Beijing, 10 de marzo
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Ante la atenta (y satisfecha) mirada de Wang Yi, director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores del Comité Central del Partido Comunista de China, el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán y el asesor de Seguridad Nacional saudita anunciaron el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, rotas por Riad en 2016 tras el asalto e incendio de la embajada saudí en Teherán a raíz de la ejecución en el reino árabe de un clérigo chií disidente saudita.
“La República Islámica de Irán y el Reino de Arabia Saudita han decidido reanudar sus relaciones diplomáticas y reabrir sus embajadas en dos meses”, reza el comunicado conjunto de las dos principales potencias chií y suní de Oriente Medio que, de una manera u otra, se han disputado la hegemonía en la región desde el triunfo, en 1979, de la Revolución islámica en Irán, liderada por el ayatolá Jomeini y cuyo enfrentamiento ha tenido serias repercusiones en los conflictos regionales en Siria, Líbano o Yemen.
Desde 2021, la diplomacia china había participado activamente como patrocinador de este acuerdo que, para el jefe de la diplomacia china, es una “victoria del diálogo” entre Arabia Saudita e Irán y también de la “buena fe” y la “confianza” que Beijing ha aportado al acuerdo.
Al tiempo que EEUU fracasa en su intento de recomponer el acuerdo nuclear con Irán y promueve una red de alianzas entre Israel y las monarquías del golfo en contra de Irán, la política de diálogo con ambos países mantenida por la República Popular logró reconciliar a los dos grandes antagonistas.
En los últimos años el país asiático se ha convertido en uno de los principales aliados políticos del mundo árabe y muy especialmente tras la participación del presidente chino en diciembre último en las dos cumbres históricas celebradas en Riad: la primera cumbre China-Estados árabes y la de China-Consejo de Cooperación del Golfo.
Mientras Washington sufre una pérdida gradual de su influencia en la región, Beijing ha invertido en infraestructuras como autopistas, puertos, centrales hidroeléctricas, nucleares, gasoductos y oleoductos donde se hallan sus principales exportadores de energía. China importa 70% de los insumos energéticos que consume y más de la mitad del petróleo y el gas que consume proviene de Medio Oriente.
La entente cordiale saudta-iraní fue saludada por todos los países de la región y también por los principales organismos internacionales que reconocieron el papel protagónico de China para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la monarquía saudita y el regimen islámico.
“Las buenas relaciones son esenciales para la estabilidad en la región del golfo”, destacó Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas en un comunicado donde también agradece el papel meditador protagonizado por China. Para la ONU el acercamiento entre los dos rivales “tiene mucho potencial” y recordó que la mala relación entre ambos ha traído “muchas tensiones que han impactado en la región”.
Por su parte la Unión Europea también acogió positivamente el acuerdo y reconoció “los esfuerzos diplomáticos que condujeron a este importante paso”.
Como era de esperar la reacción de EEUU fue mucho menos entusiasta. Según un portavoz de la Casa Blanca, “los sauditas nos mantuvieron informados, pero no hemos estado directamente implicados”, a la vez que expresó sus dudas de que Irán fuese a cumplir a largo plazo el acuerdo con Arabia Saudita.
Moscú, 20 de marzo
“En un mundo que está lejos de ser pacífico, China está preparada para defender junto con Rusia el sistema internacional organizado en torno a la ONU; preparada para velar por un orden mundial multipolar basado en el derecho internacional y las normas básicas de las relaciones internacionales”, declaró Xi Jinping apenas aterrizado el avión presidencial en el aeropuerto de Vnúkovo, al suroeste de Moscú, dando inicio al encuentro número 40 entre el presidente chino y su homólogo Vladimir Putin.
Además de los temas propios de la alianza estratégica sino-rusa -ampliación de acuerdos comerciales, el creciente suministro de hidrocarburos, construcción del gigantesco gasoducto Fuerza de Siberia 2, fortalecimiento de la cooperación bilateral - los ojos del mundo estaban puestos en las conversaciones entre ambos mandatarios sobre la autodenominada propuesta china para una “solución política de la crisis de Ucrania”.
El documento de 12 puntos subraya, entre otros, que “no hay vencedores en un conflicto bélico”, que la única salida es a través del diálogo, que deben “respetarse la soberanía y la integridad territorial de todos los países” y que “una guerra nuclear no debe librarse y nunca puede ganarse” y exhorta a respetar “el derecho internacional universalmente reconocido, incluyendo los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas”.
La iniciativa de paz de Beijing supone un cambio radical, un giro copernicano en el tratamiento hasta ahora brindado a la crisis ruso-ucraniana. Por primera vez y después de un año del inicio de lo que Putin llama “operación militar especial”, se presentó una propuesta articulada para superar el conflicto y por primera vez es China, en la persona de su presidente y desmintiendo las acusaciones de “neutralidad escorada”, que se presenta ante las autoridades rusas y el mundo como el gran protagonista de una posible mediación.
“Creemos que muchas de las disposiciones del plan de paz presentado por China están en consonancia con los enfoques rusos y podrán tomarse como base para un acuerdo de paz cuando estén listos para ello en Occidente y Kiev”, aseguró el jefe de Estado ruso a la conclusión de la cumbre con el mandatario chino.
China ya había hecho pública su propuesta el 24 de febrero, exactamente un año después del inicio de las acciones militares. Ese mismo día el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, aseguró que Ucrania “debe trabajar con China” para poner fin al conflicto, exhortó a sus aliados occidentales a considerar seriamente la propuesta y expresó su intención de reunirse con Xi Jinping.
Contrarium sensu para el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken: “El mundo no debe dejarse engañar por ningún movimiento táctico de Rusia, con el apoyo de China o cualquier otro país, para congelar la guerra en sus propios términos”. Una reacción más que previsible cuando EEUU y la OTAN consignaron -en sus respectivos documento y concepto estratégico- que la Federación Rusa es “una amenaza y China intenta “subvertir el orden internacional”.
El éxito final de la propuesta es incierto. En cambio, lo que sí es cierto es que mientras Xi Jinping viajó a Moscú para presentar a su colega ruso una propuesta para encontrar una salida política que ponga fin a esta tragedia, un mes antes, en su visita relámpago a Kiev, Biden anunció una ulterior ayuda militar de 500 millones de dólares en municiones de artillería, sistemas antiblindaje y radares de vigilancia aérea, que se sumaron a los 30.000 millones ya otorgados.
Tegucigalpa, 25 de marzo
“El gobierno de la República de Honduras reconoce la existencia de una sola China en el mundo, y que el gobierno de la República Popular China es el único gobierno legítimo que representa a toda China. Taiwán forma parte inalienable del territorio chino y a partir de la fecha, el gobierno de Honduras ha comunicado a Taiwán la ruptura de relaciones diplomáticas, comprometiéndose a no volver a tener ninguna relación o contacto de carácter oficial con Taiwán”.
Con un comunicado de tres párrafos, el gobierno social democrático de Xiomara Castro anunció oficialmente el fin de una relación que duró casi tres cuartos de siglo, decretando una significativa victoria para Beijing, que le arrebata un nuevo aliado a Taiwán, y otra tan significativa derrota para Washington, que hasta último momento usó toda su influencia en Centroamérica para evitar que Tegucigalpa le diera la espalda a Taipéi y estableciera relaciones diplomáticas con Beijing. (La adhesión al principio “una sola China”, según el cual existe una sola nación-Estado en el mundo con el nombre de China y Taiwán es parte de la República Popular mundo). Sin embargo, aun proclamando su aceptación de este principio, EEUU mantiene relaciones comerciales, políticas y militares con el gobierno y alienta las aspiraciones independentistas de Taiwán, lo que ha provocado fuertes reacciones de Beijing y llevado las relaciones a su nivel más bajo de la historia.
Tras la decisión de Honduras, solo 13 países del mundo reconocen hoy a Taiwán, entre ellos Paraguay, Haití, el Estado del Vaticano y otras siete pequeñas naciones isleñas del Caribe y el Pacífico.
Desde que el gobierno nacionalista del Koumitang -derrocado luego de una sangrienta guerra civil por las fuerzas del Partido Comunista- se estableciera en la desde entonces controvertida isla, todos los países centroamericanos alineados con EEUU se mantuvieron durante décadas ligados a Taiwán. No obstante las presiones económicas, políticas y diplomáticas de Washington, la decisión de Honduras ya había sido precedida por Costa Rica (en 2007), Panamá (2017), El Salvador (2018) y Nicaragua (2021).
Pax americana vs. pax sinica
Pax americana es la expresión usada para designar la supremacía mundial, económica, militar, instalada por EEUU después de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, según la cual se impuso como la una única gran potencia para garantizar la paz y el orden mundial.
Es precisamente esa hegemonía alcanzada en todos los planos la que se ve amenazada por el creciente protagonismo chino en la escena internacional y que hoy la administración Biden, como ninguno de sus antecesores, intenta ponerle frenos con todos los instrumentos, acciones o alianzas a su alcance.
Al Reino de Arabia Saudita, la República Islámica de Irán, Honduras y Rusia, los separa la geografía, el idioma, las religiones, sus formas de gobierno y su ordenamiento institucional, pero los une el respeto por la concepción y los principios que sustentan las relaciones internacionales de la República Popular de China.
Marzo fue testigo de tres acontecimientos que decretan el triunfo de otra visión de las relaciones internacionales que según China deberían expresarse en “una comunidad de futuro compartido para la humanidad”, basado en una concepción multipolar y sin exclusiones, para lograr la estabilidad imprescindible para el desarrollo y la paz mundial. Solo así se entienden los verdaderos alcances de la Iniciativa de Desarrollo Global, la de Seguridad Global, la de Civilización Global, columnas portantes de la pax sinica que patrocina el gigante asiático.