras las próximas elecciones.
Lacalle Pou y Peña tienen bastante en común. Ambos son derechistas neoliberales egresados de la Universidad Católica de sus respectivos países. Lacalle nunca ejerció como abogado, ya que a corta edad su madre lo colocó en una lista a la diputación por Canelones y sin esfuerzo alguno pasó a las grandes ligas de la política. Peña fue padre a los 17, se casó a los 19, fue ministro a los 35 (previo pasaje por el FMI y el BCP) y será presidente a los 45. Desde hace cinco años integra la junta de directores del Banco Basa, cuya principal accionista es Sarah Cartes Jara, hermana del expresidente. Con todo esto, no llama la atención que, tras su triunfo, enviase un efusivo agradecimiento a su padre político Horacio Cartes mientras recibía un también efusivo saludo de parte de Lacalle Pou.
El odio emergente
Lo inquietante del resultado de estas últimas elecciones fue el caudal electoral (23%) del partido Cruzada Oriental, liderado por Paraguayo Payo Cubas, el Javier Milei versión guaraní que fue expulsado del Senado en 2019. Sin dudas, con su discurso antisistema le restó votos al liberal Efraín Alegre (poco más del 27%) y facilitó el triunfo de Santiago Peña (cerca del 43%).
Sus declaraciones altisonantes lo emparentan no solo con Milei; también con Jair Bolsonaro y Donald Trump. Cuidado; el ascenso de estos dinosaurios no debe tomarse a la ligera.
En Argentina, dentro del Frente de Todos, el tibio presidente Alberto Fernández ha renunciado a competir por la reelección y lo mismo ha hecho Cristina Fernández. Pese a que la expresidente y actual vice no tiene una condena firme por la causa “Vialidad”, ha declarado que no será candidata a la presidencia para que no critiquen a sus seguidores diciendo que su candidata fue condenada por corrupción. Con todo, es la que lidera, según las encuestas, las preferencias de su sector en las PASO. No serán pocos los que le pedirán que revea su decisión.
Por el derechista Juntos por el Cambio, Mauricio Macri, que pulverizó a Argentina durante su gobierno neoliberal, también declinó su candidatura, por lo que, por el bloque opositor, quedan los derechistas Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta como los preferidos; pero cuidado… por fuera está el extravagante libertario Javier Milei.
¿Cómo es posible que alguien con tan pocas luces pueda ser una opción electoral? Para comprenderlo, hay que comprender a la mayoría no pensante de Argentina. Les gusta el circo; y Milei es circo. Les gustan los insultos; y Milei no sabe hablar sin caer en la ordinariez. Les gustan los mediáticos; y Milei es el preferido de los medios por ser la mujer barbuda del circo.
El mesiánico líder de La Libertad Avanza está a favor de que las personas pobres vendan sus órganos y hasta a sus hijos. En Uruguay no podría debatir ni con un estudiante de primer año de Economía sin pasar vergüenza; pero en Argentina es considerado una autoridad en la materia; aunque, claro, es el país donde Moria Casán o Silvia Süller no fueron presidentes porque a ellas no les dio la gana. El bajísimo nivel de sus periodistas estrellas revela el bajo nivel de la cultura cívica del vecino país.
Claro que hay que tener cuidado; porque ya nos equivocamos cuando creímos que energúmenos mononeuronales como Donald Trump o Jair Bolsonaro jamás podrían ser presidentes.
Por sus frutos los conoceréis
Lacalle Pou y Sebastián Peña están cortados por la misma tijera.
En Uruguay las cifras son elocuentes: luego de tres años con una tasa promedio de crecimiento del PIB de 3% (4,9 en 2022) el resultado es que tenemos 42.000 personas más en la pobreza con respecto a 2019, según el informe anual del Instituto Nacional de Estadística. Hay 350.000 personas por debajo de la línea de pobreza y ha aumentado la cantidad de personas que viven en la calle. Los trabajadores y jubilados han perdido poder de compra y también se ha incrementado de manera espectacular la corrupción.
En cuanto a Paraguay, el informe del Banco Mundial de 2023 indica que “durante las últimas dos décadas, ha experimentado un crecimiento económico gracias a términos de intercambio favorables que permitieron mejoras en los precios de los productos que el país exporta”. Sin embargo, las condiciones climáticas afectaron las exportaciones agrícolas y de energía hidroeléctrica, lo que, sumado a la pandemia de covid-19, afectó el crecimiento en los últimos años, reduciendo el crecimiento del PIB del promedio de 4,4% entre 2003 y 2018 a 0,7% entre 2019 y 2022. Ese año cerró con un crecimiento de -0,3%, pero a medida que se normalicen las condiciones climáticas, se proyecta un crecimiento del 4,8% para 2023.
“En este sentido, la tasa de pobreza se encuentra en un 19%, volviendo a sus niveles previos a la pandemia; pero la sequía, la alta inflación (9,8%) y la reducción de asistencia económica a los más humildes relacionadas con la pandemia hicieron que la pobreza extrema aumentara del 4,1% en 2021 al 5,2% en 2022”.
Falta agregar el altísimo índice de corrupción como causa de la pobreza.
El Partido Colorado ha saqueado, literalmente, a su país. La explotación infantil, la subocupación, el trabajo informal y los bajos salarios son las claves de la política económica del Partido Colorado. El país crece pero el derrame no aparece, y Peña es uno de los culpables de este modelo infame.
Luis Lacalle Pou marcó la cancha desde el primer día en la región, no invitando a su asunción a presidentes de izquierda. Por otra parte, cuando viajó a Colombia no fue para saludar a Gustavo Petro, sino al saliente Iván Duque. Cuando viajó a Chile no fue a visitar a Gabriel Boric, sino al saliente Sebastián Piñera. Siempre apostando a perdedor, como bien ha dicho Juan Raúl Ferreira, visitó a Boris Johnson cuando le quedaban menos días en el cargo que de vida a la reina. Apostó por el golpista Juan Guaidó y la propia oposición venezolana le dio el raje antes que Lacalle Pou.
Así, con Bolsonaro lejos del poder y cerca de la cárcel, Sebastián Peña es el único aliado que el presidente uruguayo tendrá en la región en lo que le queda de mandato. A menos que Milei gane en Argentina.
Mientras haya pobres que no comprendan por qué a ellos les han negado las oportunidades que a otros les sobran, cualquier cosa puede pasar.
Mientras tengamos pobres adorando a dioses ricos y despreciando a sus pares, defendiendo a los poderosos y despreciando a los sindicatos, la derecha neoliberal, apátrida y corrupta tendrá oportunidades de triunfo.