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Columnas de opinión | papel higiénico | Ucrania | Rusia

La TV manda

Ucrania y el papel higiénico

En la pandemia compramos papel higiénico como enajenados cuando no era ultranecesario, pero como la tele lo decía, allá fuimos; con Ucrania pasa lo mismo, compramos lo que vemos y es mucho más rico lo que no aparece en la góndola informativa.

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En marzo de 2020, cuando estalló la pandemia, los medios locales e internacionales difundieron las colas en los supermercados para comprar papel higiénico. La ola informativa fue terrible, abrumadora. El mundo pendiente de su rollo de papel.

Más allá del componente psicoanalítico del asunto (en reciente entrevista en la revista Ñ del diario Clarín, la escritora eslovena Renata Salecl aborda el tema), lo interesante es como se gestionó nuestra información en el inicio de la pandemia. El punto es profundizado por la eslovena en su libro Pasión por la ignorancia, trabajo vinculado a La tiranía de la elección, de la misma autora.

Lo interesante es -este es el punto- ¿por qué compramos papel higiénico desenfrenadamente sin que existiera un espacio para formular la pregunta, insinuar una respuesta y que vinculación puede existir hoy con la guerra en Ucrania?

Breve historia del bidet

Según la enciclopedia Wikipedia, el bidé (del francés “bidet”, caballito, en alusión a la postura que se emplea durante su uso) es un recipiente bajo con agua corriente y desagüe, que es muy común en algunos países como Argentina y Uruguay y en menor medida en Europa.

Es frecuente en Europa observar que los baños de los hoteles no poseen ese elemento complementario del aseo de las partes íntimas.

Por lo tanto, estos países y otros, consideran el papel higiénico como un elemento de extraordinaria importancia diaria. (En Uruguay y Argentina, en donde el bidé está más expandido, el papel no tiene la relevancia que se le adjudica en otros países. Adviértase este ranking recientemente difundido: Portugal es el país que más gasta papel higiénico -1.035 kilómetros de papel por persona, por año-; le sigue Estados Unidos con 1.020 kilómetros; Uruguay aparece con 186 kilómetros. No hay casi registro de uso de papel higiénico en África, apenas aparece Sudáfrica con 101 kilómetros de papel).

¿Qué nos pueden estar diciendo estas cifras? Que el papel higiénico es muy importante para algunos países, pero para otros no. Sin embargo, la cobertura informativa fue tan potente en los medios de comunicación del mundo, que todos fuimos a comprar papel higiénico para stockear frente a la pandemia y el confinamiento (a pesar de tener bidé).

¿Qué otra cosa nos dice este fenómeno?

Ucrania tan amada

La invasión rusa a Ucrania (hay un debate sobre esta terminología en tanto Rusia habla de “acción militar” en respuesta al desplazamiento de la OTAN hacia sus fronteras) empezó el 24 de febrero de 2022 y forma parte de la guerra ruso-ucraniana comenzada en 2014. Desde febrero pasado, en forma armónica y potente, fue creciendo la cobertura de los hechos con una sola mirada: la de Occidente, integrada por Estados Unidos y Europa, fundamentalmente. Toda la batería informativa estaba dirigida a defender a Ucrania -sin matices ni alternativa posibles- y atacar en forma amplificada a Rusia y todo lo que olía a ruso. Esta ofensiva y operativa comunicacional llegó a límites insólitos, como cancelar presentaciones del ballet ruso, clausurar conciertos de músicos rusos, censurar a autores, eliminar libros de autores rusos de las bibliotecas. Nada de Rusia o de Putin. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se metió en nuestros livings, aparece en los parlamentos y, en forma obscena, hasta posa junto a su esposa en la revista Vogue.

Esa ofensiva comunicacional unidireccional llevó a construir una opinión pública mundial en donde apareció Putin, sin atenuantes, como un líder despótico y autocrático. Tal vez lo sea. Pero poco se pudo hacer para mostrar la complejidad de la trama política y bélica que está llevando, por ejemplo, a Europa al abismo, mientras Estados Unidos la mira desde lejos.

“La verdad es la primera víctima en una guerra”, ha dicho alguien con acierto.

Algunos elementos a tener en cuenta:

1) Putin expresa la continuidad de la mirada imperial que tuvo al zarismo como su máxima expresión y a la revolución bolchevique desde 1917 hasta la implosión de la URSS en el inicio de los 90. (Obsérvese en un mapa los territorios de Rusia hoy).

2) Putin representa el nacionalismo, caudillismo y autoritarismo que siempre estuvo presente en la vieja nación rusa. Cuando en Rusia se habla de “patria” y “nación”, eso no es un invento nuevo: tiene 400 años.

3) Con la disolución de la URSS, el capitalismo occidental llegó con toda su potencia y fue esa lógica la que permitió el surgimiento y crecimiento de una poderosa oligarquía rusa que movió sus tentáculos en el poder político hasta hace un tiempo.

4) Esa impronta “occidental” llevó, por ejemplo, a que la CIA tuviera oficinas en Moscú junto al gobierno de Yeltsin. La política exterior de Rusia era guiada en función de los intereses occidentales.

5) Putin estaba junto a Yeltsin, fue un hijo predilecto del presidente alcohólico. Vio como EEUU se infiltraba hasta los tuétanos en la vieja nación rusa.

6) Cuando Putin obtuvo el poder, el poder mismo, realizó varias acciones: a) despidió a la CIA; b) llamó a los oligarcas y les dijo que la política no era para ellos y que se dedicaran a los negocios (un empresario lo desoyó y terminó en la cárcel). Todos los grandes empresarios entendieron el mensaje; c) se vinculó estrechamente con la iglesia ortodoxa rusa; d) acentuó en su máxima expresión todos los símbolos patrios y la simbología de la nación, incluyendo aspectos del período soviético, tanto como la hoz y el martillo en los pabellones patrios o los homenajes a la defensa de Stalingrado.

7) La Iglesia ortodoxa rusa se alineó con Putin y entró en franco enfrentamiento con los ortodoxos ucranianos. Recientemente se pudo observar a un sacerdote ruso agredir a un sacerdote ucraniano que estaba atacando a Putin.

8) Putin no es comunista. Es nacionalista.

9) Al intentar corregir la política exterior rusa, Putin observó que las debilidades expresadas por su país desde la época de Yeltsin fueron utilizadas por Estados Unidos y Europa para expandir su radio de acción y llegar con la OTAN a las mismas fronteras rusas.

10) Cuando en 2014 Ucrania estuvo al borde de la guerra civil, la puja no era solo un tema interno de los ucranianos; allí se estaban expresando los intereses rusos y de Occidente. Por eso Rusia toma Crimea, una península lindera con Ucrania que siempre perteneció a la gran nación rusa.

11) Putin había advertido a Occidente que estaba jugando con fuego.

12) Rusia aumentó sus ventas de alimentos, gas y petróleo a Europa, en la estrategia de los oligarcas rusos afines a la de Putin. Putin sabía lo que hacía. (Un dato muy interesante: Gazprom es una empresa rusa que le vende gas a Europa. Putin resolvió en 2017, integrar a su directorio al excanciller alemán Gerhard Schroeder. Este año, Schroeder renunció a su cargo frente a las presiones europeas y estadounidenses).

13) Hoy Europa tiene una inflación galopante como consecuencia de los altos precios de la energía y los alimentos que le compran a Rusia, a pesar de las sanciones. Europa y Estados Unidos le siguen mandando armas a Ucrania mientras le compran a Rusia el gas y el petróleo. Entonces Rusia dijo: ok, pero me deben pagar en rublos, no en dólares. Algunos ya están accediendo a ese tipo de transacción.

14) China mira atenta.

15) En la zona este de Ucrania -en la región del Donbás, junto a Rusia- las tropas ucranianas separatistas que luchan contra Kiev, cada vez que logran un objetivo militar, izan las banderas de sus repúblicas democráticas aliadas a Moscú. Las banderas que se exhiben tienen la oz y el martillo y algunos militares rebeldes usan imágenes del Che Guevara en sus uniformes.

16) El mundo informativo esta afín a Occidente. Todo lo ruso huele mal. Y alguna información que cuestiona esa lógica solamente se podrá observar en otros canales informativos. Es interesante atender las vías rusas informativas, Telesur o los canales sirios, entre otros. Esa amplia mirada, permite sacar conclusiones superinteresantes sobre el conflicto en Ucrania.

Para concluir: en la pandemia compramos papel higiénico como enajenados cuando no era ultranecesario, pero como la tele lo decía, allá fuimos; con Ucrania pasa lo mismo, compramos lo que vemos y es mucho más rico lo que no aparece en la góndola informativa.

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