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Prometieron no subir la edad jubilatoria.
Prometieron no subir los impuestos.
Prometieron construir más de un centenar de liceos.
Prometieron construir 50.000 viviendas.
Prometieron eliminar los asentamientos.
Prometieron no pasar la motosierra a los planes sociales.
Prometieron más recursos para la investigación científica.
Prometieron estar preparados para gobernar.
Prometieron terminar con la inseguridad.
Prometieron cuidar cada peso.
Prometieron trasladar el Mides a Casavalle.
Prometieron no tener gente a ambos lados del mostrador.
Prometieron “hacerse cargo”.
Prometieron darnos los mejores cinco años de nuestras vidas.
Prometieron puentes donde no había ríos... y les creyeron.
Lacalle Pou también prometió un Uruguay abierto al mundo; sin embargo, a su asunción no invitó a presidentes de países de izquierda. Es más, destrozando la tradicional política exterior uruguaya, visitó al presidente saliente de Colombia, Iván Duque, y no asistió a la toma de mando de Gustavo Petro. Por si fuera poco, Beatriz Argimón rechazó la invitación de asistir a una cena ofrecida por el nuevo presidente a los mandatarios extranjeros y optó por cenar con Duque, el títere político de Álvaro Uribe, quien tiene varias causas judiciales abiertas y está con un pie en la cárcel.
A los desplantes del presidente y vicepresidente de Uruguay se suma la ofensa de la senadora Graciela Bianchi, que publicó una foto trucada de Gustavo Petro en compañía de Pablo Escobar. En la foto original se puede ver que el rostro de quien acompaña al narcotraficante es de otra persona. Tres ofensas al hilo.
En Lacalle Pou prima más el fanatismo ideológico que los intereses del país. La sola posibilidad de abrazar a un exguerrillero que se alzó en armas contra la oligarquía, pero hace varias décadas transita por el camino de la paz, y a una mujer negra que se ha jugado la vida por defender a los más humildes enfrentando al sombrío suprapoder colombiano, es algo que hiere en lo más profundo su ser aristocrático.
Eso sí, no tiene ningún problema en abrazarse con el hitleriano Jair Bolsonaro o regalar una yegua criolla al poco democrático emir de Catar. El jeque Tamim bim Hamad Al Thani fue definido por Lacalle como “una persona de cabeza muy abierta”; un concepto difícil de digerir cuando vemos cómo tratan a las mujeres en Catar. La tutela masculina les cercena su libertad de estudiar, trabajar, casarse o viajar. Los hombres pueden tener hasta cuatro esposas y, para casarse, no necesita pedir permiso a las que ya tiene.
Este emir pertenece a la dinastía de los Al Thani y ocupa su cargo desde que, en 2013, su padre Hamad bin Jalifa abdicó y le traspasó el poder.
Cada elogio de nuestro presidente al régimen es una puñalada en el alma de estas mujeres y de quienes luchan por igualdad y libertad de expresión.
De todas maneras, el sentimiento de afinidad es comprensible, ya que Lacalle también nació en cuna de oro, tuvo la vida regalada y, de alguna manera, también “heredó” el poder, ya que difícilmente hubiera llegado a donde llegó si no fuera porque su padre fue presidente y su madre lo colocó como diputado por Canelones de 2000 a 2005. Encima, ambos gobiernan para favorecer a los más poderosos.
La diferencia es que Lacalle Pou debe convencer a los ciudadanos de que su gobierno es genial, cuando en Catar, a la familia gobernante le importa poco lo que piense la clase oprimida. Para lograrlo, su equipo de marketing político trabaja frenéticamente. Si los gobiernos del FA hubieran contado con el equipo de marketing de Lacalle Pou, habríamos ganado con 90% de los votos. Mis respetos a estos profesionales, que han logrado que un presidente mediocre mantenga una popularidad más que aceptable.
Con el mismo objetivo, uno de sus cortesanos ha hecho hervir las redes sociales con su último informe de la situación salarial de los trabajadores privados.
El ministro Pablo Mieres nos ha dado una excelente noticia replicada por otro servidor palaciego, Nicolás Lussich, quien publicó en Twitter: “El Ministerio de Trabajo analizó la evolución de los salarios no-estatales desde julio-2020 a julio 2022, incluyendo los ajustes de la última ronda salarial. El 27% de los trabajadores no perdió poder adquisitivo y un 27% tuvo una pérdida menor a 1%”.
La verdad es que tanto el gobierno como los periodistas afines al mismo insultan la inteligencia de la gente; porque traducido al criollo, 73% de los trabajadores privados perdió salario real mientras se lograba un récord de exportaciones a precios siderales y también récord de depósitos de los “malla oro” en la banca extranjera. Sí, “los que nos van a sacar adelante cuando todo esto pase”, según palabras de Lacalle II. Los trabajadores generan más riqueza que en 2019, pero ganan menos. Los hogares han perdido poder de compra y la inflación actúa como un ácido que les come los bolsillos.
En cuanto a la inseguridad, Heber ilustra a los ignorantes que le critican y dice que los asesinatos aumentan porque hay menos droga y dinero y ese aumento de homicidios revela que su gestión es exitosa.
En serio, lo dijo.
En fin, todo lo logrado en 15 años ha sido pulverizado por un neoliberal leal a las necesidades de las 500 familias que te dominan.
Toma nota, Uruguay, porque cada error que cometes en las urnas se paga con un lustro de sufrimiento.
No esperes que el Frente Amplio regrese y arregle este desastre de la noche a la mañana.