Si de verdad pretendemos cambiar las características de Marte hasta convertirlo en un mundo “amable” capaz de sustentar vida terrestre, y en el que podamos cultivar tomates marcianos en su superficie, el problema prioritario que debemos abordar es el de la falta de una magnetosfera protectora.
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En la Tierra tenemos la fortuna de contar con un núcleo de hierro incandescente que actúa como una dinamo, el cual produce un potente campo magnético que nos protege contra la dañina radiación espacial. Marte en cambio no cuenta con una magnetosfera eficiente.
Apenas existen unos parches remanentes de campo magnético en el hemisferio sur, pero ni tienen el tamaño ni la magnitud adecuada para dar sustento a una hipotética colonia humana.
Los primeros pasos hacia una posible solución de este problema acaban de darse, con el trabajo que acaba de preparar un equipo de investigadores de la NASA, del laboratorio espacial Rutherford Appleton del Reino Unido (RAL), y de la prestigiosa Universidad de Princeton.
En el trabajo, que acaba de publicarse en la revista Acta Astronaútica, el equipo explica en primer lugar la importancia que la magnetosfera tiene en el sostenimiento de vida en la Tierra. “ La magnetosfera de nuestro planeta nos protege de los efectos potencialmente esterilizantes de los rayos cósmicos, al tiempo que también ayuda a retener la atmósfera, que de otro modo se vería barrida por los grandes tormentas solares, a medida que estas pasaran sobre la superficie del planeta”.
Aún no se tiene la tecnología necesaria para crear un núcleo incandescente en Marte del tamaño necesario (en realidad todo el planeta es demasiado pequeño y frío para que esta posibilidad se diera de forma sustentada). ¿Entonces qué? Bien, el equipo de la NASA/RAL/Princeton cree que existe una alternativa viable, que consistiría en crear una magnetosfera desde fuera, para lo cual se emplearía a una de las lunas de Marte (Deimos y Fobos) para que actuara como una especie de generador de partículas magnéticas capaz de cargar al planeta rojo de afuera hacia dentro.
Con una magnetosfera estable, en el futuro se podría pensar en terraformar Marte hasta el punto de que pudiera sustentar a una biosfera. Incrementando el volumen de gases de efecto invernadero se podría aumentar el calor del planeta, lo cual provocaría el deshielo de sus polos permitiendo que el agua líquida volviera a correr por Marte. Tras eso habría que intervenir para crear una atmósfera respirable, pero como vemos el problema más incipiente es dotar a Marte de un campo magnético protector que fije la atmósfera. En el pasado el planeta ya sufrió la pérdida de su atmósfera debido a este problema.
Tal y como relatan los autores del estudio, pese a que la escala de su idea está adaptada a Marte, los principios serían igualmente aplicables a objetos no magnetizados de menor escala como naves espaciales tripuladas, estaciones espaciales o bases lunares, para lo cual habría que crear “mini-magnetosferas” protectoras.
Si lográsemos crear estos campos magnéticos portátiles, los humanos habríamos resuelto uno de los impedimentos más serios para expandirnos por el universo, ya que podríamos sumergirnos en las “peligrosas aguas” del espacio profundo protegidos de la dañina radiación cósmica.
Pero antes de soñar con esa expansión por la galaxia de la raza humana, no nos vendría nada mal que en efecto la NASA se propusiera seriamente enviar astronautas a Marte. Cada cosa en su momento, vayamos paso a paso.