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Crucial: del plebiscito al referéndum

Por Rafael Bayce.

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Una pregunta crucial ocupa buena parte del imaginario político: ¿cómo será el resultado del referéndum? Y, paralelamente, dos cuestiones ocupan buena parte del espacio predictivo a su respecto: uno, ¿en qué medida la cantidad y distribución de las firmas para el plebiscito permiten predecir, aunque más no sea en parte, la cantidad y distribución de los votos para el referéndum?; y dos, ¿en qué medida el resultado del referéndum -2022- permitiría predecir, también en parte, la votación nacional de 2024? Las 3 preguntas anteriores tienen, actualmente, un alto grado de duda e inseguridad en sus respuestas; sin embargo, el monitoreo de la evolución de algunos factores podrían ir mejorando la probabilidad de acierto en las respuestas. Veamos.

 

De las firmas a los votos

Lo que ya puede decirse con cierta seguridad es que los votos en Montevideo deberán aumentar en un 15% para llegar a ser el 50% del padrón electoral capitalino; y que en el interior, gruesamente y con diferencias entre departamentos, deberán duplicarse los votos por sobre las firmas. Entonces, se necesitaría +15% en Montevideo, y +100% en el interior respecto de las firmas para el plebiscito. No es muy difícil que suceda eso en Montevideo, pero sí es mucho más difícil que ocurra en la medida necesaria en el interior. En ambos casos, la probabilidad de que los votos del referéndum excedan a las firmas del plebiscito en la medida necesaria como para aprobar la derogación de los 135 artículos de la LUC dependerá de los mecanismos de convicción, persuasión y seducción que puedan usarse para impedir (los partidarios de la LUC) o para promover (los contrarios a ella) votos pro-referéndum.

¿Qué factores pueden mencionarse como útiles para la predicción, aunque la lucha entre las campañas anti-referéndum y pro-referéndum vayan a ser definitorias del resultado? ¿Qué novedoso balance de factores ha incidido tanto en la segunda vuelta de 2019, como en el plebiscito de 2021, y probablemente se hará sentir en el referéndum 2022 y en las elecciones nacionales y departamentales 2024-2025?

 

Uno. Izquierda, desgubernamentalización y despartidización 

Estamos presenciando una reversión, en situación de oposición, de los procesos de ‘gubernamentalización’ y ‘partidización’ de la izquierda, que ocurrieron con el acceso al gobierno en 2005 y con los dos triunfos consecutivos en 2010 y 2015.

La asunción del gobierno, novedosa para la izquierda y solo preparada por los gobiernos departamentales de Montevideo desde 1990, implicó una ‘partidización’ y ‘gubernamentalización’ de la izquierda, en la medida en que pasó a confiarse, con cierta lógica, en que los valores y las decisiones deseados podrían lograrse por medio de la hegemonía partidaria del Frente Amplio y de su labor gubernamental. La situación de oposición política y la cohesión ideológica fundantes ceden su lugar a una actitud gubernamental y a una desideologización relativa, provocadas por las urgencias de gobierno y por la necesidad de pactar como parte del nuevo juego político, en carácter de gobierno y no ya de oposición.

Desde 1929, Karl Mannheim sugería procesos que en 1983 Claus Offe tematizó en detalle: desideologización, burocratización partidaria, cupulización, abandono relativo de las bases. La espectacular reacción militante de la segunda vuelta electoral 2019 pareció iniciar una reversión de la partidización y gubernamentalización de la izquierda, que se habían iniciado en Montevideo desde 1990 y en todo el país desde 2005.

Un análisis somero de la distribución de las firmas lo confirma. Un 43% de las firmas fueron recogidas por organizaciones sociales; y del 57% recolectado por el FA, el 83% de ellas fue obtenido por las bases: las departamentales y las coordinadoras. La misma iniciativa plebiscitaria y referendaria no fue de la sociedad política sino de la sociedad civil, de sindicatos y organizaciones sociales. Tanto en situación inminente de riesgo de pérdida electoral -2019-, como en situación de neo-oposición, de regreso a ella luego del interregno gubernamental -2021-, la militancia parece haber retomado el comando de la actividad política respecto de la dirigencia, lo que no había ocurrido durante la partidización y gubernamentalización de la izquierda, producto de los triunfos electorales y del ingreso en el juego político formal.

A la partidización y gubernamentalización consecuentes a los triunfos electorales sucede una despartidización y desgubernamentalización producto de la inminencia o realidad de las derrotas electorales. La militancia civil, los nuevos modos de comunicación política y los nuevos vínculos entre partes del entramado sociopolítico y comunicacional, ya parecen haber sido influyentes en 2019 y en 2021, y quizá se agudicen en su potencia en 2022 y en 2024.

Una instancia interesante para evaluar estos procesos de despartidización y desgubernamentalización de la izquierda, consecutivos a los entronizados procesos contrarios anteriores, se podrán ver en el próximo Congreso del Frente Amplio, que mostrará quizás un nuevo episodio de lucha entre centro e izquierda ideológicos, y entre dirigencia y bases, estas en mayoría congresal, y legitimadas recientemente por su performance en la segunda vuelta electoral de 2019 y en la recolección de firmas de 2021. Estas dos luchas (centro/izquierda, bases/dirigencia) se darán tanto en la autocrítica política como en la renovación de autoridades en la coalición, quizás los dos macrotemas centrales del congreso. El Congreso del Pit-Cnt interactuará con estos debates, ya que su conducción hegemónica interactuará con la partidaria, influyendo en parte de la conducta civil de las bases, y en el reflejo, refractado pero reflejo al fin, de las corrientes partidarias en las corrientes sindicales.

 

Dos. Desterritorialización comunicacional

Está sucediendo, y aceleradamente, en todo el mundo y también en Uruguay. La comunicación, por un lado globalizada, y por otro viralizada por las redes sociales, tiene sus consecuencias en los modos y balance entre los tipos de comunicación política, y en la formación de la opinión pública en todos los temas, entre ellos los políticos e ideológicos.

La comunicación y la formación de opinión se manifiestan territorialmente, a partir de la base territorial de los sondeos y de la radicación de las coordinadoras de recolección de firmas. Pero esa manifestación territorial de la opinión no implica que su formación haya sido básicamente a partir de insumos territoriales; por lo menos en una -medida crecientemente grande, la opinión se forma a partir de la comunicación global y por las redes sociales, ambas desterritorializadas relativa y crecientemente. En otras palabras, si el comportamiento plebiscitario fue mucho mejor en las zonas céntricas montevideanas que en las periféricas, eso no quiere decir necesariamente que se necesita más militancia y comunicación local en los territorios en que se firmó menos para el plebiscito, buscando así que se vote mejor en el referéndum que lo que se firmó en él. La manifestación territorial de opiniones manifiesta una formación mucho más desterritorializada que antes, a partir de modos de comunicación cada vez más translocales de convicción, persuasión y seducción político-ideológicas.

La comunicación, paulatinamente desterritorializada y translocal, provoca una desterritorialización y despresencialización de la comunicación con fines de convicción, persuasión y seducción político-ideológicas, que juegan su papel en la reconfiguración de los sujetos políticos que componen una ahora atomizada civilidad, agudizada por la reducción de la comunicación pública presencial por la pandemia. Esos nuevos sujetos, producto de los cambios en la comunicación y en la convivencia, hacen parte activa novedosa en la desgubernamentalización y despartidización de la izquierda, que suceden, desde 2019, a la partidización y gubernamentalización consecuentes al triunfo del 2005, profundizado formalmente en 2010 y 2015. Y esos nuevos factores y procesos tendrán su incidencia en el referéndum 2022 y en las elecciones 2024-25, así como en los congresos inminentes del FA y del Pit-Cnt.

Quizás el otro factor central, en la transformación del voto 2019 en firmas 2021, en votos 2022 y en votos 2024-25, radicará en las performances gubernamentales, juzgadas desde trincheras opuestas y mediante un juego difícilmente previsible entre modos de comunicación política tradicionales (campañas, giras, concentraciones, debates, influencia de las prensas alineadas, publicidad y propaganda multisensoriales) y modos novedosos de comunicación globalizada desde internet y mediante las redes sociales, en combinaciones variables según los balances entre las tradiciones locales, los medios comunicacionales políticos tradicionales y los nuevos insumos translocales de comunicación.

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