Sin embargo, mientras ese rótulo se repite casi como un mantra, otro líder acumula abusos de poder, amenazas, sanciones extraterritoriales, presiones militares, injerencias electorales y desprecio abierto por la legalidad internacional. Su nombre es Donald Trump, y tiene con qué.
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Estados Unidos mantiene una presencia militar global sin precedentes, con 750 bases en más de 70 países (sin contar los centros de tortura clandestinos), posicionando fuerzas en Europa, Asia, África y Medio Oriente como brazo armado de su política exterior.
La dama le quita la careta al monstruo
“Si el Gobierno de los Estados Unidos y sus agencias quisieran atender el grave problema de fentanilo en su país, ¿por qué no empiezan combatiendo la venta de estupefacientes en las calles de sus principales ciudades? ¿O cómo es que las personas con esas adicciones compran esa droga?”.
“¿Por qué nunca hemos oído de detenciones en Estados Unidos de los grupos delictivos estadounidenses? ¿Cómo es que no se investiga el lavado de dinero de los grupos delictivos de allá? ¿Por qué no ponen toda su inteligencia a trabajar para detectar a los grupos delictivos que venden fentanilo en su territorio y otras drogas? Bueno, también podrían empezar una campaña masiva para evitar el consumo de estas drogas y cuidar a sus jóvenes, como lo hacemos en México”.
“El consumo y distribución de drogas está en su país, y ese es un problema también de salud pública que nunca han atendido. ¿Por qué no se preguntan cuál es la razón de fondo de tanto consumo de drogas, que lleva tanto tiempo en los Estados Unidos? La epidemia de opioides sintéticos en Estados Unidos tiene su origen en la prescripción indiscriminada de medicamentos de este tipo que fue autorizada por la FDA, como lo demuestra un juicio contra una farmacéutica. La droga que causó la crisis de opioides sintéticos la siguen vendiendo en sus farmacias con autorización oficial”.
Así, con el tono y semblante sereno de una maestra y una contundencia argumentativa incontrastable, la presidente mexicana Claudia Sheinbaum le quitó la careta al emperador Donald Trump. Toda su lucha contra el narcotráfico es una farsa y un negocio inmoral detrás de otro negocio inmoral, aparte de la excusa para invadir países, apoderarse de sus recursos naturales y colocar gobiernos títeres que respondan a los intereses de sus empresas multinacionales.
Desde el 20 de enero de 2025, cuando Donald Trump regresó a la Casa Blanca, el mundo ha sido testigo de una escalada de decisiones que han tensado las relaciones internacionales y marcado un estilo de gobierno agresivo, prepotente y arbitrario. Políticas defensivas convertidas en chantajes; guerra de aranceles que amenaza economías enteras; injerencia política en elecciones de países soberanos; bloqueos, amenazas y operaciones militares disfrazadas de “seguridad hemisférica”. Todo bajo el sello de un unilateralismo sin disimulo.
No sé qué es más alarmante: si el hecho de que este energúmeno haya resucitado la Doctrina Monroe o el silencio cobarde de muchos gobiernos de Europa y América Latina.
El negocio de la guerra
Trump no gobierna: impone. No negocia: extorsiona. Y no disimula.
Desde su primer mandato (2017–2021), Trump presionó a los países europeos para que elevaran su gasto militar al 2 % del PBI exigido por la OTAN, bajo amenaza explícita de retirar la “protección” estadounidense. En julio de 2018, en la cumbre de Bruselas, llegó a advertir que EEUU “podría irse de la OTAN” si Europa no pagaba más. Diplomacia convertida en chantaje.
Ya en 2025, ha exigido a los aliados europeos de la OTAN elevar su gasto en defensa al 5 % del PIB, en lugar del 2 % actual, buscando un esfuerzo adicional significativo para fortalecer la seguridad común y equilibrar la carga, un objetivo que los países de la OTAN han acordado como meta a largo plazo (para 2035) dividiendo el gasto en militar y ciberseguridad, aunque genera reticencias por su magnitud.
La guerra de los aranceles
La política comercial trumpista ha estado marcada por tarifas agresivas: aranceles del 25 % a México y Canadá, impuestos del 10 % que podrían elevarse hasta el 60 % contra China, y tasas para países de América Latina como Costa Rica, Bolivia, Ecuador o Venezuela con recargos de entre el 10 % y 18 %.
Específicamente:
– Aranceles del 25 % al acero y 10 % al aluminio (2018).
– Castigos comerciales a China por más de 360.000 millones de dólares.
– Amenazas y sanciones a México, Canadá, la Unión Europea y países latinoamericanos.
El “libre mercado” terminó cuando dejó de servir a Washington.
Sin embargo, China se plantó firme y le bajó el copete. Primero con aranceles en espejo: cuando EEUU elevó sus aranceles hasta el 145 % a principios de 2025, Pekín respondió incrementando los suyos sobre productos estadounidenses hasta el 125 %. Segundo, con restricciones a minerales, limitando su exportación.
Golpista y depredador sexual
El 6 de enero de 2021, una multitud alentada por Trump asaltó el Capitolio para impedir la certificación de una elección que había perdido. Hubo muertos, cientos de heridos y más de 1.200 procesados. Trump nunca asumió responsabilidad política. Al contrario: llamó “patriotas” a los agresores y prometió indultos.
¿Un presidente que incita un golpe institucional es un demócrata?
A pesar del papel central de Trump al alimentar teorías de fraude electoral, años después el presidente ha indultado a varios participantes del ataque, incluido un hombre que luego fue detenido en 2025 por acusaciones de abuso sexual infantil contra menores de entre 12 y 16 años.
Además, Trump enfrenta numerosas acusaciones de conducta sexual inapropiada y abuso. En 2023, la Justicia estadounidense lo declaró civilmente responsable por la agresión a la escritora E. Jean Carroll y lo condenó a pagar indemnización. También existen señalamientos de agresión sexual, realizados años atrás, en contextos vinculados con Jeffrey Epstein.
Injerencia política en América Latina
Washington, bajo Trump, intervino abiertamente en procesos políticos regionales: reconoció gobiernos paralelos, condicionó créditos y ayudas y presionó a organismos financieros y diplomáticos.
En Honduras, durante las elecciones generales de 30 de noviembre de 2025, Trump respaldó públicamente al candidato conservador Nasry “Tito” Asfura, amenazó con cortar la ayuda si su favorito no ganaba y puso como condición un indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico. Estas acciones fueron denunciadas como interferencia directa en la soberanía hondureña, e incluso el Gobierno de Honduras presentó quejas ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
En Argentina, el apoyo económico estadounidense (incluyendo un paquete de ayuda condicionado de hasta $40 mil millones) fue una influencia decisiva en las elecciones legislativas del 26 de octubre, con Trump presionando para que el Gobierno de Javier Milei consolidara su mayoría en el Congreso.
En realidad, Estados Unidos siempre influyó en las campañas electorales de otros países. En 2019, por ejemplo, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) financió con más de 100.000 dólares un programa televisivo de investigación anticorrupción en Ucrania en 2019. Aunque no era una donación de campaña, el contenido influyó positivamente en la imagen de Zelenski al atacar la gestión del entonces presidente Petró Poroshenko.
Cuando gobernaba Álvaro Uribe en Colombia, una dirigente del Partido de la U (repleto de paramilitares) me confesó que recibían dinero de Estados Unidos a través de “fundaciones”. Las comillas las puso ella misma con los dedos.
Inmigrantes tratados como criminales
Separación de familias, niños en jaulas, deportaciones masivas y un discurso que criminaliza la pobreza. Entre 2018 y 2019, más de 5.400 niños fueron separados de sus padres en la frontera. La imagen recorrió el mundo. Trump jamás pidió perdón.
Hasta diciembre de 2025, se estima que cerca de 730 migrantes han sido trasladados a la temible base de Guantánamo. La Administración Trump anunció planes para expandir la capacidad del centro de detención hasta albergar a 30,000 personas.
Censura y persecución cultural
Bajo su mandato y el de su antecesor, se ha observado un incremento masivo de prohibiciones y restricciones de libros en escuelas y bibliotecas de EEUU. Según informes de organizaciones como PEN América, en el año escolar 2024–2025 hubo 6.870 casos documentados de libros retirados o restringidos, y desde 2021 se registran cerca de 23.000 instancias de censura de títulos en 45 estados, afectando obras de autores como Stephen King, Jodi Picoult, Sarah J. Maas, y Ysei Matsui.
Títulos clásicos como Cien años de soledad de García Márquez y biografías de Frida Kahlo (junto a las de otras figuras como Celia Cruz) han sido retirados de estantes escolares por ser considerados “inapropiados”.
Insultos, amenazas, acusaciones y soberbia
Trump ha insultado a jefes de Estado, gobernadores, jueces, periodistas y organismos internacionales, usando vara doble y cinismo completo. Ha etiquetado a líderes como Nicolás Maduro o Gustavo Petro y sus países con términos extremos —desde “narcoestado” hasta “terrorista”— mientras al mismo tiempo indulta a figuras vinculadas al narcotráfico si les son políticamente útiles. Es el caso del narcotraficante confeso hondureño Juan Orlando Hernández. Sin embargo, un caso más extremo es el del terrorista Abu Mohammad al-Julani, líder islamista sirio que en 2011 se unió a ISIS y, después de la captura de Alepo, se conirtió en un líder prominente. Ahora es amigo de Estados Unidos.
Piratas del Caribe
Aparte de bombardear sin motivo a 29 embarcaciones pequeñas y asesinar de manera extrajudicial a más de 100 personas, la fuerza naval y aérea imperial se está dedicando a la piratería.
El 21 de diciembre Estados Unidos capturó un petrolero con bandera panameña en aguas internacionales del Caribe, frente a las costas de Venezuela. Pocos días atrás había asaltado al buque Skipper y le robó el crudo que transportaba.
Trump dice que el petróleo venezolano pertenece a los estadounidenses. “Recuerden que nos quitaron todos nuestros derechos energéticos. Nos quitaron todo nuestro petróleo no hace tanto. Lo queremos de vuelta. Nos lo quitaron ilegalmente”.
Es tan descabellado lo que ha dicho que provoca fatiga comentarlo.
Y mientras se dedica al robo, prepara la invasión a Venezuela en complicidad con cipayos con María Corina Machado, otra psicópata con las manos manchadas de sangre. Que le dieran el Premio Nóbel de la Paz fue un atentado contra la inteligencia que deja al desnudo las retorcidas maniobras del poder.
A la vez, Venezuela, Cuba y Nicaragua han sido blanco de sanciones económicas devastadoras, denunciadas por expertos de la ONU como medidas que afectan cruel y directamente a la población civil.
¿Y la OEA y la ONU? Bien, gracias. Saludos.
Los organismos multilaterales han emitido comunicados y debates sobre la intromisión en elecciones y los bloqueos económicos, pero han sido incapaces de sancionar efectivamente a una potencia con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Lo mismo pasa con el Estado genocida de Israel, pese a sus indiscutibles, demostrados y confesados crímenes contra Palestina.
Ahora ha aprobado la creación de otras 19 colonias sionistas en Cisjordania, con total impunidad, porque quien se mete con Israel se mete con Estados Unidos. Las dos potencias criminales se apoderan de Palestina, roban tierras y pozos de agua, violan a mujeres, niñas, niños y hombres, torturan y asesinan… y el mundo sigue sin reaccionar.
La OEA, selectiva y silenciosa, mira hacia otro lado cuando el infractor viste de estrellas y barras.
A los latinoamericanos nos han lavado el cerebro haciéndonos ver a Rusia, China, Irán y Corea del Norte como peligros para la humanidad; pero ¿qué daño nos han hecho estas potencias? Por el contrario, son las únicas que pueden evitar que Estados Unidos arme otra guerra en América del Sur. A Trump no le interesan ni la democracia ni el narcotráfico. Basta de mentiras. Sólo quiere apoderarse del petróleo y minerales de Venezuela colocando a un régimen vendepatria en Miraflores, sin importar cuánta sangre cueste.
Después de golpes institucionales, bloqueos económicos, censura cultural, injerencia electoral, sanciones extraterritoriales, deportaciones masivas, piratería y amenazas militares, la pregunta ya no es retórica sino política:
¿Quién es el dictador?
¿Maduro… o Trump?